viernes, 17 de abril de 2015

QUE SI HUBO FRAUDE...

16/04/2015                                                       
Por Mauricio Ortín

Apenas conocidos los primeros resultados de las elecciones primarias (P.A.S.O.), el rumor de que el gobierno cometió fraude se instaló entre los salteños como un escenario posible. Rumor que, si se quiere, llega a deshora porque, en mi opinión, de que el fraude existió y debió ser advertido mucho antes no cabe la menor duda. Por ejemplo, cuando, a despecho de lo que la Constitución Provincial expresamente prohíbe, Juan Manuel Urtubey anunció su voluntad de ser reelegido gobernador por segunda vez consecutiva. Fraude es por tanto el que haya participado de la elección (el hecho de que existiera un antecedente en tal sentido de manera alguna lo habilita, legaliza o justifica). Fraude, no denunciado oportunamente, es financiar las descomunales campañas electorales del oficialismo con los recursos de los contribuyentes (opositores, incluidos) en desmedro de la oposición que debe afrontarlas con recursos propios. Fraude es envilecer al Estado transformándolo en un aparato al servicio de la carrera política gobernante. Fraude es que el gasto en publicidad oficial (eufemismo de “culto a la personalidad”) se lleve la parte del león del presupuesto. Fraude es la permanente propaganda electoral (encubierta e ilegal) que se encubre en la expresión “gestión Fulano de tal” de los avisos con los que nos bombardean. Fraude es hacer “beneficencia”, con el dinero de todos como si se tratara del propio, regalando, a lo Papá Noel, subsidios, chapas, cargos y otros menesteres al por mayor.

Fraude y reelección


La reelección del ejecutivo en cualquier nivel (municipal, provincial o nacional) es al fraude, lo que “el chancho a la batata”. La relación entre el número de reelecciones consecutivas de un gobierno y su consecuente escalada liberticida  es directamente proporcional. Los regímenes fraudulentos de Nicolás Maduro, Evo Morales, Rafael Correa así lo prueban. Párrafo especial merece el perfeccionado en la isla-cárcel de Cuba, donde los “ciudadanos”, en elecciones “libres y transparentes”, eligen al candidato único del, también, único partido. Es saludable que, ante la amenaza permanente que entraña amenaza de la reelección de políticos sin escrúpulos, dirigentes de la oposición firmaran en Salta un pacto por el que se comprometían a terminar con dicho flagelo. Sin embargo, en la todavía presente campaña electoral, la voluntad política para instalarlo como tema central, ha brillado por su ausencia.

Fraude electrónico


No me consta, ni me deja de constar que hubo fraude electrónico; tampoco si, dado el fraude mayor descripto anteriormente, el mismo hacía falta. Porque, fraude, en este país hay para hacer dulce. Qué es sino, los jueces oyarbides y zaffaronis dando protección a los boudu y a las bonafini pero, condenando (en contra los principios universales del Derecho) a los militares que participaron y no participaron, en la lucha contra la subversión. Y, acaso ¿no es, también, fraude? el tirarles abajo un monumento y llamar genocidas a los soldados salteños que combatieron heroicamente en Manchalá.

Qué si ¿hubo fraude en las elecciones?;...vaya pregunta ociosa.

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