por Malú Kikuchi •
01/08/2016
Existe el derecho
natural, un derecho universal, inalienable, inmutable y previo a cualquier
derecho creado por los seres humanos. Es un derecho que no pasa por la
legislación de los diferentes países, ya que en algunos se permite la pena de
muerte y en otros, no.
Hay legislaciones que
penalizan ciertas inclinaciones sexuales, o la tortura, o las ablaciones o no
permiten la libertad de culto; leyes que difieren entre sí de acuerdo a los
tiempos, los signos políticos y los distintos países. El derecho natural está
por encima de todo esto. Es el mismo para todos los humanos.
Al parecer, en
Argentina, el derecho natural no es tenido en cuenta. Depende del gobierno de
turno, de una historia con una sola memoria y de una delirante imaginación que
convirtió a los terroristas en héroes.
El 1°/1/1959 entraba
Fidel Castro a La Habana, triunfante, luego de que Fulgencio Batista abandonara
el país. Declaró el 19/4/1959 ante la Asamblea de Naciones Unidas, “no soy comunista”. Puede que en ese
momento no lo fuera, pero lo fue. La URSS y EEUU estaban en plena guerra fría.
Latino América era
una presa codiciada y propicia a cualquier revolución “antiimperialista”. Argentina era el país soñado, si compraba la
revolución cubana, probablemente el resto de los países de la zona la
siguieran. El objetivo era claro, la ayuda monetaria venía desde La Habana, vía
Praga.
A Praga llegaba desde
la URSS. En Argentina, siguiendo una política muy torpe, se había proscripto al
PJ desde 1955 (Revolución Libertadora). El PJ era el partido mayoritario, el
malestar era evidente, sin el PJ no se ganaban elecciones. Frondizi llegó al
poder acordando con el PJ.
Más adelante,
aparecieron las guerrillas, las más conocidas, el ERP[1],
de extracción comunista y Montoneros, PJ. La guerrilla tiene, por lo menos en
Argentina, una connotación romántica, se debe a Güemes y sus “infernales” y tiene siempre, a pesar de
todo, una razón de ser.
Pero el 11/3/1973, en
elecciones generales limpias, no sólo participó el PJ con la fórmula Cámpora
/Solano Lima, sino que las ganó. A partir de ahí, la guerrilla se convirtió en
terrorismo, actuó en contra de un gobierno democráticamente electo y sin
proscripciones. Se quedó sin “porqué”.
Durante los gobiernos
K se estableció que los crímenes cometidos desde el gobierno, aún actuando en
defensa propia, con medios no convencionales y a veces muy errados, eran
delitos de “lesa humanidad”. Los
cometidos por los que atacaron las instituciones, secuestraron y mataron,
fueron “maravillosos muchachos
idealistas”.
Tucumán, 11/12/1974,
presidente de la nación María Estela Martínez de Perón. Mientras María Cristina
Picón de Viola, embarazada de 5 meses, abría el portón del garaje, en el auto
manejado por su marido, el Capitán Humberto Viola, con sus hijas María Fernanda
de 5 años y María Cristina de 3, 3 individuos del ERP dispararon y mataron a
Viola, a la chiquita de 3 y dejaron mal herida a la de 5. Hace casi 42 años.
Después de un largo
calvario judicial, María Cristina Picón pretende reabrir el caso. Un juez
federal de Tucumán se niega alegando que no es un caso de lesa humanidad. Pero
la cámara federal de Tucumán dice que si se encuentran nuevos elementos se
podría reabrir. A pesar que en su momento un juez de la causa aclaró que no se
habían juzgado a todos los actores, ni a los ideólogos, los camaristas
Geminiani, Figueroa y Cabral, rechazaron el pedido.
Picón, insiste.
Recogiendo la convención de Ginebra 1949, “no
se puede atentar contra civiles inocentes” y el caso de Duska Tadic,
juzgado por el Tribunal Penal Internacional sobre la ex Yugoeslavia y condenado
a 20 años, ya que “los actores no
estatales pueden cometer crímenes de lesa humanidad”.
En el poder judicial
argentino hay demasiada “justicia
legítima” y todavía muy poca JUSTICIA. Como en su país no encuentra su
derecho al derecho, Picón recurre a la Comisión Internacional de DDHH. Es
triste. Es muy triste que después de 42 años, la Sra. Picón deba buscar fuera
de Argentina, la justicia y la defensa de los DDHH, que Argentina le niega.
Malú
Kikuchi
La caja de Pandora
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