En la
Escuela Mecánica de la Armada (E.S.M.A.), se realizó una ceremonia en memoria
de los muertos por la patria y en actos de servicio, asisten de la ceremonia
delegaciones de oficiales superiores, jefes, oficiales, personal de
suboficiales y la totalidad del personal de ese instituto. Seguidamente se ve
un discurso del Jefe del Estado Mayor de
la Armada Vicealmirante Armando Lambruschini, donde menciona: “Por respecto a los que cayeron y caerán.
Por respecto a los que sintieron su carne condecorada por las balas. Por los
que están naciendo. Por los que tienen miedo y hasta por aquellos confundidos
que después de esta honda tormenta quieran nacer como hombres libres. Por todos
ellos hoy digo aquí, la muerte no vencerá porque todos nuestros muertos, desde
los que cayeron combatiendo hasta los que cayeron en nuestras posiciones de
servicio, todos, todos ellos han muerto para el triunfo de la vida”.
Luego
pronuncia un discurso el Comandante en
jefe de la Armada, Almirante Emilio
Eduardo Massera, donde mencionó: “Lentamente,
casi para que no nos diéramos cuenta, una máquina de horror fue desatando su
iniquidad sobre los desprevenidos y los inocentes. En medio de la incredulidad
de algunos, de la complicidad de otros y el estupor de muchos había comenzado
la guerra, una guerra oblicua y diferente. Una guerra primitiva en sus
procedimientos pero sofisticada en su crueldad. Una guerra a la que tuvimos que
acostumbrarnos de a poco porque no era fácil admitir que el país entero se
viera forzado a una monstruosa intimidad con la sangre. Entonces empezó la
lucha, todos tuvimos bajas, hombre públicos y hombres anónimos, mujeres y
niños, civiles y militares, de las fuerzas de seguridad y de la policía. Fueron
alcanzando hora tras hora dolorosa notoriedad en las páginas de los diarios y
casi no hubo noche en la Argentina que no se cerrara sobre un nuevo llanto,
venciendo todos los obstáculos que le opuso a la incomprensión interesada. Un
día las fuerzas armadas pasaron la ofensiva y allí en el noroeste nuestros
valerosos camaradas del ejército empezaron una guerra riesgosa y paciente.
Halle en este momento a esos hombres y a todos los hombres de las más diversas
unidades que lucharon y volvieron o que quedaron para siempre en los frentes de
combate, el más emocionado de nuestros recuerdos. Después las Fuerzas Armadas
inician el proceso de reorganización de la Republica y ya con la
responsabilidad del poder político en sus manos la ofensiva se torna más
integral, más eficaz, y la Fuerza Aérea y la Armada que ya conocían en carne
propia las heridas de esta guerra impúdica. Acentúan su participación militar y
contribuyen con su heroísmo a la derrota del enemigo. Pero este conflicto que
no es argentino sino internacional, ya que ha estallado con similar violencia
en muchos otros países, tiene características e historia sin precedentes. En un
primer análisis pareciera que tan solo están en pugna ideológica de signo
opuesto pero si se penetra su esencia se advierte que las concepciones
filosóficas y políticas enfrentadas son casi excusas intelectuales de un mal
mucho más desgarrador. Es verdad, pero no toda la verdad que esto es una guerra
entre el materialismo dialéctico y el humanismo idealista. Es verdad, pero no
toda la verdad que esta es una guerra entre los idolatras de los más diversos
tipos de totalitarismos y los que creemos en las democracias pluralistas. Es
verdad, pero no toda la verdad que esto es una guerra entre la libertad y la
tiranía. Lo cierto, lo absolutamente cierto es que aquí y en todo el mundo, en
estos momentos luchan los que están a favor de la muerte y los que estamos a
favor de la vida, y esto es anterior a una política o a una ideología, esto es
una actitud metafísica. Estamos combatiendo contra leninistas, contra
delirantes de la destrucción cuyo objetivo a la destrucción en sí, aunque se
enmascaren en redentores sociales, por eso vemos sus inexplicables alianzas,
por eso vemos sus inexplicables víctimas, muchísimas de ellas sin valor
estratégico ni táctico. Por eso los vemos escribiendo en las paredes “Viva la
muerte” y esa es la única vez que dicen la verdad. Así como en otros siglos ha
habido peste que flagelaron al mundo durante mucho tiempo, así parece la
humanidad de hoy asistir una novedosa y alucinante epidemia, la voluntad de
matar”. Por último, se observa al Comandante
en jefe de la Armada, Almirante
Emilio Eduardo Massera, acompañado del Jefe
del Estado Mayor de la Armada Vicealmirante Armando Lambruschini, colocando
una ofrenda floral al pie de un monumento. (Edgardo Mesa/Magnetico)
Fecha: 2/11/1976
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