Vamos
a dejarles las claves para poder entender al Gobierno de Cristina
Kirchner. Así que amigo, amiga, ponga la pava, mande al Bobby al fondo y dispóngase a dilucidar
de una vez y para siempre esos interrogantes que desde hace un par de años le
quitan el sueño y el sistema nervioso.
Y ojo que parece en broma. Pero no se deje engrupir por las
apariencias.
Formación del Team
Sabido
es que desde la muerte de “él”, Cristina se ha ido desperonizando para acercarse a toda forma de
funcionario y política setentista que le pasara cerca.
Desde
el mismo 27 de octubre de 2010, “el Chino” Zannini pasó a reemplazar
a Néstor en el articulado general de
la política del gobierno.
Vanguardia comunista en
los setenta, es decir, estaba a la izquierda de los de izquierda, “el
Chino” dejó de ser un mero ladero del pingüino y el jefe real de
La Cámpora para convertirse en ideólogo y ejecutor de la Revolución. “El Chino”
es del palo.
Nomás
a mes y medio de la defunción, Cristina
sacó a Nilda Garré del Ministerio de
Defensa, le fabricó un ministerio de
Seguridad y la sentó en la conducción del mismo. Es decir, le quitó a Aníbal Fernández (PJ Standard) el
control de la policía, y se lo entregó a Nilda
junto con el resto de las fuerzas de
seguridad. Las “buenas”, como Gendarmería y Prefectura.
Nilda es del palo,
¿ok? Ya sabe… Montoneros, lucha armada, jóvenes idealistas, anti
FFAA, anticana y todo aquél
asunto tan cristisetentista.
Cabalgando
plácidamente sobre el corcel del luto, y de la victimización tan constante como
la emisión monetaria, llegó a las primarias y desfiló.
Con
la inestimable colaboración de la burgerkinera opo, y con el siempre bien
recibido ayudín de INDRA, las
presidenciales fueron un trámite. Un picnic de primavera. Con sanguchitos de
pan lactal chorreando mayonesa. Calientes. Enmayonesando la guitarra de Slowhand Boudou, al tocar “Presente”.
Vox Populi - Vox Dei.
Y
ahicito nomás marcó otro gol de media cancha para encarar el segundo mandato,
el primero de “ella”, Juan Manuelito
Abal Medina jefe de gabinete. Hijo de Juan Manuel, sobrino de Fernando, medio hermano de la hija de Nilda.
Caramba… es el ícono de la portación de apellido: Abalito también es del palo.
En
la conformación y posterior reacomodamiento de ese equipo propio, sin nombres
suger-impuestos por “él”, le dio
placet al arribo de Axel Kiciloff
para jugar en las ligas mayores. Economista y marxista, 100% nac & pop, 100% del palo.
Cuando
llegó la hora de ajusticiar al multimedios con la epopeya del sietedé (7D) que no fue, Cristina
no pensó en un profesional de los medios, ni tan siquiera en un abogado, aunque
más no fuera para echarle un vistazo al pasticcio legal de la Ley Clarín. Lisa
y llanamente lo convocó a Martín Sabbatella. Y fue coherente. Si estamos
inmersos en una auténtica Revolución
Socialista, y si tenemos a la libertad de expresión de espaldas al paredón,
qué mejor que entregarle el fusil
ejecutor a un comunista genuino y con carnet. Ni Guevara lo hubiera pensado mejor.
El comandante Sabbatella, aún de traje y
sin uniforme, también es del palo.
Para
no hacérsela muy lunga y mientras, así como quien no quiere la cosa, le pedimos
que cambie un poco de yerba porque se está lavando el mate, debe tener presente
un dato que no es nada menor. En septiembre de 2012 y en Río Negro, otro cuadro icónico del setentismo escalaba un nuevo
peldaño en su reinserción oficial.
Aprovechando
el desconocimiento de las jóvenes generaciones, de los que adquirieron
prontamente el relato y la historia reescrita, y la mala memoria de los que nos
vamos poniendo viejos, nada menos que Fernando
Vaca Narvaja juraba como Ministro de Obras Públicas de la provincia.
