por Ricardo Angoso
@ricardoangoso
La celebración de Haloween en La Habana adquiere un tinte
muy peculiar. Mientras en el resto del mundo se celebra el día de las brujas,
en que la gente se disfraza, baila alegremente y sale de rumba, en Cuba se
celebra, con arteros planes, una caza de brujas despiadada de disidentes y
opositores políticos. La represión policial el pasado fin de semana ha sido
brutal, violenta y sin ningún miramiento. La naturaleza militar del régimen
comunista cubano le obliga a actuar por la fuerza frente a cualquier signo de
disidencia. Está claro que los Castro que no van a bajar la guardia y que están
dispuestos a morir matando, sin dejar ninguna esperanza para una transición
hacia la democracia y el cambio. Los Castro tiene más que ver con Gadafi, que
acabó sus días ejecutado tras haber iniciado una escalada represiva sin
control, que con Jaruzelski, el hombre que lideró la transición política en
Polonia y abrió las puertas a la libertad en el país.
Este fin de semana, mientras el mundo se divertía ajeno a lo que ocurría en la ergástula cubana, en La Habana se desarrollaba un auténtico aquelarre represivo. Más de dos centenares de activistas pro derechos humanos fueron detenidos y encarcelados en condiciones muy duras, sin apenas garantías jurídicas y procesales. Las protestas de las Damas de Blanco también fueron acalladas por la fuerza, algunas de las componentes de este grupo incluso fueron agredidas y detenidas y el aparato policial se mostró implacable pese a la naturaleza pacífica y no violenta del grupo. Muchas Damas de Blanco, indefensas y algunas de avanzada edad, han sido también apaleadas por las turbas que envía el régimen para que acallen toda forma de protesta. Ni que decir tiene que esa chusma que ataca a las Damas no se organiza de forma espontánea, sino que tras estas "expresiones" de ira popular está el servicio secreto cubano: el tristemente conocido como G2.
A medida que crece la presión popular en las calles cubanas a favor del cambio político, la represión se incrementa y las detenciones aumentan. Según fuentes bien informadas de la isla, en los últimos dos meses el número de detenidos podría llegar hasta los dos millares y es más que seguro que de aquí a las Navidades -fechas que la dictadura castrista detesta por su carácter religioso- la persecución crecerá. Nada induce a pensar que vaya a a cesar, más bien lo contrario, como la historia demuestra; sino que a mayor presión a favor del cambio más dureza policiaca.
Increíblemente, esta nueva oleada represiva en la mayor
cárcel mundo coincide con el acercamiento de los Estados Unidos a la isla y el
proceso de recomposición de las relaciones políticas, diplomáticas y económicas
entre los dos países. Nada parece detener a la dictadura de los hermanos
Castro, ni siquiera los gestos aperturistas del presidente norteamericano, Barack
Obama, hacia la segunda tiranía comunista más larga de la historia de la
humanidad, tras la de Corea del Norte, han servido para aplacar a los esbirros
del régimen.
VERGONZOSO SILENCIO DE LOS ESTADOS UNIDOS Y DE AMÉRICA
LATINA
Pero si la actitud de los Estados Unidos de haber hecho
concesiones a los Castro y otorgarles una suerte de legitimidad política, sin
haber obtenido nada a cambio ni anuncios de reformas, hay que denunciar el
silencio y la complacencia de todas las naciones de América Latina hacia el
régimen más tiránico, criminal y opresivo que haya existido nunca en la
historia del continente. Unos le apoyan descaradamente, como el idolatrado Pepe
Múgica, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, el de Bolivia, Evo
Morales, el de Ecuador, Rafael Correa, la de Brasil, Dilma Rousseff, y también
la de Argentina, Cristina Kirchner, mientras que otros, como en los casos de
Chile y Perú, prefieren mirar para otro lado y tampoco se manifiestan. Mención
aparte es el caso de Nicolás Maduro, ya que Venezuela se convirtió en una
colonia cubana y no viceversa y el máximo líder venezolano fue elevado a la
condición de cipayo mayor del régimen castrista. Un gran honor para un tipo
execrable, burdo, violento, tiránico, autoritario e inhumano.
Casi seis décadas de represión en Cuba han conseguido
destruir a la sociedad civil cubana y crear un mundo político monolítico,
cerrado, intolerante y ajeno a cualquier demanda de cambio, mostrando a las
claras la incapacidad que tiene el régimen comunista para adaptarse a las
nuevas realidades y democratizarse. A diferencia de lo que ocurrió en los
países comunistas bajo la órbita soviética, en Cuba nunca hubo reformas
políticas y económicas, algo que ha generado un retraso en todos los órdenes
muy notable.
El país se quedó detenido en el año 1959, tal como podemos apreciar en su parque móvil, y hoy se podría decir que es uno de los países más atrasados del mundo, por mucho que se empeñen los Castro en alardear de unos deportistas que cada vez que tienen ocasión se les largan y una supuesta educación de alta calidad. Cuba es una suerte de parque jurásico político y económico anclado en un pasado idealizado y mitificado tras una gesta revolucionaria de dudosa entidad moral y ética, sobre todo si tenemos en cuenta que se desarrolló a sangre y fuego sin ningún miramiento. Mientras se hablaba del "hombre nuevo" llamado a vivir en el paraíso socialista, el Che Guevara y los hermanos Castro hacían correr la sangre en los paredones de fusilamiento. Miles de ejecutados, millones de exiliados y huidos en condiciones terribles y once millones de presos todavía viviendo en la isla-prisión de Cuba, por no hablar de las torturas, el hambre y la miseria generalizada, es el balance del sistema político creado por los hermanos Castro y que al día de hoy mantiene intacta su estructura represiva y policial. ¡Qué tristeza de Haloween!
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