El señor Etchecolatz
ha sido enviado nuevamente a prisión común, enfermo y con 88 años. Posiblemente
no haya manifestación más elocuente de civilidad y respeto por las
instituciones democráticas que reconocer en el ciudadano que es enemigo
político un sujeto de derecho. Negar, como se hace, a Etchecolatz (y a los
demás militares presos) los derechos y garantías que por ley les corresponden
es una muestra cabal de que el odio y la venganza siguen siendo los móviles de
nuestra vida colectiva. Y que los operadores del sistema judicial sean mudos
testigos (o actores) de este atropello es el signo inequívoco de la fragilidad
de nuestras instituciones. Deberían sentir vergüenza, como sentimos pena los
ciudadanos de a pie, que seguimos viendo cómo se diluye la esperanza de vivir
en un país civilizado en el que las leyes sean iguales para todos.
Juan
Martín Molinari
DNI 18.553.810
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