Más
incertidumbres que certezas
Una vez que
parece que las dos partes implicadas en el conflicto colombiano han
escenificado lo que parece el final del mismo tras más de medio siglo de guerra
y el comienzo de una nueva era basada en una paz duradera, hay dudas razonables
acerca del desenlace. Tanto el gobierno colombiano, que preside el camaleónico
Juan Manuel Santos, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),
alzadas en armas desde el año 1964, parece que esta vez van en serio y que hay
voluntad para llegar a un punto y final a esta larga sangría que ha provocado
ocho millones de víctimas, de las cuales seis millones son desplazados, y que
la violencia sea un recuerdo del pasado en este país. Aun así, sobre la mesa
hay más incertidumbres que certezas.
FIRMAR EL ACUERDO DEFINITIVO
La reciente
rubrica de La Habana, tras años de negociaciones entre las partes, no es
definitiva y el acuerdo final que ponga fin a la violencia en Colombia se
firmará en territorio nacional. Para ello, obviamente, tendrán que levantarse
las órdenes de búsqueda y captura a los máximos cabecillas de las FARC -ahora
negociadores en Cuba- y la sociedad colombiana tendrá que aceptar que muchos de
los crímenes perpetrados quedarán impunes.
¿Aceptarán los
colombianos esta paz de Santos a cambio de cerrar los ojos y tolerar una cierta
impunidad? ¿Será ese el precio a pagar por la paz?
CONCENTRACIÓN DE LAS FARC EN VARIAS ZONAS
En total,
según ha transcendido a algunos medios bien informados -El Espectador, por ejemplo-,
los guerrilleros de las FARC tendrán que agruparse en 23 zonas del país
denominadas de “concentración”. Los
antiguos guerrilleros, ahora ya
aceptados como actores del proceso político, se incorporarán sin armas y de
civil a dichas áreas. ¿Se respetará la vida de los antiguos guerrilleros por
parte de algunos grupos contrarios al proceso de paz? ¿Pasarán los antiguos
terroristas, hasta hace unos días matando, secuestrando y extorsionado, a
la vida civil sin ocasionar más daños al país?
TRANSFORMAR ACUERDOS EN LEYES
Este aspecto
es fundamental para las FARC, ya que dotaría al nuevo Estado colombiano
de una parte ideológica más cercana a sus intereses, mientras que el gobierno lo
asume como una parte táctica. Sin embargo, para un país que es una democracia
de opereta y donde los derechos fundamentales no fueron respetados nunca, ¿qué
valor pueden tener estas palabras? Además, hacer concesiones a las FARC, ante
el escepticismo de la sociedad y la mala imagen del proceso de paz, sería un precio
demasiado alto a pagar y es más que seguro que se generarían controversias no
exentas, seguramente, de violencia.
Pero, ¿cómo
explicarían las FARC a la sociedad colombiana más de medio siglo de violencia
sin apenas arrancar concesiones políticas a sus adversarios? Sería una renuncia
histórica, en términos políticos, que las FARC abandonasen las armas sin haber
conseguido ninguno de sus objetivos.
NARCOTRÁFICO
“Las FARC se consolidan como el primer cartel del
narcotráfico del país”, aseguraba el diario El Espectador hace apenas un
año. Las cosas no han cambiado al día de hoy y la ligazón entre el narcotráfico
y la guerrilla más antigua de América es un hecho. Se calcula que el 60% del
tráfico de drogas de Colombia hacia el exterior está controlado por las FARC y
en los últimos años se ha detectado un aumento del número de hectáreas
cultivadas de coca, habiendo llegado ya a las 160.000 en el 2015.
Numerosos
cabecillas de las FARC están implicados en el negocio y no lo abandonarán
fácilmente. ¿Cómo abordará este asunto el Estado colombiano, cómo se recuperarán
los miles de millones de dólares depositados en el exterior por las FARC
procedentes de este ilícito negocio?