Y
este pibe no es solamente el hermano de
la ex diputada y actual embajadora en México, Patricia Vaca Narvaja, la de Montoneros
, ¿se acuerda? No, no. Fernando es ni
más ni menos que el Nº 2 (vivo) de Montoneros.
No
es que sea “del palo”. A falta del Pepe
Firmenich, Vaca Narvaja es
directamente el mismísimo palo.
Ah, by the way, hace unos meses se habló de
traerlo al Pepe. La Cámpora pensó en
una “reivindicación histórica”, pero está el problemita ese del caso Rucci,
usted ya sabe.
Ordenando las piezas
Acá
hay que hacer una aclaración necesaria. Ninguno
de todos estos pibes se ha corrido un milímetro ideológico en 35 años. La lucha es la misma, el ideal es el mismo,
los enemigos son los mismos y los errores que cometen, también son los mismos.
Aclarado
el asunto, al componer el rompecabezas se va obteniendo una foto bastante clara
del gobierno de Cristina Kirchner:
- Tiene a Montoneros a cargo de la seguridad nacional.
- Tiene al comunismo formando y conduciendo La Cámpora.
- Tiene al marxismo a cargo de la economía y la estrategia empresarial pública.
- Tiene a Montoneros en la jefatura de Gabinete.
- Tiene al marxismo en Cultura, con Coscia.
- Tiene al comunismo al frente del AFSCA, juez supremo de la libertad de expresión.
- Tiene a Montoneros en las embajadas en España y México.
- Tiene a La Cámpora en la embajada en USA.
- Tiene al comunismo en el armado político (Zannini) y al ERP-Montoneros tanto en el armado ideológico como en la asesoría directa de Seguridad (Verbitsky).
Cristina Kirchner
nunca fue otra cosa que admiradora de Montoneros
y la revolución socialista. No
militó más que en alguna que otra marcha, no combatió, nunca arriesgó una uña
por causa que no fuera hacer dinero. Es una especie de “cholula política”. Como para ser más claros. Y cuando la vida, que
a veces hace cosas tan raras, la puso al frente del país y con todo el poder
entre sus manos, ya sin la incómoda presencia de su socio conyugal, lo que hizo fue armar la selección del tren
fantasma.
Juntó
a sus ídolos, a los que tenía más o menos disponibles. Buscó historia, épica, cuadros y gente del palo.
En
lugar de armar un gabinete y un equipo de gobierno eficiente, armó un álbum de fotos del Club del Clan.
Con Lalo Fransen y Nicky Jones como ministros.
Lo jodido
Ante
todo, hay que decir que los jodidos somos, puntualmente, todos nosotros. Una
cosa es que la izquierda setentista se dé el gusto de haber accedido al poder
por la vía democrática, lo ejerza, cumpla su ciclo, intente su revolución
cultural, fracase y se retire a cuarteles de invierno. Pero otra muy distinta
es que deba afrontar problemas serios, graves, especialmente de naturaleza
social con gente en las calles, que no es tropa propia.
Son
impredecibles, puesto que ni ellos mismos saben qué hacer. Y como tienen los
antecedentes que todos conocemos, (y que todos padecimos), la situación se
torna, cuanto menos, de alto riesgo.
Decíamos
antes que cometen los mismos errores del pasado, y eso es lo que hoy los tiene
paralizados, casi en una especie de acefalia. Siempre estuvieron convencidos que los más humildes, los pobres, los
marginados y los trabajadores de menores recursos, iban a suscribir su
revolución.
Ellos
ven a esos segmentos como “el
campesinado” de los manifiestos.
Estuvieron
convencidos en los setenta, hasta que Juán
Perón les tuvo que poner el sosegate. Y lo hizo a lo Perón. Leña y leña.
Y
hasta la cabeza del propio Cámpora
rodó, con todo lo presidente que
era. Pero las masas no acudieron a
ellos. Las masas no eran revolucionarias. Era, simplemente, gente que quería
vivir como la gente.
