miércoles, 26 de febrero de 2020

SUMA VOTOS DECLARAR CON DEMAGOGIA QUE NO EXISTEN HIPÓTESIS DE CONFLICTO


Claves del Pensamiento Nacional

Por Jorge P. Mones Ruiz[1] 23/02/2020





Deberíamos considerar la disparidad del poder militar de países de la región en relación con el nuestro.

“Si vis pacem, para bellum”[2]

“Epitoma rei militaris”, Flavio Vegecio Renato, 390 D.C.

“Más allá que la Ley de Defensa Nacional Nro. 23.554 promulgada en 1988 sostiene en su Artículo 8° que el “Sistema de Defensa Nacional tendrá por finalidad determinar las hipótesis de conflicto y las que deberán ser retenidas como hipótesis de guerra”", los diferentes gobiernos se han empeñado en proclamar que nuestro país no tiene hipótesis de conflicto (HHC).

En la Directiva Estratégica Nacional de 2001 se usó un eufemismo para reemplazar ese término: Escenarios de Escalada de Crisis. No vaya a ser cosa de militarizar el país u ofender a los pacifistas progres con terminología cara a los uniformados.

Tal aseveración, no hay HHC, resulta por demás antojadiza y voluntarista. Sería como si desde el Ministerio de Salud, con el aval del Presidente, se afirmara que nuestro país no tiene posibilidades (hipótesis) de que nos afecten epidemias o cualquier tipo de enfermedad que pongan en riesgo la salud de la población, y que es imposible que ocurran accidentes que atenten contra la integridad física de los ciudadanos. Por lo tanto, reducimos el presupuesto pertinente, cerramos hospitales, menos médicos, enfermeras y ambulancias, no producimos ni importamos equipos ni medicamentos, no investigamos y sólo dejamos alguna guardia médica o posta sanitaria por si algún argentino sufre un resfrío como consecuencia del cambio climático tan en boga. Seguro que un programa de salud de esta naturaleza jamás figuraría en la plataforma de ningún candidato o partido político; no lo votaría nadie. Sentido común y de supervivencia, no más.

Este simple ejemplo vale como analogía para tratar el caso de la Defensa Nacional.

TENEMOS CONFLICTOS

La Argentina no sólo tiene hipótesis de conflicto, tiene conflictos. ¿O acaso la deuda externa no lo es, o la situación con Gran Bretaña respecto a las Islas Malvinas, o, eventualmente, cuando Brasil nos afecta con su política arancelaria o devaluaciones monetarias, o como sucedió con el Uruguay por las pasteras de Botnia, o por declaraciones imprudentes o temerarias de algún mandatario, o ahora con Bolivia por la situación acaecida con Evo Morales? Ninguno de estos conflictos puede ser considerado necesariamente casus belli, no pasan de ser incidentes diplomáticos y solucionados en ese ámbito. Pero otros pueden surgir, y en su escalada configurar verdaderas crisis, tensiones o alcanzar características violentas.

Por otra parte, deberíamos considerar la disparidad del poder militar de países de la región en relación con el nuestro.

Suma votos declarar demagógicamente que no hay hipótesis de conflicto. La desinversión en la defensa nacional permite utilizar fondos financieros y económicos para otros gastos, algunos non sanctos o improductivos.

Por eso, poco importa perjudicar el instrumento militar disminuyendo su presupuesto; esto obliga a disminuir sus estructuras orgánicas y la capacitación de sus cuadros (cuando no la fuga de varios de ellos hacia otras actividades laborales mejor remuneradas), además de provocar la obsolescencia de sus medios materiales y la falta de insumos por la poca o nula inversión.

En definitiva, se afecta sensiblemente la capacidad operacional de las Fuerzas Armadas para el cumplimiento de su misión constitucional, sea en defensa de la soberanía nacional o para eventuales despliegues de elementos militares en el exterior, formando parte de una coalición bajo mandato de la ONU o la OEA.

Algunos expertos en temas de Defensa, y razonablemente, suelen opinar acerca de la inutilidad de instituciones armadas paquidérmicas, sosteniendo que son arcaicas, onerosas, poco ágiles, nada efectivas y con macrocefalia burocrática, en especial la planta política del Ministerio; que sería preferible (para justificar inversiones exiguas) tener un tigre en vez de un elefante. Todo bien, salvo que si el tigre está mal alimentado, viejo, sin dientes, sin garras y con sarna, no sirve ni para alfombra. El elefante, al menos en un bazar, puede ser peligroso.

UNA POLIZA DE SEGURO

En un artículo anterior sosteníamos que, la defensa es como una póliza de seguro; hay que contratarla aunque sea cara, porque más cara puede ser no tenerla.

Los conflictos, como las enfermedades existen, y está la diplomacia para solucionarlos sin llegar a casos extremos en las relaciones entre dos o más naciones. De la misma forma que en el ámbito de la salud está la medicina y sus medidas preventivas para evitar o minimizar los efectos de aquellas y evitar, eventualmente, intervenciones más complejas y severas como las quirúrgicas. Pero debemos tener cirujanos, anestesistas y sala de operaciones preparadas, por las dudas.

