Por Guillermo Cherashny
No
sería casual que las cámaras de seguridad de la torre Le Parc de Puerto Madero
no funcionaran ni el sábado ni el domingo, cuando se produjo la muerte violenta
del fiscal Alberto Nisman. Y tampoco las cámaras de los
ascensores. Ya es sabido que la custodia policial habría liberado la zona para
que algunos entraran y limpiaran las huellas de la Bersa 22 Thunder que le
había entregado Diego Lagomarsino el
sábado a pedido de Nisman. Pero lo que reforzaría la presencia de la
célula K que conduce Fernando Pocino es que Martín Toro, el presidente de SIE,
la empresa que le presta seguridad a Le Parc, estaría vinculado al mismísimo
Pocino, quien entró a la SIDE a pedido de la UCR en la época de Hugo Anzorreguy. En el ‘99, Fernando de Santibáñez, con el apoyo
del grupo sushi, lo sacó del medio y lo mandó a vegetar a la Cámara de
Diputados de la Nación. Allí empezó a
conspirar contra el gobierno de Fernando de la Rúa asesorando a la entonces
diputada Cristina Fernández, quien exigió la renuncia de aquél. Cuando los
Kirchner llegaron al poder, Pocino
fue nombrado director de reunión interior y participó en tareas menores pero no menos sucias, como la de
descalificar a políticos opositores como Enrique Olivera o Francisco de
Narváez, generalmente en combinación con el periodista Horacio Verbitsky, quien se sumaba con sus editoriales a estas
campañas sucias. Con el correr del tiempo y cuando el juez Claudio Bonadío empezó a investigar el caso Hotesur, desde el máximo nivel empezaron a llegar órdenes de
sacarse de encima a los jueces que molestan a la presidente. Y como tanto Francisco Larcher como Jaime Stiusso
se negaron, se produjeron los cambios de autoridades en la SI y no para
transparentar sino todo lo contrario. Es decir, sacarse de encima a la parte
del Poder Judicial que molestaba a CFK.
Así es que entraron los camporistas
Enrique Aurelli y Josefina Kelly, para formar rápidamente un grupo de amigos de
la presidente. Justamente unos 20 días después entró en escena el fiscal Alberto Nisman con la denuncia
de encubrimiento contra la presidente por el Memorándum de Entendimiento con
Irán.
Limpiando
el pasado
Ayer la comunidad
chiíta argentina que se reúne en la mezquita de Flores decidió defender a Yusuf Khalil como un hombre vinculado a
chiísmo, diferenciándolo indirectamente de su estrecho contacto, Luis D’Elía, el supuesto “vendehumo” de esta historia. En la CIA
y la Mossad se inclinan por descartar que agentes iraníes participaran en la
muerte de Nisman. Esto es coherente
con el repudio que tanto Irán como el Hezbolah hicieron de la masacre en
Charlie Hebdo. Esto quiere decir que tanto Irán como Hezbolah quieren que el
mundo crea que no harán más actos de terrorismo en el exterior, lo que ocurre
desde hace varios años. Pero les queda
la mancha de los atentados a la embajada de Israel y la AMIA en la Argentina y
querían darle un punto final a ese acto de terrorismo. Y esa voluntad
expresada desde el 2005 ante los cancilleres Rafael Bielsa y Jorge Taiana
fue finalmente receptada por la presidente actual y su canciller, con el fin de
absolver a Irán de sus actos de terrorismo.
Guillermo
Cherashny
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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