Parafraseando el
dicho del soldado Marcelo, en el “Hamlet”
de Shakeasperare, “algo huele mal en
Guatemala”, con el masivo asesinato ocurrido en la cárcel, para dar muerte
al capitán Byron Lima Oliva, injustamente sentenciado como cómplice del crimen
contra el Obispo Juan Gerardi, el 26 de abril de 1998.
Guatemala es un país
que ha sufrido cruenta violencia de guerra revolucionaria comunista. Las
fechorías guerrilleras y terroristas del marxismo-leninismo, de 1960 a 1996,
incluyeron el asesinato del embajador de los EUU y el secuestro del Canciller
de Guatemala.
Ricardo Angoso,
sociólogo y periodista español, ha contribuido con sus investigaciones
publicadas, sobre el famoso “Caso
Gerardi”, acaecido un año y medio después de la firma de los acuerdos de
Paz, suscritos por las organizaciones armadas comunistas y el Gobierno de
Guatemala.
Pero, la paz se tornó
en venganza y persecución judicial contra los militares. Porque las izquierdas
iniciaron la tergiversación histórica, con el proyecto de Recuperación de la
Memoria Histórica (REMHI), que vanagloria al comunismo y culpa de horrendos
como ficticios crímenes a las FFAA.
Juan Gerardi, Obispo
Auxiliar capitalino, comprometido con la Teología de la Liberación, fue
asesinado a golpes en el garaje de su residencia, el 26 de abril de 1998. Dos
días después de que presentara su informe “Guatemala
Nunca Más”.
Nunca se identificó a
los verdaderos autores, porque Mario Orantes que residía con el obispo, ocultó
pruebas y cambió de versiones. La empleada doméstica, Margarita López, no
aportó nada. Ambos fueron inicialmente arrestados. Pero, por presión a la
Justicia, forzando el exilio del juez Henri Monroy, destituyendo al fiscal Otto
Ardón y descalificando al antropólogo forense español José Manuel Reverte Coma.
Se logró redireccionar la investigación contra las FFAA de Guatemala, logrando
la impunidad de los verdaderos responsables.
El 8 de julio de 2011
fueron condenados a 30 años de prisión tres militares: el asesinado capitán
Byron Miguel Lima Oliva, su padre el coronel Byron Disrael Lima Estrada (en
libertad) y el sargento Obdulio Villanueva (ya fallecido); y a 20 años el mayor
sospechoso del crimen Gerardi, Mario Orantes (en libertad desde el 4 de enero
de 2013), absolvieron a la empleada doméstica Margarita López, que ayudó a
tergiversar la escena del crimen.
El 18 de julio, hace
11 días, fue masacrado en prisión, con armas de grueso calibre y granadas de
guerra, el capitán Byron Miguel Lima Oliva. Quien ya había sufrido varios
atentados contra su vida. Con él fueron asesinados una visitante
medioambientalista argentina y cerca de once presos guatemaltecos del entorno
del capitán Lima. La prisión fue retenida por los asaltantes el tiempo que
demandó remover las escenas del delito. El sepelio fue inmediato, obviando el
rigor de la investigación forense, que generó dudas y sospechas de un crimen de
Estado. Una semana antes, el sistema penitenciario ya venía incumpliendo con la
asignación de tres custodios para el resguardo del capitán Lima Oliva, quien
estaba solicitando reabrir el caso Gerardi, con pruebas sobre su inocencia, con
la colaboración del FBI.
En América
Latina la égida violenta es de
responsabilidad de las izquierdas, el peligro que nos acecha no proviene del
islamismo fundamentalista, sino de los revolucionarios marxistas en sus
diferentes facetas políticas y terroristas.
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