Si bien uno es
ministro de la CABA y el otro es un secretario del ministerio de justicia,
tanto Claudio Avruj como Darío Lopérfido pertenecen al mismo rejuntado político.
No me interesa saber quién es más, jerárquicamente, sino quien tiene el visto
bueno del patrón, ya que de acuerdo a lo que dicen, uno de los dos, ante gente
poco avisada, estaría mintiendo.
Es probable que a lo
largo de los próximos días Mauricio Macri haga suya -quizá en sus charlas con
Balcarce- la frase de Néstor Kichner con la que este creía justificar muchas de
las perversas barrabasadas que cometía: “…la
izquierda te da fueros…”. El panorama se presta a ello; en pocos días más
se reunirá con el Papa a quien la mera mención de este tema aterra y, además,
tiene a las “orgas” de Derechos
Humanos S.A. pateándole la cabeza. Entonces, Claudio Avruj cumple, al igual que
Timmerman con Cristina, la misión de poner paños fríos, algo así como: “aunque esté en este lugar, yo soy del
palo…”.
Que exista una
desmesurada diferencia entre la vergüenza del memorándum iraní que se defecaba en
ochenta argentinos asesinados y la defensa de una mentira numérica nada tiene
que ver. En política hemos visto demasiada mierda como para hacernos, hoy,
problemas e ilusionarnos con que los albañales no se volverán a repetir.
De cualquier manera
hay cosas de las que no se vuelve. Cuando Claudio Avruj habla de que 30.000 es
un “número emblemático” y acepta, ¿en
nombre del gobierno?, la falacia, ¿Qué es lo que quiere decir?, en verdad nada
más, pero tampoco nada menos, que lo siguiente: sepan argentinos que aunque los
30.000 sean una mentira, a nosotros nos conviene.
Tampoco se vuelve de
la estupidez cuando Avruj dice que: “…saber
que tenemos una deuda en la sociedad argentina, una herida a cerrar, y que
tenemos que trabajar hacia adelante. Estamos hablando de la muerte,
desaparición y lo que fue la tragedia del terrorismo de Estado, que nos dejó
enormes secuelas…”, porque Claudio Avruj al decir esto y olvidar
descaradamente a las víctimas de la subversión que sí existieron, se convierte
en funcional a los que manejaron la venganza y repite el mismo relato de la
década robada: “…La Argentina era una
idílica comarca pero un día de marzo los militares se despertaron con ganas de
matar…”
Si de deudas se
trata, él sabe bien que la nación ha pagado, y con creces, miles de millones de
pesos en concepto de esa presunta deuda y sabe también, como hombre inteligente
que es, que esos dineros no siempre terminaron en las manos correctas de los deudos
dolientes, sino más bien en las de aquellos que fieles a su estirpe de buitres
han medrado con el dolor ajeno.
Más allá de la orden que Claudio Avruj haya
recibido, sus erráticas actitudes como secretario de DD.HH. solo contribuye a
que siga irresuelto un problema que no los dejará gobernar y que escondido bajo
la alfombra seguirá sin tendrá solución, porque no se puede seguir, año tras
año, mintiendo cuando se había prometido no mentir nunca más.
Claudio Avruj es hoy
una incógnita, su discurso es exactamente igual, incluso al negar las víctimas
del terrorismo, al que urdieron Cristina y Néstor para hacerse perdonar -mientras
acogotaban jubilados al amparo de la 1.050 de Martinez de Hoz- que ni un hábeas
corpus firmaron ni palabra alguna dijeron durante la vigencia del proceso por
los desaparecidos; pero tampoco pensemos que es un infiltrado, quizás la
historia le ha reservado el guarango papel de un Rivera Indarte redivivo que,
con su incompleto parque de la memoria, diga, al igual que las “Tablas de Sangre”, una gran parte de la
mentira.
Jose
Luis Milia
NOTA:
Las imágenes no corresponden a la nota original.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!