República Soberana
5 de septiembre de 2013 ·
(Hasta la semana pasada formo parte del gobierno
de Mauricio Macri)
La principal experta que tiene el país en
estrategia y en islas Malvinas, asumió hoy el cargo de directora de Desarme en
las Naciones Unidas. La profesional se desempeñó hasta la semana anterior como
asesora en temas internacionales del Ministerio de Seguridad y Justicia del
Gobierno porteño. Con el cargo que asume hoy, descripto en la grilla como uno
de los más altos en la burocracia de las Naciones Unidas, la Argentina completa
un cuadro de funcionarios debajo de la oficina de Ban Ki-moon que tiene pocos precedentes.
El cargo de Gamba es de la jerarquía D2, el más
alto fuera de las designaciones políticas, como directora y vice alto
representante de la Oficina de Desarme del organismo en Nueva York y con
competencia sobre todas las ramas de ese sector: Conferencia de Desarme (con
sede en Ginebra), Armas de Destrucción Masiva y Armas Convencionales.
Gamba asume el cargo después de un concurso en el
cual compitieron cerca de 100 expertos del todo el mundo, entre ellos un
excanciller de Egipto y un exvicepresidente de Rusia. La designación reconoce
la larga experiencia de esta dama de 59 años en estrategia y en desarme, al
punto de que en 1995 obtuvo el Premio Nobel de la Paz (compartido) como miembro
de la organización Pugwash por el desarme nuclear.
Entre 1996 y 2001 fue responsable de la fundación
Safer Africa que se encargó de las tareas de retiro de las armas que habían
quedado en Sudáfrica como consecuencia de años de guerra civil. En esa tarea
trabajó junto al expresidente Nelson Mandela. Vivió en Pretoria durante esos
años y desde allí fue asesora en temas de seguridad interna de más de una
decena de países africanos.
Por esa experiencia en 2010 vino a la Argentina
para trabajar en la organización de la escuela de la Policía Metropolitana y
como asesora del Ministerio porteño de Seguridad, donde se desempeñó hasta la
semana pasada.
FFAA y su Futuro
DICE VIRGINIA GAMBA:
La guerra contra el terrorismo iniciada por orden
del gobierno constitucional argentino en 1975 fue naturalmente continuada por
el régimen de facto a partir del 24 de marzo de 1976, no porque los militares
lo desearan, sino por imposición del enemigo, que mantuvo la ofensiva contra la
sociedad argentina.
Pero desde 1983 se decidió llevar a los militares
combatientes en ella a los estrados judiciales a fin de juzgar sus conductas
por procedimientos para tiempos de paz a la luz del Código Penal ordinario,
habiendo generado ello una fenomenal confusión que se ha ido agravando a través
del tiempo pues es sabido que las acciones de guerra deben juzgarse por las
leyes que la gobiernan ante tribunales especiales y no por las leyes penales
ordinarias aplicadas por los tribunales previstos para juzgar delitos comunes
en tiempo de paz.
Los jueces que han procesado y los que están
juzgando a militares por sus responsabilidades durante la guerra contra el
terrorismo, actuaron y actúan ignorando lo que es la guerra, las normas que la
regula y la historia de la formación por parte del Estado Argentino de los
cuadros militares para desempeñarse en ella.
El conflicto en su variante netamente
“revolucionario”, a partir de la década de los cincuenta, comenzó a preocupar a
estudiosos militares y ya en el año 1958 en la Escuela Superior de Guerra
contribuían en la cátedra dos Tenientes Coroneles franceses con experiencia en
la guerra de Argelia, habiéndose llevado a cabo el primer ejercicio denominado
“Barcala” en el Valle de Punilla, Córdoba.
Desde entonces comenzaron a ser entrenados en
forma específica por el Estado Argentino los cuadros militares tomándose más adelante,
como guía escrita, reglamentos dictados e impresos oficialmente a partir de
1968 en los cuales se explicaba y definía a ese tipo de conflicto y se preveían
las acciones para combatir en él.
Hoy en día el conflicto es aún peor, y tanto
Colombia, como Venezuela, como Chile, Bolivia y por supuesto Brasil están
tomando medidas preventivas para evitar la guerra.
Las miles de víctimas del terrorismo se merecen
que encontremos una forma eficaz de detener a los terroristas y evitar que
sigan amenazando la vida republicana, aunque sea bajo la apariencia de
“democracia”. Porque no es lo mismo República que “democracia”, para los
socialistas del siglo XXI.
Los terroristas no funcionan como ejércitos
convencionales: nunca llevan uniformes o defienden un territorio. Sus combates
son para infundir pánico y, a través del miedo, su ideología. Por tanto, para
que el ejército pueda responder al auge del terrorismo global hace falta
plantear medidas que estén en constante evolución dentro de una estrategia
global.
El apartamiento voluntario del mundo civilizado
obedece a la política desarrollada por parte del actual gobierno de la familia
Kirchner, que sumergió al país en una falta de seguridad jurídica crítica. Eso
trae necesariamente consecuencias: situaciones críticas que pueden llegar a ser
violentas cuando el encauzamiento de los problemas trascienden lo jurídico.
Como lo he expresado claramente en mi último
trabajo “Society under siege - Crime, Violence and Illegal Drugs” (Sociedad
bajo asedio - Crimen, Violencia y Drogas), publicado en Dublin, considero que
el desarme y la desmovilización de las fuerzas armadas argentinas son garantía
de la violencia.
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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