Por Federico Andahazi
12 de enero de 2019
Después de décadas de
silencio, habló
la viuda de José López Rega, personaje con ribetes literarios del que me he
ocupado extensamente cuando escribí el tercer volumen de la "Historia sexual de los
argentinos".
Las
viudas siempre han ejercido una extraña fascinación entre nosotros,
como si fueran las dueñas de un secreto que sus difuntos maridos se llevaron a
la tumba. Acaso albergamos la supersticiosa creencia de que ellas son las
intermediarias entre los muertos y los vivos y que, tal vez, podrían revelarnos
esas verdades ocultas.
El personalismo, por
su mismo carácter místico, no cree en las ideas, sino en el poder único,
mesiánico y mágico del líder insustituible. No se busca seguir una línea de
pensamiento, sino que el ejercicio del poder consiste en aplicar exégesis,
dogmas y en "encarnar" el
espíritu del caudillo. "Volveré y
seré millones", "Mi único
heredero es el pueblo" y otros apotegmas por el estilo hablan de estas
creencias animistas argentinas, tan contrarias a la sarmientina y racional
frase: "Bárbaros, las ideas no se
matan".
El
peronismo supo como ninguna otra fuerza explotar políticamente esa veta mágica
que tanto nos cautiva. La viudez convirtió a una
insignificante bailarina de cabaret en presidente de la República, como si
hubiera sido la portadora del alma del fallecido general. El hecho de que fuera
ella la compañera de fórmula que eligió Perón contenía esa creencia velada.
Años más tarde, otra
viuda peronista, también presidente, se transformaba en la mensajera del marido
muerto. Las referencias espiritistas de Cristina Kirchner como médium de su
difunto esposo han sido públicas y, de hecho, fueron transmitidas en cadena
nacional. "Él" fue el
nombre buñuelesco del espíritu del difunto. "Juro
por Dios, la Patria, y sobre los santos evangelios desempeñar con lealtad y
patriotismo el cargo de Presidenta de la Nación y hacer observar fielmente la
Constitución. Si así no lo hiciera que Dios, la Patria y 'Él' me lo
demanden", recitó Cristina en el Congreso de la Nación, poseída por "Él" el 10 de diciembre de
2011.
El ánima de Néstor
volvió a la Tierra en Villa Palito: "Si
hay algún lugar donde siento que Él está presente es precisamente aquí",
expresó Cristina Fernández convertida en una Pythia de luto.
Y ya transformada en
parodia de sí misma, osó burlarse de "Él"
y de la credulidad de sus seguidores. En un parlamento digno de comedia, elevó
la mirada al cielo y dijo: "Él está
allá arriba, con el Arsat 1 y el Arsat 2, una suerte de barrilete cósmico".
El brujo López Rega quedó reducido a
polvo luego de semejante despliegue de ocultismo.
Los funerales de
Néstor Kirchner fueron una colosal puesta en escena que, a través de la
televisación, mostró una sucesión de números pensados por un dramaturgo. Como
en una obra de teatro, la viuda, de luto junto al cajón, iba recibiendo las
demostraciones de afecto populares, encarnadas en distintos personajes que
parecían salidos de un sainete criollo. Aquella ceremonia mortuoria, en la que
jamás se vio al muerto, se vivió como una suerte de trasvasamiento del espíritu
de Néstor al pueblo y del pueblo a la mujer que acababa de perder a su
compañero. Y la magia funcionó: con Néstor Kirchner vivo el FPV se encaminaba a
una derrota segura: apenas contaba con un 25% de imagen positiva. Luego de la
muerte del expresidente, la viuda ascendió más de veinte puntos porcentuales en
la consideración popular.
Viudas del peronismo… Isabelita Perón, Cristina Kirchner y María Elena Cisneros |
El
peronismo siempre ha sido el más fabuloso artefacto narrativo que dio el país.
Tal vez el encono de Borges para con Juan Domingo Perón haya tenido origen en
aquella capacidad ficcional del que era dueño el general y que Borges ya
hubiese querido para sí. Este dispositivo retórico tiene una particularidad: no
sólo promete un futuro improbable, sino que narra un presente mendaz y
reescribe un pasado que jamás ocurrió.
Las declaraciones de
la viuda de López Rega a este medio ponen de manifiesto la mecánica de esta
narrativa tan apta para construir falsas verdades como para desmentir
evidencias históricas. "Me desespero
por la cantidad de mentiras que se han dicho. Han creado un personaje como si
hubiese sido un malvado de telenovela mexicana". Ni el más malo de las
telenovelas se aproxima a la maldad de la que fue dueño José López Rega. La organización peronista Triple A dejó 685
víctimas entre muertos y desaparecidos. Peronismo puro, previo al golpe de
1976. Ningún malvado de telenovela alcanzó semejante marca. Montoneros,
presentada por el kirchnerismo como una suerte de colonia de vacaciones juvenil
gandhiana dejó, por su parte, 547 muertos. Piruetas narrativas justicialistas.
El
encuentro casual que refiere la viuda de López Rega con Rodolfo Galimberti
en una calle de Montreux, Suiza,
demuestra que La Triple A y Montoneros siempre estuvieron en la misma vereda:
la del peronismo. La narrativa los ubica en diferentes extremos. Pero todos
saben que ambos provienen de la misma matriz: Tacuara.
Es apasionante
encontrar en la viuda de López Rega los mismos recursos mágico-narrativos que
hoy utiliza el kirchnerismo. "Lo
acusaron, lo juzgaron, lo condenaron y lo mataron en prisión por mentiras".
Es decir, López Rega no falleció de muerte natural, sino que fue víctima del
poder de las infamias. Este mismo argumento, calcado, utilizan hoy quienes
sostienen que Héctor Timerman fue asesinado por un grupo siniestro que con
tanta fuerza le deseó el mal, que terminó muriendo a causa de la magia negra
que obró con el poder del pensamiento. Es el "asesinato" que necesitan para equilibrar el homicidio de
Nisman, quien no murió, precisamente, a causa de la mala sangre. Pura narrativa
lopezreguista.
La viuda alcanza el
paroxismo realista mágico cuando afirma: "Yo
soy una alquimista. Puedo convertirlo en un sapo… pero no lo hago porque
[usted] es demasiado amable". La
misma lógica que gobierna el ambiguo discurso de Cristina Fernández. Hoy convertida
en una viuda buena, una pobre mujer víctima de la persecución política, no
parece ser la misma que lanzó una pérfida amenaza con ribetes hechiceros: "Sólo hay que tenerle miedo a Dios… y
un poquito a mí".
El peronismo puede
ser católico a ultranza o quemar iglesias, puede ser filofascista con la
Alianza Libertadora Nacionalista o la Triple A, puede ser revolucionario y
castrista con Montoneros, neo o ultraliberal con Menem y aquel Kirchner que
impulsó la privatización de YPF o puede ser nacional y popular con la
reestatización de la petrolera si es negocio. Las brujas del peronismo no existen. Pero que las hay, las hay. Y
están dispuestas a practicar la magia blanca o, llegado el caso, la magia negra
según convenga en cada momento.
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