El verdadero soldado, aquel que
sin saber porque, un día recibió llamado
para ejercer una vocación sagrada al
servicio de sus prójimos y la asumió con entusiasmo y alegría.
Aquel que cargó voluntariamente
desde adolescente la mochila de esfuerzos y sacrificios, para estar listo
cuando su Patria lo convocara.
Aquel que no dudó en salir a
pelear una guerra extraña e insidiosa y lo hizo como mejor pudo.
Aquel que forjó su espíritu en el
mar, el aire, la montaña, la selva enfrentando duros desafíos para tratar de
ser cada día mejor en sus capacidades, pues así lo exigía su sagrada misión de
ofrendar su vida, si fuese necesario, en resguardo de valores y tradiciones
comunes.
Aquel que expuso sus mejores
intenciones para educar a una juventud que hoy yace en las esquinas de la
droga, las escuelas de la delincuencia y frente a los escenarios de personajes
frenéticos de frivolidad, todos ellos
modernos dioses de la modernidad y paradigmas de una decadencia
diabólica.
Aquel que luchó por la
preservación de su fé ante mercenarios del colonialismo ideológico y del
materialismo, y lo hizo pese a fue incomprendido y olvidado por las mismas jerarquías eclesiásticas temerosas de ir
contra la corriente para defender la verdad.
Aquel que fue educado para matar
o morir en defensa de sus ideales y que por ello tuvo que soportar agravios,
desprecios y atrocidades políticas y humanas fabricadas para desconocer la justicia que le correspondía.
Aquel que ahora, en los últimos
años de su apasionada y a la vez ingrata vida, enfrenta con dignidad sus
carencias, humillaciones, limitaciones, torturas y desprecios y aun busca izar
la Bandera Azul y Blanca, aunque fuere en un tragaluz de su prisión
despreciable y cantar las marchas de la Patria fenecida con vigor y templanza.
Y esto ocurre porque su educación sanmartiniana le inculcó desde pequeño sentir
profundamente los valores trascendentes heredados de los Padres de la Patria y
hoy pisoteados y ridiculizados por los arkitectos de nuestra decadencia,
expertos en insensibilidad, caprichos y corrupción.
Aquel que sabe que va a morir,
como muchos lo hicieron ya, sin gozar de un poco de libertad, del afecto diario
de su sufriente familia, del crecimiento de sus nietos, en tumbas tenebrosas en
las cuales sus días se van agotando inexorablemente.
Aquel que fue borrado arbitraria
e ignominiosamente del goce de sus mínimos derechos por una sociedad despersonalizada y tuvo que
tolerar falacias y relatos conducentes a
la venganza y la injusticia más absoluta.
Aquel que verifica como los
criminales cipayos de otrora que mataron indiscriminadamente para imponer
ideologías extrañas, hoy gozan de la sensualidad del poder y muchos aparecen
como héroes de esta argentina desvencijada, hasta reverenciados por individuos
(as) que han perdido toda noción de sus deberes ciudadanos y desgraciadamente
son mayoría.
Aquel que comprueba diariamente
como ha sido olvidado y hasta despreciado por los individuos que por vestir
uniforme creen ser soldados pero en realidad son herederos de la nada y prefieren y practican la servilidad al
capataz de turno, antes que una decisión valiente para jugarse por la
preservación de la historia y tradición de las instituciones, o por lo menos de
la verdad.
Es un poco la vivencia de todos los soldados que sirvieron a sus pueblos
a lo largo de la vida de la humanidad. Ensalzados e impulsados a la acción
cuando el peligro arreciaba. Despreciados e ignorados después del logro de la
paz y la tranquilidad.
Pero nosotros argentinos debemos
jactarnos de haber construido acciones inéditas, por lo menos en América Latina
y quizás en el mundo.
Nunca se mintió tanto ante hechos tan impactantes y profundos, se desnaturalizó la realidad, se falseó la verdad, se crearon hasta en escuelas especiales mentirosos personajes para ser testigos de relatos indemostrables, se constituyeron tribunales especiales al margen de la ley vigente, con individuos capacitados para la ignominia, se presionaron de diversos modos sin escatimar recursos, a difusores de la opinión pública sin interesar sus valores morales para que propalaran y adornaran el relato y otras tropelías incontables.
Aun hoy a más de treinta y cinco
años de esa epopeya dramática y nunca deseada, periódicamente y para narkotizar
a pobres ingenuos y distraerlos de
latrocinios y delitos inmensos e injustificables en ejecución, se siguen
propalando aventuras ya desgastadas u
otras recientemente inventadas. Quizás puedan así enviar a la cárcel algún
viejito monstruo y satisfacer sus afanes primitivos
TODO ELLO INDUDABLEMENTE LLEVA
HACIA UN OBJETIVO PERFECTAMENTE CLARO: LA VENGANZA POR SOBRE CUALQUIER OTRA
CONSIDERACIÓN Y VALOR, ENCAMINADA A LA DESTRUCCIÓN DE LOS ANTICUERPOS DE LA
SOCIEDAD, DEJANDO ASÍ EL CAMPO LIBRE PARA EL SAKEO Y LA IMPUNIDAD.
Decíamos al comienzo que la
historia de los soldados que sirvieron a su Patria es muy similar en distintos
escenarios a lo largo de la vida de la humanidad. Por ello es propicio recordar
el heroico ejemplo de los guerreros espartanos quienes con pocos medios y sólo
una insobornable voluntad de lucha y valentía a toda prueba, enfrentaron a un
enemigo inmensamente superior PORQUE SU VOCACIÓN DE SOLDADO ASÍ SE LOS DEMANDÓ.
En esencia, aunque a miles de años, la esencia de su gesta, ha sido la misma.
¿Alguna vez en nuestro pobre país
se impondrá la verdad por sobre "la historia oficial"?
Lamentablemente lo dudo. La
materia constitutiva de la sociedad actual es una masa informe de nihilismo,
materialismo y precariedades. Si fuera
de otro modo no podríamos estar tolerando las barbaridades que diariamente
suceden y han dejado de preocuparnos, pues no nos interesa analizarlas y menos aún
comprenderlas.
El Soldado Desconocido
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!