Estaban
convencidos hace un año, cuando la elección que ganaron caminando les hizo
creer que el pueblo finalmente había entendido la importancia de la revolución,
y que la suscribía.
No se dieron cuenta que no era por amor, sino por plata.
Plata abajo con los planes, plata al medio con la emisión. Plata de arriba,
como siempre.
A
ver si nos entendemos. Cuando ellos hacen la película de “él”, verdaderamente creen que la gente hará horas de fila para
verla. Y cuando la gente no aparece, cuando hay que comprar las entradas para
regalarlas, se desencantan, se enojan, le toman bronca.
Cuando
ningunearon el 13S argumentando que
era “gente bien vestida”, estaban
convencidos de lo que decían. Y entonces les vino el paro general y no
entendieron que las masas lo acataran o adhirieran. Después les cayó el irrepetible 8N, y se miraron sorprendidos,
reaccionaron como chicos, con burla de segundo año comercial, liceo de
señoritas. Las elecciones del Partido Comunista chino. Y se agarraron una
bronca enorme con, otra vez… la gente.
Ahora salen los más pobres a saquear. ¿Cómo nos hacen esto a nosotros? Justamente a nosotros que
fuimos los únicos que hicimos algo por ellos. Y están en no contestar. Silencio
de radio. Sin respuesta política a causa de la cerrazón ideológica.
Corolario
Hay
a decirlo claramente para que lo entienda hasta el Bobby, que se metió sin que usted lo note, con las patas
embarradas, y está leyendo esto al lado suyo. Hoy gobiernan los Montoneros. Esto es taxativo. Fueron llegando de a poco desde el PJ,
desde el Frepaso y se empezaron a instalar con Kirchner y se terminaron de
conformar con la viuda de Kirchner.
Su
gobierno es muy bueno para implementar preceptos ideológicos, adoctrinamiento
juvenil, penetración cultural, señalamiento de enemigos, control y recorte de
la libertad de expresión y de otras libertades, ataque a “las corpos” e imposición de un relato. O sea, todo el trabajo
sucio que requiere imponer una revolución… ¿limpia?
Casi
todas esas cosas le salen bastante bien. ¿Pero sabe qué? Su gobierno es muy malo para gobernar un país.
Implementa
políticas absurdas, reacciona tarde y mal, se va de boca siempre, no sabe
desprenderse de los contrapesos, se pelea con todo el mundo para adentro y para
afuera, sanciona leyes con nombre y apellido, se ve obligado a mentir para
justificar fracasos estrepitosos en casi todas las áreas.
- ¿Será que saben mandar pero no gobernar?
- ¿Será que su ideología más tarde o más temprano terminan siendo incompatible con la democracia y la república?
- ¿Será que no pueden entender que la gente quiere, apenas, un gobierno eficiente y no una epopeya revolucionaria, gloriosa y definitiva?
Nos
atrevo a quitar los signos de interrogación, para afirmar que sí, a todas las
cuestiones.
Están
en otro palo, porque son de otro palo. Eran llamados
subversivos porque siempre quisieron subvertir, cambiar todo, modificar a su
antojo el orden establecido. Con una soberbia obscena, casi como la
magnificencia, de “él”, para robar.
Eso
puede ser interesante cuando se vive bajo un régimen dictatorial. Aspirar a
subvertir un sistema tirano es una forma de empezar a ganarle. Pero cuando se
vive bajo reglas de convivencia que la ciudadanía decidió y respeta —una
democracia republicana— lo que se termina subvirtiendo es, precisamente, esa
democracia y esa república. Y entonces no se hace la revolución para la gente.
Se la hace contra la gente.
No se dan cuenta que llegaron tarde.
Cuando
ellos pudieron reinsertarse y organizarse, los argentinos seguíamos siendo
giles, pero ya estábamos demasiado democráticos.
Feliz 2013, aunque la casa no esté demasiado en orden.
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