Por: Mario Vidal [1]
Los casos del
británico Sidney Edwards, espía de
la corona, y el del argentino Ernesto
Proni Leston, autor de hazañas de guerra, son emblemáticos por el tratamiento diametralmente opuesto que cada
uno de ellos recibió de su país por los servicios prestados
Sidney Edwards y Ernesto Proni Leston |
El oficial de la
fuerza aérea británica Sidney Edwards
y el capitán de fragata argentino Ernesto
Proni Leston en un punto fueron iguales: sirvieron a su modo a su patria,
durante la guerra de Malvinas. Pero el final, para el uno y para el otro, fue
diferente: al inglés lo condecoraron con
la Orden del Imperio Británico, y el argentino terminó trabajando de remisero.
Un
espía en Santiago
Embajador chileno en Londres. Miguel Schweitzer |
En cuanto las tropas argentinas tomaron posesión
de Malvinas, el 2 de abril de 1982, el Ministerio de Defensa británico
encomendó a uno de sus espías, Sidney Edwards, de 47 años, una nueva misión: conseguir el apoyo chileno en el conflicto. Tan
secreta era la misión que su mujer se enteró dónde había estado recién después
de la guerra.
El agente planificó
bien la operación. Comenzó entrevistándose con el embajador chileno en Londres. Miguel Schweitzer, y el agregado
aéreo en esa misma ciudad, Ramón Vega, quien años después llegaría a ser jefe
de la Fuerza Aérea trasandina. Les dijo que para Inglaterra era vital conseguir el apoyo del gobierno de Chile para
su contraofensiva en las islas del Atlántico Sur y que, según las
informaciones que poseía, a los chilenos les convenía que Argentina no se
saliera con la suya.
Comandante de la FACH, general Fernando Matthei |
"Si
no nos ayudan en la guerra los argentinos caminarán después derechito a tomar
las islas del Beagle", les dijo. También les prometió
armamentos, inteligencia "y otras cosas que normalmente ustedes no
podrían conseguir". Días después, vestido de civil, ya estaba en
el Aeropuerto de Santiago de Chile, desde donde enfiló directamente a la
embajada de su país. Esa misma tarde se reunió con el comandante de la Fuerza
Aérea, general Fernando Matthei.
Augusto Pinochet Ugarte |
Éste le dio
cálidamente la mano y le ofreció "cooperación
total dentro de los límites de lo práctico y de lo diplomáticamente
posible". Una sola condición le puso: si algo salía mal, Pinochet debía aparecer ante los ojos de la opinión
pública internacional como ignorante del asunto. El inglés respondió que
entendía "la delicadeza de las
relaciones entre los dos países" y coincidió en "la necesidad de mantener el secreto". Se reunió además
con otros oficiales y tomó notas que, esa misma noche, tras memorizarlas,
destruyó. A los pocos días ya tenía un documento falso de identidad, un auto, y
una licencia para manejar.
Vivía con un pie en
la embajada británica y otro en las oficinas centrales de la fuerza aérea
chilena. Un día, a las tres de la madrugada, sonó su teléfono. Debía ir de
inmediato a la embajada a ver mensajes urgentes que le habían enviado. Salió
tranquilo a desandar las calles a esas horas desiertas por el toque de queda
que regía hasta las cinco de la mañana. También estaba inmunizado contra eso.
Chile
al servicio de Inglaterra
Chile comenzó a
ponerse al servicio de Inglaterra facilitándole
el uso de un radar de largo alcance instalado en Punta Arenas. Este
implemento permitía a los ingleses ver los movimientos de aviones argentinos en
Ushuaía, Río Gallegos, Río Grande y Comodoro Rivadavia, y transmitir la
información a la fuerza aérea británica.
Sidney Edwards |
El radar de Punta
Arenas les acercaba avisos tempranos de ataques aéreos argentinos. Años
después, el mismo espía confesaría: "Sin ese elemento, habríamos tenido que
montar patrullas aéreas de combate carísimas y aviones volando constantemente, listos para interceptar intrusos.
Las informaciones que recibíamos a través del radar de Punta Arenas hicieron
que la guerra fuera más corta".
Otra tarea de
Edwards, quien también era piloto y experto en operaciones conjuntas, fue
coordinar con Londres el envío de un equipo del Servicio Aéreo Especial
Británico (SAS), al cual venía incorporado un sofisticado sistema satelital de
comunicaciones.
almirante José Toribio Merino |
Chile también
permitió a los ingleses utilizar el aeropuerto
de la isla San Félix, ubicada a 892 kilómetros de la costa chilena. Desde
allí partían aviones británicos pintados con los colores chilenos, los cuales
volaban a gran altura cerca de la frontera argentina "para obtener información de lo que pasaba en ese país".
Efectuaron un total de cinco vuelos de reconocimiento, denominados misiones
Nim-rod. Según las memorias del espía, "en
la isla, a cargo de la Armada, el almirante José Toribio Merino había ordenado
darnos todas las facilidades".
