Por Mauricio Ortín
Néstor, Cristina y su
banda, ¿robaron o no robaron en volúmenes oceánicos a los argentinos? Por lo
pronto, el que una legión de
empresarios, (los más importantes y adinerados del país) se auto incriminen y auto escrachen
confesando la comisión de delitos no es algo que pasa todos los días.
El club de los arrepentidos. Ángelo Calcaterra, Héctor Zavaleta, Javier Sánchez Caballero, Carlos Wagner, Armando Losón, Juan de Goycochea, Guillermo Neira y Aldo Roggio. |
Dejar de lado la
imagen de hombre venerable y presentarse, ante la familia, los amigos, el mundo
de los negocios y la posteridad como un corriente “coimero” no es algo que un empresario hace de buena gana. Menos,
todavía, si ello implica exponerse a dar con los huesos a la cárcel. La prisión
suele ser mucho más dura para aquellos que lo tienen casi todo.
Fotografía inolvidable e inocultable |
Suena
insólito y grotesco pensar que los empresarios que declaran acogiéndose a la
ley de arrepentidos estén mintiendo y participando de un siniestro plan,
urdido entre Bonadío y Macri, para eliminar a Cristina Kirchner de la política
y/o tapar la crisis económica que atraviesa el país. Más aún cuando sus confesiones son congruentes con la otra legión: la
de los funcionarios y cómplices arrepentidos.
Todos,
casi al unísono, señalan a Néstor y Cristina como los jefes de la asociación
ilícita. No hay día en que no aparezca arrepentido y
acusado nuevo. La escala del robo no tiene antecedentes en la Argentina y, en
América, sólo el chavismo-madurismo podría disputarle el título de campeón para
luego ir por la corona mundial con algún despotismo asiático. De allí que los que sostienen, alegremente, que los procesamientos judiciales contra
Cristina, De Vido y otros son políticos o cortinas de humo para tapar la crisis,
tienen poco de cándidos y mucho de encubridores.
Entre
estos, la pincelada extravagante la pone la izquierda;
ya que, Bonadío, le entrega en bandeja la cabeza de la burguesía “cochina” y capitalista y la izquierda inexplicablemente la rechaza y, más
aún, atacan al juez. ¿Pero no era que
estaban contra el capitalismo?, ¿No es paradójico que Víctor Hugo,
Sylvestre, Brancattelli, Moyano, los “Curas
de la Opción por los Pobres” (casi se me escapa, “Opción por los Chorros”), D’Elía, Bonafini, experimenten éste
súbito arrebato de amor al empresariado?
¿En
qué quedamos? Resulta que Macri es el verdugo de los “cochinos” capitalistas y la izquierda la perdonavidas.
Hay que reconocer, nobleza obliga, que este giro copernicano ha requerido,
seguramente, el concienzudo y duro entrenamiento de los músculos faciales al
que se sometieron periodistas y políticos. De que otra manera sino, podrían
mostrarse impertérritos, tipos como Silvestre o Víctor Hugo, cada vez que
manifiestan cosas como: “si no aparecen
los cuadernos no hay pruebas”; “que
robaban, pero, bueno… todos roban”, o “que
robaban pero también repartían (lo robado)”.
Se llevaron todo! |
El
kirchnerismo no anda con chiquitas. Siempre van por todo.
No sólo buscan evitar que Cristina y la banda paguen sus atrocidades sino que,
además, quieren volver sujetar la sartén por el mango. Recuperar la teta del estado con Cristina presidente en el 2019 es el
objeto de toda su prédica. Dicha ambición de impunidad y poder, obviamente,
no hace buena a la mediocre gestión de Macri.
En
un país decadente tal cosa es perfectamente posible.
No así, como es obvio, en un país que contara con una masa crítica mínima de
gente decente (no muchos más de la que Dios le pidió a Lot). Entregar conscientemente y sin una pistola
en la cabeza, la salud y la moral pública, a una ladrona y a su banda sería
algo así como un suicidio colectivo. ¿Qué respeto tendría entonces el mundo por
los argentinos? Y, peor todavía ¿Qué
respeto tendrían los argentinos por sí mismos?
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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