Quisiera hacer
ciertas precisiones a la carta del lector Sánchez del 26 de noviembre, con
apreciaciones sobre los años de guerra civil. Si bien cualquier guerra es
sucia, una guerra civil entre un ejército por un lado e irregulares por el otro
que se mimetizan entre la población civil es de una roña inconmensurable. No en
vano, alguien que sabía mucho de esto, Arik Sharon, héroe de Israel, decía: “Si no comprendemos que la guerra contra el
terrorismo implica en muchos momentos el uso de la crueldad, nuestro horizonte
es la derrota”. El lector Sánchez repite remanidas consignas, incluido el
robo de bebés. Es menester consignar que, al desplazarse los subversivos con
documentos falsos, muchas veces los chicos que eran encontrados no se sabía a
qué familia pertenecían. No obstante, sí hubo robos de bebés pero de ninguna
manera un plan sistemático de apropiación de ellos. Se equivoca, no sé si a
sabiendas, el lector Sánchez cuando dice que: “Son condenados por crímenes innegables... y que fueron reconocidos por
Videla y por Balza”. El Tte. Gral. Videla nunca reconoció tales crímenes y
la apreciación que Balza hace en su “pedido
de perdón” ha buscado siempre tratar de tapar cuál fue su responsabilidad
en el campo de concentración “La Polaca”
en Paso de los Libres cuando él era en la zona la máxima autoridad militar.
Cuando el lector Sánchez se pregunta por “la
peligrosidad de los curas palotinos” o los fusilados en algunos lugares de
la geografía argentina, debería saber - si alguna vez leyó a Mao Zedong - que
detrás de cada miliciano hay seis o siete personas de apoyo- médicos, personal
logístico, apoyo político, de arsenales, información y espionaje, etc.- que
deben ser eliminadas para debilitar el la cadena de apoyo de los combatientes.
Respecto de la tortura, es tonto alegar que no la hubo, aunque no en la
cantidad y la calidad que hablan los que hoy buscan venganza, no justicia. En
este tipo de guerra la velocidad en desarticular una célula terrorista es
fundamental, y nadie, per se va a contar qué hace. Solo cabe reflexionar sobre
la frase del jefe montonero Rodolfo Galimberti: “La tortura es una anécdota. Si ellos peleaban con el Código bajo el
brazo, como pretendía el general Corbetta, perdían la guerra”. Es decir,
que el apego al código nos hubiera convertido, sin duda alguna, en Cuba.
José Luis Milia,
Buenos Aires
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