Señor Ing. Mauricio
MACRI
CRUZADA CONSERVADORA
PETICIONA
Ley de amnistía
Se pretende que esta
sea una ley de olvido, que va a restablecer la calma de la situación política y
social y a fundar la paz en nuestra vida pública o como dicen hoy cierre la
grieta.
A nadie escapa que a
partir de este día domingo, tras un año de las elecciones, el Poder Ejecutivo
tendrá que blanquear la situación institucional, tan escondida, con respecto al
futuro de los PRESOS POLÍTICOS. Es el deseo de millones de argentinos que otro
País, tal vez, comience a asomar. A tal
efecto y para no dejar duda alguna, si ese nuevo amanecer argentino no se basa,
no tiene sus cimientos en la reconciliación nacional, de nada habrá servido
tanto sacrificio, tantas miserias y tantos agravios a nuestras instituciones.
Ni los acusados ni
los acusadores, ni ellos ni nosotros hemos olvidado nada. Lo único que se ha
olvidado y se olvida son las lecciones de nuestra historia, de nuestra triste
experiencia. ¿Cuántas leyes de amnistía se han dictado y los hechos se han
vuelto a suceder con dolorosa regularidad: la rebelión, la represión, el
perdón? Y está en la conciencia de todos que esta amnistía, que se supone ser
la última, no lo será; será muy pronto, tal vez, la penúltima. Porque las
causas que producen estos hechos subsisten, y no sólo en toda su integridad,
sino que se agravan cada día que pasa.
Han pasado muchas
décadas desde que la anarquía subversiva llevó al país a la conflagración.
Luego, vinieron los cambios y los sucesos que todos conocemos.
Algunos buscamos la
paz, en el convencimiento, en la prédica, en las buenas doctrinas para poder
llegar a la verdad institucional. ¿Y cómo nos encontramos hoy?
Debo responder: ¡Han
fracasado, lamentablemente, todas las teorías evolutivas y nos encontramos hoy
peor que nunca!
Porque esta es la
situación de la República.
¿Cómo podemos esperar
que por esta simple ley del olvido vamos a modificar la situación, vamos a
evitar que se produzcan cambios de actitud de aquellos que hoy nos gobiernan?
Se han cometido
excesos jurídicos que nos avergüenzan ante las grandes naciones civilizadas.
No nos dirá esta ley
de amnistía, que pretenden solicitar , no nos dirá esta exigencia nacional, que
es un pedido a gritos de todos los puntos cardinales de la República, esta
exigencia de perdón, que vive en el fondo de la conciencia colectiva nacional,
algo que dice: Esos hombres no son criminales; actuaron conforme a mandato
legislativo y nacional; esos hombres, algunos, dada la dimensión del conflicto,
pudieron haber equivocado el rumbo, pero obedecían por encima de todo a un
móvil patriótico.
Sólo habrá ley de
olvido; sólo habrá ley de paz, sólo habremos restablecido la unión en la gran
familia argentina, el día que todos los argentinos tengamos los mismos
derechos.
Repito: no sólo no
hay olvido, no sólo todas las causas están en pie, sino que los subversivos de
ayer y de hoy siguen sembrando sus semillas de odio.
Quiera el cielo una
verdadera ley de amnistía; sería responder a un gran anhelo público para curar
y cerrar las heridas que hoy siguen desangrando a nuestra República. Que sea
una ley de plena voluntad, con energía, con hechos que eleven los espíritus,
que haga clarear el horizonte y que permita a los ciudadanos esperar en la
efectividad de su derecho el renunciamiento a los actos del accionar subversivo
y violento.
Pero debemos tener
presente que no es admisible, en ningún caso, bajo ningún concepto, sin
trastornar todas las nociones de organización política equiparar el delito
civil al militar, equiparar el ciudadano al soldado. Son entes diversos. El
militar tiene otros deberes y otros derechos; obedece a otras leyes, tiene
otros jueces; viste de otra manera; habla y camina de otra forma. Él está
armado, tiene el privilegio de estar armado. A él le confiamos nuestra bandera,
a él le confiamos las llaves de nuestra fortaleza, baja o sube la bandera
nacional, y todos estos privilegios se los extendemos bajo una sola garantía:
su honor y su palabra.
Nuestros gobernantes
y legisladores juran por Dios y por la Patria, con las manos sobre los
Evangelios; el militar jura sobre el puño de su espada, sobre esa hoja que debe
ser fiel, leal, brillante como un reflejo de su alma, sin mancha y sin tacha.
Por todo esto, la palabra de un soldado tiene algo de sagrado y faltar a ella
es algo más que un perjurio.
Es este el cartabón
en que tienen que medirse nuestros jóvenes oficiales para saber si tienen la
talla moral necesaria para ceñir la espada, que es legado glorioso de aquellos
héroes que nos dieron Patria, cuyo bicentenario festejamos, para vestir el
uniforme llenos de dorados y galones, que sería un ridículo oropel si no fuera
el símbolo de una gloriosa tradición, abnegación y sacrificios que obligan, como
un sacerdocio, al que lo vista.
Hoy, tenemos a
cientos de ellos en la cárcel. Pero sepa el pueblo argentino que esos barrotes
representan la disciplina y ordenanzas militares y sus guardianes el honor y el
deber.
Establezcamos las
diferencias, salvemos la disciplina y las ordenanzas; para entonces, sí y sólo
sí, escuchar al unísono, en formación: ¡Subordinación y valor, para defender a
la Patria!
SEÑOR PRESIDENTE DE
LA NACIÓN, será JUSTICIA y habrirá a la PATRIA amplias vías de convivencia en
la búsqueda definitiva de la tan soñada PAZ INTERIOR.
Fernando
Castro Pintos
Presidente
castropintos@yahoo.com.ar
Presidente
castropintos@yahoo.com.ar
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