La víctima asegura
estar en peligro real y que no cuenta con ninguna garantía: "Yo sé que son capaces de matar".
Hace más de diez días que debe esconderse en distintos lugares. No es el único
caso en su entorno.
Sep 29, 2016
Escribe: David Rey
Lo que faltaba.
A la interminable
secuencia de atropellos, persecuciones y hostigamiento por parte de la “justicia” argentina hacia los miembros
de las fuerzas de seguridad que en la época de los 70 combatieron contra las
organizaciones terroristas, se suma un hecho no menos aberrante y, por cierto,
más preocupante aún: acaban de amenazar de muerte a la hija de un militar
procesado por delitos de Lesa Humanidad. Lo mismo se da en el contexto de
recientes reveses judiciales que parecen exasperar a quienes más se han
beneficiado con el clima de venganza y revanchismo que durante más de diez años
alentó el gobierno kirchnerista.
Este redactor acaso
se hace eco de las desesperadas declaraciones de una persona que, mientras que
aporta todos los pormenores, aterrorizada ruega que no sean consignados su
nombre, ni el de su padre, ni mucho menos el de los jueces de la causa en la
que está implicado. Aquello que un día comenzó por ser un insulto a través de
redes sociales, hoy llega al penoso extremo de involucrar la vida de quienes
nada tienen que ver con esta historia. “Me
amenazaron con matarme. Me dijeron que me calle porque iba a terminar muerta…”,
confió. Acto seguido, le aseguraron: “Sabemos
dónde paseás con tus hijos. Vas a tener que cuidarlos cuando andes con ellos
por la calle”.
De hecho, la persona
con la que se contactó DAVID REY.com.ar afirmó que hace días
que se siente perseguida. Y que sabe quiénes, cómo y dónde la han estado
observando. En fin, sabe perfectamente de dónde provienen las amenazas, pero de
la misma manera en que no puede permitir que la prensa difunda con nombres y
apellidos (con esta condición brindó su alarmante testimonio) tampoco puede
denunciarlos ante la Justicia, y precisamente porque ellos, hoy, son la
Justicia. “Estoy en peligro real”,
confió a este medio, “fueron terroristas.
Yo sé que son capaces de matar”.
“Están
cebados de furia, y el foco, en este momento, soy yo. Son capaces de cualquier
cosa con tal de seguir teniendo el poder”, dijo la
persona amenazada. “Yo no tengo nada que
ver con nada. Lo único que hice fue intentar defender a mi papá. Yo, hoy, no
estoy segura en mi ciudad. Estoy muy insegura. Y vivo movilizándome de aquí
para allá con mis hijos. Estamos muy solos. Soy hija de un militar y sé, más o
menos, cómo manejarme en ciertas circunstancias. Pero no sé… hasta cuándo voy a
poder seguir así. No hay ninguna garantía tanto para mí como para la vida de
mis hijos. Es muy peligrosa esta situación. Ellos están perdiendo poder, y no
hay nada más peligroso que un terrorista perdiendo poder. Son capaces de
cualquier cosa. El terrorista, para sembrar pánico en la población, mata a uno.
Y estas personas no tienen ningún drama en seguir matando”.
A todo esto, agrega
dos angustiosos precedentes: “A mi papá
ya intentaron matarlo. Somos varios los testigos de que quisieron matarlo. Yo
sé que hoy me quieren hacer daño a mí para dejarle un mensaje encubierto a la
sociedad. Hoy no me animo a salir de esta habitación, y mañana ya sé que me
tengo que cambiar de lugar”.
“Están cebados de
furia y el foco, en este momento, soy yo”.
Por otra parte,
confió a DAVIDREY.com.ar que entre los
tantos allegados que fueron perseguidos y amenazados, como ella, hubo quien –por
temor– incluso tuvo que irse de este país. “Le
habían puesto un matón para que lo siguiera a todos lados, igual que a mí”,
añadió.
Este humilde redactor
lamenta no sólo la necesariamente escueta información aquí ofrecida sino que
además se excusa ante el lector por la inusual práctica de referir entidades
sin nombres y hechos más bien imprecisos. Acaso estas cuestiones configuran la
condición sine qua non para poder reflejar el calvario de una persona que hoy
no sólo teme por su vida sino además por las de sus hijos, El hecho también
sirve para ilustrar el “costado oscuro”
de los juicios de Lesa Humanidad que se llevan a cabo en Argentina.
Testimonios falsos,
memoria “construida” (léase
inventada, falseada), fiscales militantes, jueces con pasado terrorista,
indemnizaciones que prácticamente las víctimas pagan a sus victimarios, ya casi
400 Presos Políticos muertos en cautiverio… son apenas algunos de los “ítems” que completan toda esta grosera
farsa que propone retrotraernos cuarenta años en el tiempo y a la que ahora se
suma una no menos significativa cuestión: la amenaza de muerte.
En fin: es cierto que
con el advenimiento del macrismo no se han visto grandes cambios en materia de
terminar con los “circos judiciales”
en torno a los años 70, pero al menos sí podría deducirse el poco interés
oficial en lo que respecta a involucrarse en la cuestión (más allá de alguna
impostura estrictamente “protocolar”,
“correctista”). Ya no se presiona
tanto a los jueces como antes, lo cual es suficiente para que al menos algunas
causas adquieran virajes repentinos que, en definitiva, desnudan la tan
capciosa como enfermiza naturaleza de los llamados “juicios de lesa”.
Están perdiendo
poder, efectivamente… pero no por otra cosa que por la propia inercia de un
entremés corrupto que ya no cuenta con tanto apoyo oficial. Están perdiendo
poder porque antes se relamían encerrando, torturando y matando generales…
ahora tienen que satisfacer esa misma psicosis homicida amenazando a simples
ciudadanos: “Callate porque te vamos a
matar (…). Sabemos dónde paseás con tus hijos. Vas a tener que cuidarlos cuando
andes con ellos por la calle”.
Claramente, son
psicópatas: no les basta con la amenaza propiamente dicha, acaso ni les
satisfaría la concreción de la misma sino que necesitan tocar donde más duele.
Disfrutan del hecho de provocar indefensión en el objetivo, en la víctima. Es
su modo de ser en la vida: saben lo que hacen, abrazan la firme decisión de
dañar. Perversos así, durante mucho más de doce años ocuparon cargos públicos y
han sido nada menos que reivindicados por todo el arco político, toda la prensa
nacional y buena parte de la ciudadanía argentina, la que sin embargo votó un
cambio de escenario hace poco.
A esta última, dadas
las circunstancias, resta apelar en función de hacer primar el sentido común
por sobre todo resabio político e ideológico. Mientras usted, lector, termina
de leer este artículo, la persona que me concedió esta entrevista y que, por precaución,
no puede dar su nombre, está cambiando de domicilio para seguir escapando de
los matones que la amenazaron con matarla a ella y a sus hijos. ¿Y si fuera
usted, lector…? ¿Qué esperaría de los argentinos?
Ojalá, gracias al
sentido común de los argentinos, dentro de poco sea posible contar esta misma
historia… con nombres y apellidos. Y que, por cierto, sea la última historia de
estas características.
Por precaución, DAVIDREY.com.ar no subscribe el material
documental que cerciora la validez de la información brindada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!