Las hipótesis de conflicto permiten planificar y determinar acciones tendientes a prevenir o superar eventuales agresiones, reteniendo aquéllas que pueden considerarse como hipótesis de guerra.

Paradójicamente, cuanto más preparados estemos para enfrentar un conflicto, en particular violento, menos probabilidad existe que ocurra. Un cuerpo sano difícilmente contraiga enfermedades, o resiste mejor y con menores riesgos si las sufre.

Por el contrario, así como un cuerpo humano débil, mal alimentado, sin vacunar, sin actividad física y sin controles médicos periódicos puede contraer cualquier tipo de enfermedad que ponga en riesgo su salud o su vida, lo mismo pasa con los estados.

La debilidad de un país tienta invariablemente a la agresión; mantener esta situación es abdicar de la política y renunciar a la posibilidad de decir ¡No! en el marco de las relaciones internacionales. Su soberanía y autonomía estarán gravemente comprometidas.

En el ejercicio de la racionalidad interdependiente (estrategia) entre dos actores o países, los fines de uno (intereses nacionales) deben ser respaldados por los medios disponibles, frente a los propios del otro actor contingente. Ambos tratarán de alcanzar sus propios fines en el juego de la dialéctica de las voluntades.

Las relaciones de poder (persuasión, diversión, coacción y acto de fuerza) entre ambos, determinarán las opciones estratégicas (negociación, compulsión y guerra) a utilizar. Medios eficaces aseguran a la diplomacia el logro del objetivo fijado y evitar, si se puede, la última opción referida, o alcanzar la victoria caso contrario.

Henry John Temple, Lord Palmerston, fue dos veces primer ministro de Gran Bretaña a mediados del siglo XIX. Decía que “Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes. Inglaterra tiene intereses permanentes”.

Esta consigna la aplican la mayoría de los países y así lo demuestra la historia; los amigos de hoy mañana pueden ser enemigos, y viceversa. Así funciona la dinámica de la política internacional (v.g.: EEUU y Japón, Francia y Alemania, etc.).

UN CASO VERGONZOSO

Un caso atípico, y es para avergonzarnos, ocurrió durante la presidencia de Carlos S. Menem. La Argentina, aún siendo parte del Protocolo de Río de Janeiro y por lo tanto país neutral, colaboró con el enemigo de nuestro tradicional amigo, el Perú, facilitándole ilegalmente armamento y explosivos a Ecuador durante la última Guerra del Cenepa (o del Cóndor): extraña y peculiar diplomacia la nuestra.

Un país vecino, Brasil, dejó trascender en las últimas semanas un documento de su Ministerio de Defensa (Escenarios de Defensa 2040) en el cual se trazan escenarios de posibles conflictos (hipótesis).

El documento prevé un conflicto entre Venezuela y Colombia y entre Bolivia y Chile, además de una invasión brasileña a la región oriental boliviana de Santa Cruz de la Sierra para proteger a los hacendados brasileños.

También incluye que en 2035 Francia puede pedir a la ONU una intervención en la región amazónica poblada por los yanomamis anunciando “apoyo al movimiento de emancipación del pueblo indígena”. Respecto de la Argentina, el documento del Ministerio de Defensa indica que el principal socio regional de Brasil ya habrá superado sus crisis económicas y que Brasil logrará interceder para evitar que China instale una base militar en 2034.

Es evidente que nuestro país vecino, con realismo político, visión geopolítica y concepción estratégica, procura, como lo hizo siempre, defender su soberanía nacional, su integridad territorial y sus intereses nacionales vitales.

Respecto a la Argentina, si bien es improbable que problemas limítrofes afecten, por ahora, en grado sumo las relaciones con países vecinos, nuestro territorio no deja de ser interesante para otros actores estratégicos primarios y secundarios, estatales o no. Nuestros recursos naturales invitan a su dominio, control y uso. ¿Resulta descabellado suponer que el agua (yacimiento guaraní), el litio y otros minerales, Vaca Muerta y demás zonas petroleras, la pampa húmeda, nuestra plataforma marítima con su fauna ictícola y nuestros ecosistemas, sean codiciados por intereses de agentes foráneos, los que pueden llegar a utilizar cualquier medio para procurárselos?

Nuestros enormes espacios geopolíticos vacíos también pueden llegar a ser una fuente generadora de conflictos. Hacinamos nuestras principales urbes y despoblamos nuestro inmenso territorio. ¿Es paranoico pensar que no “todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino” lo harán de buena voluntad?

Aunque nosotros no definamos ni tengamos hipótesis de conflicto por ceguera, negligencia o incapacidad política, las establecerán otros. El mundo seguirá andando, a pesar nuestro, con nosotros o sin nosotros. Y, como estemos, sufriremos las consecuencias.




[1] El autor es Licenciado en Estrategia y Organización - Ex Mayor del Ejército Argentino.

[2] “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”.

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