lunes, 1 de agosto de 2016

ALGO HUELE MAL EN GUATEMALA

Por Sergio Tapia T.

Parafraseando el dicho del soldado Marcelo, en el “Hamlet” de Shakeasperare, “algo huele mal en Guatemala”, con el masivo asesinato ocurrido en la cárcel, para dar muerte al capitán Byron Lima Oliva, injustamente sentenciado como cómplice del crimen contra el Obispo Juan Gerardi, el 26 de abril de 1998.

Capitán Byron Lima entrando a tribunales en el caso Gerardi, en 2001

Guatemala es un país que ha sufrido cruenta violencia de guerra revolucionaria comunista. Las fechorías guerrilleras y terroristas del marxismo-leninismo, de 1960 a 1996, incluyeron el asesinato del embajador de los EUU y el secuestro del Canciller de Guatemala.

Ricardo Angoso, sociólogo y periodista español, ha contribuido con sus investigaciones publicadas, sobre el famoso “Caso Gerardi”, acaecido un año y medio después de la firma de los acuerdos de Paz, suscritos por las organizaciones armadas comunistas y el Gobierno de Guatemala.

Pero, la paz se tornó en venganza y persecución judicial contra los militares. Porque las izquierdas iniciaron la tergiversación histórica, con el proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), que vanagloria al comunismo y culpa de horrendos como ficticios crímenes a las FFAA.

Obispo Auxiliar Juan Gerardi

Juan Gerardi, Obispo Auxiliar capitalino, comprometido con la Teología de la Liberación, fue asesinado a golpes en el garaje de su residencia, el 26 de abril de 1998. Dos días después de que presentara su informe “Guatemala Nunca Más”.

Mario Orantes

Nunca se identificó a los verdaderos autores, porque Mario Orantes que residía con el obispo, ocultó pruebas y cambió de versiones. La empleada doméstica, Margarita López, no aportó nada. Ambos fueron inicialmente arrestados. Pero, por presión a la Justicia, forzando el exilio del juez Henri Monroy, destituyendo al fiscal Otto Ardón y descalificando al antropólogo forense español José Manuel Reverte Coma. Se logró redireccionar la investigación contra las FFAA de Guatemala, logrando la impunidad de los verdaderos responsables.

El 8 de julio de 2011 fueron condenados a 30 años de prisión tres militares: el asesinado capitán Byron Miguel Lima Oliva, su padre el coronel Byron Disrael Lima Estrada (en libertad) y el sargento Obdulio Villanueva (ya fallecido); y a 20 años el mayor sospechoso del crimen Gerardi, Mario Orantes (en libertad desde el 4 de enero de 2013), absolvieron a la empleada doméstica Margarita López, que ayudó a tergiversar la escena del crimen.

El 18 de julio, hace 11 días, fue masacrado en prisión, con armas de grueso calibre y granadas de guerra, el capitán Byron Miguel Lima Oliva. Quien ya había sufrido varios atentados contra su vida. Con él fueron asesinados una visitante medioambientalista argentina y cerca de once presos guatemaltecos del entorno del capitán Lima. La prisión fue retenida por los asaltantes el tiempo que demandó remover las escenas del delito. El sepelio fue inmediato, obviando el rigor de la investigación forense, que generó dudas y sospechas de un crimen de Estado. Una semana antes, el sistema penitenciario ya venía incumpliendo con la asignación de tres custodios para el resguardo del capitán Lima Oliva, quien estaba solicitando reabrir el caso Gerardi, con pruebas sobre su inocencia, con la colaboración del FBI.

En América Latina  la égida violenta es de responsabilidad de las izquierdas, el peligro que nos acecha no proviene del islamismo fundamentalista, sino de los revolucionarios marxistas en sus diferentes facetas políticas y terroristas.

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