Tal como informó
Urgente24 el pasado martes 25 de octubre, Jorge Mario Bergoglio (o papa
Francisco, para sus fieles), determinó que -luego de recopilar y digitalizar
todos los datos- sean abiertos los archivos que están bajo la órbita del
Vaticano en lo que concierne a la última dictadura cívico-militar argentina,
establecida entre 1976 y 1983. “De
acuerdo con un protocolo que se establecerá próximamente, podrán acceder a la
consulta de los documentos referidos las víctimas y familiares directos de los
desaparecidos y detenidos y, en el caso de religiosos o eclesiásticos, también
sus superiores mayores”, comunicaron desde la Santa Sede. Pero, ¿por qué?,
¿qué oculta la Iglesia Católica, que la mayoría de los argentinos no sepamos?
El caso de la
desaparición y asesinato de Léonie Duquet está relacionado con el de su
compañera de congregación, Alice Domon. Según la reconstrucción histórica,
ambas fueron arrojadas al mar, cerca de Santa Teresita, un 17 o 18/12/1977.
Al respecto, una
lectora de Urgente24 abrió el debate:
En estos días el
Vaticano está catalogando archivos secretos que haría públicos, sólo a
familiares de “desaparecidos”.
Me parece que en
beneficio de la verdad, la justicia y la concordia, todos los argentinos
deberíamos poder acceder a esa información. Particularmente porque todos los
argentinos, en mayor o menor grado, hemos sido víctimas de la violencia
setentista.
Sería injusto,
además, que personas que en estos momentos están siendo juzgadas por delitos de
“lesa humanidad” no pudieran acceder a esa información para su defensa.
La Iglesia debería
ofrecer a la sociedad toda la información disponible sobre ese conflicto,
particularmente, la información sobre sus sacerdotes y monjas partidarios de la
“Teología de la Liberación”. La Iglesia tiene mucha información al respecto.
Sólo como ejemplo,
existe la certeza de que, al menos, una de las dos monjas francesas, Alice
Domon, había dejado la vida religiosa mucho antes de morir. Esta religiosa se
había apartado de su comunidad, había dejado de usar los hábitos y en 1975
viajó a Francia paraa desvincularse legalmente de su Comunidad Religiosa. La
Iglesia sabe esto y nunca lo ha hecho público. Ha dejado que personas fueran
condenadas por la muerte de las “monjas” con todo lo que ese título pesa en el
sentimiento y el imaginario popular.
La verdad debe ser
completa sin ocultamientos estratégicos ni falsas justificaciones.
Todos los argentinos,
particularmente los católicos, esperamos que la Iglesia comparta toda la
información que posee y no sólo la que a una facción política le interesa que
sea pública.
Andrea
Palomas Alarcón
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