RATIFICACIÓN POPULAR
El presidente
Santos ha dicho siempre y lo ha repetido en todas las instancias nacionales e
internacionales, incluso hasta las Naciones Unidas, que los acuerdos rubricados
con las FARC serán refrendados por el pueblo colombiano en una consulta
popular. El reto tiene sus riesgos, toda vez que la oposición política, pero
especialmente el expresidente Álvaro Uribe que lidera al Centro Democrático, ya
ha dicho que dará la batalla contra esta “paz”
firmada por Santos, que según él
legitima la impunidad y la venta del país al terrorismo.
Pero también
podría ocurrir que los colombianos den la espalda a los acuerdos tras
demasiados años de negociaciones. Podrían llegar a votar en contra de los acuerdos, simplemente, o convertir a la
abstención en un voto masivo de protesta contra la forma en que se ha conducido
tan largo y barroco proceso.
REINSERCIÓN DE ANTIGUOS TERRORISTAS
Según las
fuentes, las FARC tienen entre 8.000 y 10.000 alzados en armas al día hoy y
repartidos en varios frentes a lo largo y ancho de este país agreste,
montañoso, extenso y selvático. Garantizar que dejen las armas, se integren en
la vida civil y política y abandonen toda actividad delictiva, tras años en la
selva y un camino hacia la reintegración social realmente difícil, parecen unos
objetivos, al día de hoy, imposibles de lograr. ¿Cómo conseguir que un antiguo
guerrillero que hasta hace unos días volaba puentes o colocaba minas se integre
en la sociedad colombiana? ¿Qué recursos se destinarán y de dónde procederán
para pagar a los miles de guerrilleros que (seguramente) dejen de matar y retornen
a la vida civil?
DEJACIÓN DE LAS ARMAS DEFINITIVA POR LAS
FARC
Este es uno de
los aspectos más controvertidos y complejos
del proceso de paz, que no en vano se ha dejado para el final por las
dificultades que entraña. Ese punto, de cumplirse, tal como está estipulado,
sería el desarme de la guerrilla –u organización terrorista para el
Departamento de Estado norteamericano y la Unión Europea– y el final de la
utilización de la violencia como forma de hacer política, dando un paso hacia
adelante histórico y poniendo fin a la pesadilla. Pero hay muchas dudas.
¿Entregarán
todas las armas las FARC? ¿Harán dejación
de las armas todos los frentes de esta organización que ahora están fuera de
control de la cúpula y actúan de una forma más o menos autónoma en varias zonas
ignotas de Colombia? ¿Cómo controlar ese proceso si las FARC es una
organización irregular sin apenas un listado de sus armas y pertrechos
militares?
PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LA GUERRILLA
Ya se ha dicho
durante el proceso que las FARC se acabarán convirtiendo en un partido político
y su máximo líder en las negociaciones, ‘Timochenko’,
así lo anunció en La Habana de una forma clara: “Claro que las FARC haremos política, si esa es nuestra razón de ser,
pero por medios legales y pacíficos, con los mismos derechos y garantías de los
demás partidos”. Sin embargo, el gobierno colombiano todavía no ha
definido, al menos públicamente, cómo se formalizará esa participación de las
FARC en las instituciones y si, finalmente, se les adjudicará un cupo a los
guerrilleros en el poder legislativo y en la administración local.
Este asunto,
por cierto muy impopular en determinados sectores colombianos, es crucial para
el éxito de la paz de Santos, pues es evidente que las FARC dejarán las armas a
cambio de que el Estado ceda en algunas de sus demandas. ¿Serán capaces las
FARC de participar en el juego político como un partido en igualdad de
condiciones que el resto de las formaciones colombianas?
¿Cómo se podrá
realizar esa reinserción política sin apoyo social y sin haberse concretado
todavía los términos de la misma?
Balance
desolador del conflicto. Tras más de cincuenta años de guerra entre la
organización comunista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Estado
colombiano, que destinó ingentes recursos para derrotarla y no pudo, hay
millones de víctimas que todavía padecen el conflicto y otros casi
cuatrocientos mil colombianos que no han vivido para contarlo.
Algunos desaparecidos sin ni siquiera una tumba que los recuerde. Hay también
entre seis y siete millones de desplazados –casi el 16% de población del país–,
más de 3.000 desaparecidos que seguramente no aparecerán nunca y varios
centenares de secuestrados en manos de las FARC de los nunca más se supo y
nadie da fe de que puedan estar con vida.
@ricardoangoso
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