"El misterio político más grande del Siglo XX
es el fracaso de Argentina como Nación".
Robert D. Crassweller
es el fracaso de Argentina como Nación".
Robert D. Crassweller
A
Alberto Fernández, que sueña con transformarse en el nuevo refundador de la
Argentina, los papeles se le están quemando rápidamente, incluso en el ámbito
externo, que ayer se complicó en serio. Forzado por la innegable influencia de
su compañera de fórmula en el diseño de la política, está cayendo rápidamente
en las mismas contradicciones que tanto nos perjudicaron.
Nos
pide que dejemos de pensar en dólares pero, desde que asumió hace menos de un
mes, ya imprimió un 12% más de pesos que, necesariamente, darán nuevos aires a
la monumental inflación que padecemos.
Pretende
pagar llegar a un rápido arreglo con los acreedores y el FMI para evitar caer
una vez más en default, pero parece ignorar que la voluntad de los Estados
Unidos es determinante en el organismo. El ataque en Bagdad con misiles, que
produjo la muerte de un jerarca del régimen iraní, Qassem Soleimani, demuestra
que Donald Trump no bromea cuando se trata de combatir a su "eje del mal".
Ya
el día anterior, la Casa Blanca había advertido que la posición de la Argentina
con respecto a Evo Morales y el notorio reacercamiento con Venezuela y Cuba tendría graves consecuencias
en la relación bilateral. Sin embargo, inexplicablemente se autorizó a una
línea aérea, que cubre la ruta Caracas-Teherán, a llegar a Buenos Aires; y lo
digo porque, en la medida en que no parece racional desde el punto de vista
comercial, falta conocer las verdaderas razones que la motivaron.
El
Presidente declaró que Argentina sólo podrá hacer frente a sus compromisos
externos cuando vuelva a crecer, y ha centrado sus expectativas en Vaca Muerta,
que nos ha hecho recuperar la autosuficiencia energética, y en el artificial y
populista impulso al consumo interno. Para que el yacimiento se transforme en
un verdadero motor de ese necesario crecimiento, se requieren gigantescas
inversiones internacionales para financiar su expansión; sin embargo, para que
se concreten resultan esenciales tres condiciones: claras e inamovibles reglas
de juego, rentabilidad y confianza, sobre todo en la Justicia.
Pero
ninguna de ellas se da. Demostrando que padece una grave bipolaridad, el
Gobierno interviene en el mercado energético, congela tarifas y modifica arbitrariamente
esas reglas, mientras el impuestazo de la ley de "solidaridad y reactivación" deprime el consumo y
destruye toda rentabilidad de las empresas. El ajuste sólo afecta al sector
privado, ya que el gasto del Estado -incluyendo a los tres millones de
jubilados sin aportes incorporados por Cristina Fernández al sistema- en todos
sus niveles se ha incrementado de modo perverso. Con observar qué sucedió
cuando se atrasaron demagógicamente los precios, resulta fácil predecir el
futuro: más déficit fiscal, más cortes de suministro, más despilfarro, menos producción,
más negociados, etc.
En
la medida en que, como se ve, ninguna de las condiciones esenciales se cumple,
los inversores escapan de la Argentina como de la peste y se van a buscar otros
horizontes más amigables, con la improbable excepción de las siempre soñadas de
China. La maraña de impuestos y costos agregados inviabilizan cualquier
proyecto productivo y, así, el futuro de nuestra economía se percibe como cada
vez más negro, y enterrará las aspiraciones personales de Alberto.
Y
nadie desconoce el dominio que Cristina Fernández ha adquirido sobre la
Justicia (con Carlos Zannini, Procurador del Tesoro y jefe de los abogados del
Estado; Daniel Rafecas, Procurador General y cabeza de los fiscales; Juan
Martín Mena, Secretario de Justicia; Gerónimo Ustarroz, Consejero de la
Magistratura; Sabina Fréderic, Ministro de Seguridad; Félix Crous, titular de
la Oficina Anticorrupción; Sergio Berni, Ministro de Seguridad de la Provincia
de Buenos Aires; etc.) con todo lo que ello implica en materia de inseguridad
jurídica.
Nótese
que ya Fréderic, el Gobernador Axel Kiciloff y hasta el propio Presidente
calificaron a los juicios por corrupción que afectan a tantos funcionarios
kirchneristas y empresarios como persecuciones políticas, y han llegado al
gravísimo extremo de criticar las pericias que determinaron que Alberto Nisman
fue asesinado y que Santiago Maldonado se ahogó.
Si
Cristina Fernández sueña con la impunidad, al menos para sí misma y sus hijos,
lo cierto es que no resultará posible; la ciudadanía movilizada no tolerará que
esa ilusión se concrete y, si se intentara, produciría un verdadero estallido
social. Pero aún si consiguiera aquí algo por el estilo, tampoco podrá moverse
por el mundo, ya que hay causas instruidas en el extranjero, motivadas por los
raros movimientos financieros realizados por nuestros ladrones en otros países,
que no se cerrarán fácilmente y que le dificultarán esos desplazamientos.
Bs.As.,
4 Ene 20
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail:
ega1@avogadro.com.ar
E.mail:
ega1avogadro@gmail.com
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