Viernes, 6-Feb-2015
Estimados todos...
Lo que voy a
relatarles me ocurrió hoy acá, en Rosario, pero debe estar sucediendo en
muchísimos lugares de este país.
Vivo a cien metros
del nacimiento de una villa de la que hace años se nos dice será desplazada.
Con cierta frecuencia realizan cortes de la calle, por motivos varios. Vale
aclarar que esta calle es una avenida angosta que es la descarga del tránsito
hacia y desde el Oeste de la ciudad.
Esta mañana el ruido
de tránsito entorpecido nos avisó que algo estaba pasando afuera. La calle
estaba cortada. Dos metros al oeste de la esquina habían cruzado cubiertas, un
contenedor de basura y una valla metálica.
Tuve que salir a
hacer unas compras. Apenas puse el pie en la acera vi doblar hacia mi posición,
desde la calle lateral, un móvil policial.
Le hice una seña y se
detuvo a mi lado. Al volante iba un joven masculino y como acompañante una
femenina regordeta, morochita y también joven. (me tentó el uso de la jerga).
El siguiente diálogo
lo sostuve exclusivamente con el masculino (M):
CAG: ¿qué está sucediendo allá?
M: Cortaron la calle.
CAG: ¿cómo? ¿Quiénes?
M (señalando la villa con la mirada): Ellos.
CAG: ¿Y ustedes pasan al lado como si
nada?
M: No podemos hacer nada.
CAG: ¿cómo qué no? ¿Quién es su jefe en
la cadena de mandos, para hablarle?
M (acentuando las palabras, para
"avivarme"): Tenemos órdenes de no hacer nada, de no intervenir. ¿No
vio cómo ocuparon el campo deportivo de Graneros, el otro día?
CAG: Lo vi en los diarios, pero por la
tarde los habían sacado.
M: Vaya ahora. Está todo loteado con
cintas y están levantando los ranchitos. Y no podemos intervenir.
CAG:
Ahhhh... ¿entonces quiere decir que ahora todos podemos hacer lo que nos
dé la gana?
el masculino me miró
fijo al responder, rápido y seguro:
M:
Ellos sí.
Usted, no.
Me despedí. Pero tomé
el número de interno: 4323, eran las 11:30.
No sé si el joven
policía tenía idea de la magnitud de la barbaridad implicada en su respuesta.
Probablemente no.
Pero dense cuenta que
el agente acababa de formalizar la
desigualdad ante la ley.
Los villeros pueden
hacer lo que quieran. Los ciudadanos comunes, NO.
Es decir, ya los
no-villeros no somos iguales; estamos un escalón abajo de los que habitan las
villas. Ellos pueden cortar calles, “colgarse”
para robar electricidad y video cable (me consta), romper propiedad pública
(los vidrios de la nueva escuela, enfrente de mi casa), etc., con la
tranquilidad de que la policía no va a intervenir.
Las directivas que
recibió el agente respecto de no intervenir para reponer el orden las impartió
un superior que a su vez las recibió de más arriba, hasta llegar al gobernador.
Antonio Bonfatti y Hermes Binner |
En el caso de Santa
Fe, el actual gobernador se candidatea para ser diputado. El anterior
gobernador se candidatea para ser presidente de la Nación.
Mi reflexión es: ¿Vamos a votar a quienes nos han convertido
en ciudadanos desiguales?
Y dejo constancia que
no he tocado el tema seguridad, que es más grave aún.
Votarlos
de nuevo sería premiarlos.
Sería verificar que
somos borregos atrapados en el juego de estos mercaderes que se permiten
cualquier estropicio a sabiendas que la ciudadanía es de memoria corta y coraje
flojo.
Hay
que darles un BASTA! negándoles el voto.
Hay que empezar a
enseñarle a la clase política que el que le falla al Soberano termina su
carrera.
Es eso o seguir
confortablemente adormecidos.
CARLOS
GALVALIZI
Rosario, Santa Fe.
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