Queridos amigos:
En la imaginación del poeta
florentino Dante Alighieri, autor de la obra “La Divina Comedia”, en
las puertas del infierno había una inscripción que terminaba con la frase: “Oh vosotros los que entráis, abandonad toda
esperanza”. Esta tremenda amenaza podía ciertamente disuadir a cualquier
visitante que tuviera la opción de no trasponer el umbral, pues luego de
haberlo cruzado no existiría retorno.
De alguna manera, en ese umbral metafórico se encuentra
ahora el así llamado “kirchnerismo”, después de haber
tomado conciencia de la pérdida de apoyo popular que mostraron las PASO, mientras se acercan al infierno
tan temido que se abrirá a sus pies si el 27 de Octubre los resultados
electorales se repiten. El temor a
trasponer ese umbral es muy grande, tan grande como para intentar borrar con el
codo lo que viene escribiendo y proclamando desde hace años con vehemencia y
altivez, convencidos de que siempre habrá tiempo para volver a los viejos
pecados si una olvidadiza mayoría
volviera a darles la oportunidad de conservar el poder.
Con esta premisa en mente, en una semana, el gobierno ha
pasado a tomar medidas y efectuar gestos y declaraciones que puestas en boca de
los medios o de la oposición merecieron el mote de actitudes destituyentes o
desestabilizadoras y que ahora pasan a ser doctrina oficial aunque con un vicio
de origen: llegan muy tarde y se hacen muy mal.
Comenzó la señora
presidente anunciando un aumento del ingreso mínimo para el cobro del
injusto impuesto a las ganancias a la cuarta categoría, o sea a los asalariados,
medida ésta a la que se había resistido hasta el punto de soportar paros y
actos sindicales sin aflojar un ápice, cuando todavía creía que nada podía
afectar el voto cautivo de una ciudadanía que se pensaba adormecida. Por cierto
que esta medida no se toma en un marco legal que garantice una actualización
automática ante la presión inflacionaria sino
que se otorga como un gracioso beneficio, circunstancial y por ello mismo
efímero y claramente dirigido a generar efectos electorales.
En esta novedosa versión de
un gobierno capaz de escuchar las voces ciudadanas, el Secretario de Seguridad, Sergio Berni, descubrió que la
inseguridad es una realidad “palpable”
que la gente “padece permanentemente”.
Semejante afirmación, luego de tantos años de que los funcionarios nos hablaran
de que la inseguridad era una “sensación”
generada por los medios y la oposición al amplificar los hechos, nos sume en la
indignación de haber estado deliberadamente sometidos a un intento de engaño
sistemático y desafortunado. Sin embargo,
esta nueva visión no fue acompañada de un reconocimiento de responsabilidades y
de un cambio de políticas de fondo. Apenas se vuelve al parche de anunciar el traslado al conurbano bonaerense,
zona con la mayor densidad de votos, de 4000 gendarmes que dejan atrás descuidadas las fronteras que constituyen su
responsabilidad primaria. Otros 750 miembros de las fuerzas de seguridad son
llevados a Mar del Plata, ciudad en que la inseguridad ha sido duramente castigada
en las urnas y poco más.
La catarsis continuó con la admisión de Miguel Galuccio, presidente
de YPF, de que en la Argentina “tenemos
un déficit energético serio, y si
no hacemos algo va a empeorar”. Luego de tantos años de negar la realidad de ese déficit, fruto de la
incompetencia de un gobierno que asumió sus funciones con un país
autosuficiente y exportador en materia energética y lo redujo a una situación
en que la importación de energía se ha
convertido en su principal fuente de pérdida de divisas, los dichos de Galuccio lejos de darnos tranquilidad
nos llenan de desazón. La gravedad de la
situación ha llevado al gobierno a firmar un acuerdo de explotación con la empresa Chevron, tan lesivo para los
intereses nacionales que sus claúsulas deben ser mantenidas lejos del
conocimiento público, cubiertas con un manto de “confidencialidad”. Las protestas que se produjeron en Neuquén, cuando la legislatura local
aprobó ese acuerdo que escamotea a la provincia
buena parte de los beneficios que le corresponderían como dueña del
recurso, fueron resueltas con violencia y el mencionado acuerdo es defendido
con el argumento de que en la actual situación de la Argentina es la única
solución posible. Es decir que nos
infectaron, nos llevaron a la gangrena y ahora tenemos que aceptar la amputación como último recurso para
sobrevivir.
Lanzados a la difícil tarea de recuperar votos
perdidos, funcionarios y candidatos gubernamentales tales como el Jefe de la AFIP y el intendente Insaurralde, han llegado al extremo de usar la señal de cable de TN,
perteneciente al denostado grupo Clarín, a quien los representantes del gobierno atacaron con ferocidad en las
audiencias promovidas por la Corte
Suprema de Justicia para dilucidar acerca de la constitucionalidad de las
cláusulas de la Ley de medios que
apuntan al desguace de dicho grupo. Es
decir que, ante la necesidad, todo vale, hasta usar las señales y los medios
maldecidos.
