@ricardoangoso
Nicholas
Winton era el típico agente de bolsa británico: frívolo,
superficial, clasista y amante de la buena vida. Había nacido en la ciudad
inglesa de Hampstead, en 1915, en el seno de una familia judía acomodada. Recibió todo en su vida y
nunca le faltó de nada. Era hijo y nieto
de banqueros y nunca pensó en nada más que no fuera su confort y felicidad. El
mundo de afuera de su casa no le interesaba y mucho menos le interesaban los
sufrimientos de otros.
Tras terminar sus
estudios, Winton se hizo agente de
bolsa y comenzó a ganar dinero a raudales. Era un hombre con suerte en la vida
pero algo se cruzó en su camino y le cambió la existencia para siempre. En
diciembre de 1938, Winton tenía
planeado irse a esquiar a Suiza -un plan de vacaciones que muy pocos en aquella
época podían pagarse- y todo iba sobre ruedas, ilusión creciente por medio me
imagino, hasta que recibió una llamada.
Era su amigo Martín Blake. Le invitó a cambiar su
plan inicial por un viaje a Praga. Tenía que contarle algo importante. Corría
el año 1938, muy pronto iba a estallar la Segunda Guerra Mundial y millones de
judíos serían asesinados durante el Holocausto, o "la solución final", que decían los nazis. "No te molestes en traer los
esquíes", le dijo Blake con
ironía. Ya en Praga, su amigo le explicó cuál era la situación para los judíos
y el futuro que les esperaba. Miles de seres humanos, si alguien no lo
remediaba, morirían en los próximos meses.
Ni corto ni perezoso,
Nicholas Winton se puso manos a la
obra y montó una oficina improvisada en la propia habitación de su hotel para
salvar vidas. Su idea era sacar del país a los niños judíos y llevarlos a
Londres. ¡Qué locura ad portas de una guerra llevar a cabo tal labor! Muy
pronto tejió relaciones con numerosas embajadas y organizaciones. Solo Suecia y
el Reino Unido recibirían a sus niños. Las demandas de envío, tan pronto se
conoció la presencia de Winton en
Praga, crecían por centenares, mientras que el dinero y los medios eran muy
pocos.
LOS
FAMOSOS DE TRENES DE WINTON
Para cumplir sus
planes, Winton utilizó sobre todos
los trenes que salían de Praga hacia Europa y, en alguna ocasión, también el
avión. En total, según recordaba el escritor Luis Algorri, "Nicholas
Winton salvó así la vida de 669 críos checos, todos judíos. Lo hizo con la
ayuda de un teléfono, de los cuáqueros, de los rotarios, de los masones, de los
Lions de Dios y su madre, y con una voluntad indoblegable".
A la hora en que tuvo
que marchar desde Praga a Londres, ya que su trabajo le impedía seguir por más
tiempo en la capital checa, en el Reino Unido Winton fundó el Comité Británico para los Refugiados de
Checoslovaquia, sección niños, formado por su madre, una secretaria, varios
voluntarios y el mismo. Tuvo una voluntad de hierro para salvar a esos
centenares de niños en una Europa que prefirió mirar para el otro lado cuando
los nazis habían comenzado la persecución de millones de judíos. Y cuando ya
habían ocupado Checoslovaquia, entregada ignominiosamente a los alemanes por
Francia y el Reino Unido tras la firma del Pacto de Munich, en 1938.
Cuando ya la guerra
se avecinaba, Winton organizó el
último convoy de la vida hacia Londres.
Era el octavo tren que preparaba. Tenía que salir de Praga el fatídico
uno de septiembre de 1939 y en esos vagones iban a viajar otros 250 niños, pero
ese mismo día Alemania invadió Polonia y cerró las fronteras por años. El
transporte, literalmente, desapareció. Nunca se volvió a saber nada de esos 250
jóvenes, incorporándose a la larga lista de los 15.000 niños que perecieron asesinados
en la antigua Checoslovaquia durante la Segunda Guerra Mundial. Se calcula que
de los 357.000 judíos que había en ese país antes del ocupación nazi solo
sobrevivieron 17.000 del exterminio; más del 90% de la población judía fue
asesinada.
Pero Winton, el hombre que había salvado a
centenares de niños cuando otros no hacían nada habiendo podido hacerlo, nunca
quiso nada para sí mismo. Ni honores, ni premios, ni medallas, simplemente la
satisfacción de haber hecho el bien en esos tiempos terribles y turbulentos
cuando la vida se iba a través de las tristemente famosas chimeneas de
Auschwitz.
"En
1988 la esposa de Mr. Winton encontró un viejo cuaderno lleno de nombres,
fotos, fechas y direcciones. Lo comprendió todo. Un día, la BBC convenció al anciano
Nicholas para que acudiera, como
figurante del público, a una programa tonto. La presentadora dijo: "Vera
Gefen, ¿sabes que está sentada al lado de Nicholas
Winton?". El viejo se quedó
helado cuando aquella señora de unos sesenta años le abrazó y le besó:
"Usted me salvó la vida, le dijo". El bueno de Nicholas comenzó a limpiarse las lágrimas con los dedos por detrás
de las gafas. Dos minutos después se pusieron en pie, a su alrededor, decenas y
decenas de personas más: a todas les había salvado la vida aquel viejito
tembloroso que no hacía más que llorar y sonreír rodeado de sus niños",
escribiría Algorri en un texto muy
bello publicado recientemente.
Después de ser
conocido su caso a través de la televisión y de varios tabloides británicos, Winton recibió el merecido homenaje de
su sociedad y comenzaron a llegar los premios, las medallas y el reconocimiento
internacional por unos hechos que le elevan a la categoría de héroe de nuestro
tiempo. Cuando abunda tanta mediocridad, insensibilidad ante el dolor de los
demás y, sobre todo, tanta superficialidad ante la vida, el ejemplo de Winton
nos llena de emoción. Por cierto, si viajan a Praga no dejen de visitar la
vieja estación de trenes y contemplar en una de sus salas una estatua de bronce
que representa a un hombre de gafas, vestido impecablemente, con un niño a su lado, con cara de dolor y resignación, y
con una vieja maleta. Es el homenaje póstumo de Praga a Winton, ese hombre bueno que no se resignó a quedarse con los
brazos cruzados cuando el terror y la muerte se apoderaron de las calles de
Europa[1].
[1] Nicky's Family (Familia de Nicky) es una película que cuenta la
historia casi olvidada de Nicholas Winton, un inglés que organizó el rescate de
669 checa y eslovaca niños justo antes del estallido de la Segunda Guerra
Mundial. Fue nombrado caballero por la reina Isabel II y la Cámara de Representantes
de EE.UU. aprobó H. R. 583 reconociendo su notable obra. Decenas de "niños" de Winton se han
encontrado y hasta el día de la fecha, su familia ha crecido a casi 6.000
personas. Falleció el 1 de julio de 2015 a la edad de 106 años.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!