HMS Antelope en el estrecho de San Carlos |
Al mismo tiempo, en
una carpeta, Edwards anotaba los aviones ingleses derribados, buques hundidos y
tropas heridas. "Con mis colegas chilenos coincidimos en que los pilotos
argentinos estaban mostrando un gran coraje y habilidad", recordó
años después, cuando todos estos documentos fueron desclasificados por su país.
Tensión
en Punta Arenas
Casi a la medianoche
del 18 de mayo de 1982, en las afueras de Punta Arenas, un helicóptero Sea King
apareció ardiendo cerca del mar, vacío. Otra vez el teléfono despertó en plena
madrugada al espía. Era el general Vicente Rodríguez, "que estaba extremadamente agitado" porque Pinochet quería saber qué hacía un
helicóptero británico en Chile. El dictador lo sabía, pero de acuerdo a lo
convenido se lo debía hacer aparecer como inocente de culpa y cargo.
Edwards pidió
instrucciones a sus jefes de Londres sobre qué debía hacer ante el grave
incidente que desnudaba una activa presencia militar inglesa en Chile. Dos días
después, aparecieron tres de los tripulantes del helicóptero, y se presentaron
ante las autoridades. La embajada británica organizó entonces una conferencia
de prensa, con presencia de Sidney Edwards. Uno de los pilotos dijo a los
periodistas que en momentos en que realizaban un "viaje de entrenamiento" las malas condiciones climáticas
los obligaron a descender y que se mantuvieron ocultos porque creían que habían
caído en territorio argentino.
Sea King británico |
La verdad era muy
distinta. El Sea King en realidad
transportaba fuerzas especiales para desembarcarlos en el sur de Argentina
con el objetivo de destruir los misiles Exocet argentinos y los aviones Súper
Étendard que los llevaban. Tal operación debió ser abortada tras la caída del
helicóptero y el consiguiente escándalo mediático.
A medida que corrían
los días, disminuían los ecos periodísticos relacionados a este caso. Pero un
periodista insistía con eso. Edwards les dijo a las autoridades chilenas que "estaría feliz" si el
reportero enfocara su atención en otras cosas. Días después preguntó a Patricio
Pérez, un oficial de la Fuerza aérea de Chile, sobre el reportero. "No
te preocupes por él. Está vivo, pero muy asustado", le respondió.
Las tropas argentinas
se rindieron el 14 de junio de 1982 y, con un saldo de 255 británicos y 649
argentinos muertos, la corta guerra se terminó. Edwards fue a la discoteca
Brujas a celebrar el triunfo. "Muchos
de mis colegas chilenos se me unieron en esa discoteca, y estaban tan contentos
como yo de la victoria", recordó.
Por
esta misión lo condecoraron con la Orden del Imperio Británico.
Hoy tiene 80 años, y recuerda: "Con
la ministra Margaret Thatcher y mis jefes del Ministerio de Defensa coincidimos que sin la ayuda que logramos
de Chile habríamos perdido la guerra".
La
otra cara de la moneda
Avión Lockheed Neptune, al mando del Capitán de Corbeta Ernesto Proni Leston |
El 4 de mayo de 1982,
aviones Súper Étendard dotados de misiles Exocet hundieron el moderno
destructor Sheffield, con lo cual se asestó un duro golpe a las fuerzas
británicas. El gestor de la hazaña fue
el capitán de fragata Ernesto Proni Leston, quien al comando de un avión de
exploración Neptune localizó a la nave de guerra inglesa, la siguió por varias
horas, y envió precisas coordenadas que permitieron horas después a los
aviadores argentinos atacarla con éxito.
En
septiembre del 2007, Proni Leston murió. La noticia pasó desapercibida mientras
irónicamente el periodismo argentino se esmeraba en difundir el fallecimiento
del general inglés Jeremy Moore.
El capitán Proni
Leston fue otro de los tantos casos
emblemáticos del poco reconocimiento que en este país se ha brindado a los
héroes de la guerra de Malvinas. Tras su retiro de la Armada Argentina,
este ex combatiente debió trabajar como remisero porque con su magra jubilación
no podía mantener su hogar.
En los últimos
tiempos de su vida, le costaba caminar,
secuela de un disparo que le efectuó un marginal que lo asaltó mientras
trabajaba por las calles de su ciudad. "Lo que no pudieron los ingleses lo
logramos los argentinos con nuestra conducta esquizofrénica",
declaró, recordando su infortunio, un ex compañero de lucha.
Ésta
fue la "condecoración" que
recibió quien habiendo hecho méritos para ser declarado
Benemérito de la Patria terminó sus días olvidado, sin pena y sin gloria.
FUENTE:
http://www.infobae.com/2015/04/02/1719804-un-espia-ingles-condecorado-un-heroe-argentino-olvidado
NOTA:
Todas las imágenes no corresponden a la nota original.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!