El domingo pasado se
cumplió un año del fallecimiento de ese noble, caballeresco y valiente soldado
que fue el general Jorge Carlos Olivera Rovere. Quienes tuvimos el privilegio
de ser considerados sus amigos jamás olvidaremos la rectitud de su conducta, de
su proceder ante las horas aciagas que tuvo que atravesar la patria que tanto
amó y a la que sirvió ejemplarmente, haciendo honor al juramento que prestó en
sus años juveniles, cuando egresó del Colegio Militar de la Nación. Siempre
fiel a sus creencias, constituyó una familia ejemplar con su compañera de toda
la vida, llegando a ver hasta la cuarta generación, formada por mujeres y
varones de sólidos fundamentos cristianos y directamente comprometidos con el
amor al país. Ya en el invierno de su vida, afrontó con dignidad sin par
injustas situaciones y falsas acusaciones sin una queja, considerando esos más
que difíciles momentos como un nuevo acto de servicio dentro del Ejército
Argentino. Arquetipo de hombre de armas, ya sobre el final de su vida su palabra
y su consejo fueron -y serán- luz para las nuevas generaciones, al rescatar la
verdad histórica sobre los terribles momentos que vivió la Argentina. Quienes
lo conocimos, agradecemos su amistad y guardaremos siempre en el corazón el
imborrable recuerdo de haber tratado con un hombre de bien. Señor general,
amigo Jorge, descansa en paz.
Juan Esteban Aberg
Cobo
DNI 4.295.239
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