En el ámbito de las disputas internacionales también el
gobierno pareció despertar ante la inminencia de las derrotas. En una jugada
inesperada, la presidente anunció
que presentará un proyecto de Ley para que el Congreso se desdiga por segunda vez del “cerrojo” por el cual negaba la posibilidad de la apertura de un nuevo canje y de ese modo poder promover
un tercer canje o sea una segunda reapertura. Nuevamente tarde y mal, las
reacciones del gobierno llegan luego de los hechos consumados de dos fallos
desfavorables y de haber, absurda y altaneramente, afirmado que no se pagaría ni un peso a los deudores que quedaron fuera de los
canjes (holdouts). También se anunció la intención de ofrecer a los actuales
tenedores de bonos cambiar los mismos por una versión que permita su cobro en Argentina en lugar de hacerlo en Estados Unidos, propuesta rápidamente “cajoneada” porque trasmitía el mensaje
de una intención de ignorar eventuales fallos desfavorables de la Corte
Suprema de los Estados Unidos a cuya iluminación divina apeló nuestra presidente
en su discurso. Es difícil hacer peor las cosas que con esta mezcla de soberbia,
incompetencia y falta de oportunidad, de que
se ha hecho gala, confirmando que nuestro futuro económico está en muy
malas manos.
Pese a ello, es al futuro a lo que aludió el gobernador de la Provincia de Buenos
Aires y operador principal de
campaña, Daniel Scioli, al
promover una gran interna justicialista para elegir candidatos presidenciales
para el 2015 en una reunión de gobernadores organizada en Corrientes. Luego de
tantos años de ignorar al partido justicialista hasta el punto de hacerle perder personería en importantes distritos por mero descuido,
resulta patética esta llamada, hecha con la finalidad de evitar fugas en la
temida elección el Octubre del 2013, ofreciendo el sueño de una democracia
partidaria, nunca respetada, para dentro de dos años. Sería recomendable que esos funcionarios se aboquen a trabajar y
gestionar el duro presente y dejen de proyectar sus fantasías políticas sobre
una ciudadanía que observa sus devaneos con absoluto desconcierto y se pregunta
lícitamente ¿cómo pueden hablar de esas cosas en estos momentos?
Hay un viejo proverbio que dice “a enemigo que huye, puente de plata”. La lógica de su
sabiduría puede llevar a algunos a
pensar que si el gobierno entendió la naturaleza de algunos problemas que nos
aquejan, aunque sea tarde y mal, igual
deberíamos apoyarlo y alentarlo pata motivarlo a seguir en esa línea. Pues bien, lamento
desalentarlos. El problema es que el
gobierno no está huyendo, sino fingiendo una retirada para tratar de disminuir
las pérdidas a sufrir en las elecciones de Octubre, para después volver a sus
patologías con renovada saña. Para fundamentar esta opinión me apoyo en el
principio de analogía ya que igual apariencia de sensatez se esbozó antes de
las elecciones del 2007 y 2011 para después desenmascarar el “vamos por todo”, imponer el cerrojo
cambiario y multiplicar el autoritarismo presidencial.
Pero si lo hecho en el pasado cercano no fuera suficiente,
allí están las acciones del presente que se entremezclan con las farsas
electorales para mostrar la verdadera naturaleza del oficialismo. En esta misma
semana y mientras se pretendía mostrar
una actitud más razonable, la señora presidente, en uno de los
habituales actos con que se anticipa a los tiempos de la campaña que comienza
el 22 de septiembre, se refirió a los medios que derrocan gobiernos con “balas de tinta” que reemplazan a las
balas de plomo usadas en el pasado.
También se continuó con las
presiones contra la actividad de compañías privadas, ordenando a la empresa
aérea LAN el desalojo del hangar que
ocupaba en Aeroparque poniendo en jaque la continuidad de su funcionamiento en
Argentina. Esta maniobra, que luego fue detenida por un amparo judicial, se desnudó como parte del esfuerzo hecho por
la conducción de Aerolíneas Argentinas de suprimir a la competencia, hecho del
que tomamos conocimiento a partir de un video que muestra al presidente de dicha compañía, miembro
conspicuo de la agrupación “la Cámpora”,
revelando sus peticiones a la presidente en tal sentido.
También podemos citar la renuencia a disminuir el gasto
público que continúa en ascenso hasta el punto que ya se planean nuevos
impuestos para reemplazar a lo que deje de recaudarse por la suba del piso del
impuesto a las ganancias. Que las reservas se ubicaron por debajo de los 37.000
millones de dólares en su imparable descenso y que el dólar superó los nueve
pesos en el mercado marginal. Pero lo más significativo en términos de
demostrar que nada de fondo ha cambiado, es que la ola de reconocimiento de
problemas negados no alcanzó a los dos aspectos más oscuros del gobierno, a saber: la mentira estadística que niega la inflación y la corrupción que se
beneficia de la protección judicial y el silencio de los funcionarios.
Todo esto nos pone
frente a la evidencia de que estamos apenas ante un maquillaje electoral que aspira a poner
pesos devaluados en manos de los consumidores y hacernos pensar en el lejano
2015 para tratar de que la ciudadanía sea más benévola en las urnas en la cercana
elección.
No nos dejemos
engañar. La naturaleza de quienes nos gobiernan es inmutable y si no logramos que su poder se vea limitado en
el Congreso nos esperan dos años de abusos, estatizaciones, confiscaciones y
atropellos mayores aun que los vividos. Por suerte, no estamos solos en la tarea
de mantener despiertas las mentes y los corazones de los argentinos y tenemos
la esperanza de que nadie se dejará engañar, salvo los que tienen intereses
creados en mantener sus privilegios y prebendas. Por suerte son cada vez menos y parece que la luz de la verdad comienza tenuemente a brillar.
Un abrazo para todos.
NOTA: Las
imágenes y negritas no corresponden a la nota original.
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