Si aceptamos que la definición de
“la geopolítica es una ciencia que se
ocupa del estudio de la causalidad espacial de los sucesos políticos y de los
próximos o futuros efectos de los mismos. Se nutre especialmente de otras
disciplinas de envergadura tales como la historia, la geografía descriptiva y
la geografía política”.
La VII Cumbe de la Américas desarrollada en la ciudad de Panamá, entre
del 10 al 11 de abril de 2015, nos deja a una República Argentina huérfana y
sin rumbo cierto para arribar a un futuro venturoso, en su discurso nuestra
presidente hostiga al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, defiende
los principios marxistas perimidos de Cuba y Venezuela… se aleja de quienes podrían
ser nuestros aliados y se negocia con países con serios problemas económicos.
China y Rusia, que tienen potencial y necesitan de nuestros productos… pero
todas esas negociaciones son oscuras, no transparentes y con cláusulas
secretas.
¿Quo Vadis Argentina?
Sinceramente,
Pacificación Nacional Definitiva
por una Nueva Década en Paz y para Siempre
OPPENHEIMER: LA CUMBRE DE LA ‘FATIGA IDEOLÓGICA’
04/11/2015
Ciudad de Panamá: El apretón de
manos entre el presidente Obama y el gobernante cubano general Raúl Castro no
fue el único síntoma de un cambio de vientos políticos en la Cumbre de las
Américas: gran parte de la región dio
muestras de una creciente fatiga ideológica, y de un nuevo anhelo de
pragmatismo.
Claro que hubo los discursos
habituales de Cuba, Venezuela, Ecuador y otros países autoritarios culpando al “imperialismo” estadounidense de sus
problemas internos, pero la mayor parte de lo que ocurrió en la cumbre mostro una clara pérdida de
influencia de Venezuela en la región, y un deseo por la mayoría de los países
de no antagonizar a los Estados Unidos.
La economía latinoamericana está
pasando por uno de sus peores momentos de los últimos 15 años tras el desplome
de los precios de las materias primas, según datos de las Naciones Unidas. Y
con China pasando por una desaceleración
económica, Rusia en bancarrota y Europa estancada, muchos países latinoamericanos ven el crecimiento
de la economía estadounidense como su mejor apuesta para aumentar sus
exportaciones y buscar nuevas inversiones.
Entre los síntomas de los cambios
políticos que vi en la cumbre:
En primer lugar, Venezuela no
logró un consenso para una declaración final de la cumbre que condenara el
reciente decreto ejecutivo de Obama negando visas de entrada a Estados Unidos y
congelando los depósitos bancarios de siete figuras del gobierno venezolano
acusados de
violaciones de
derechos humanos y corrupción,
según dijeron
funcionarios panameños
horas antes de finalizar el evento.
El presidente venezolano, Nicolás
Maduro, había propuesto tres párrafos en el borrador de la declaración final de
la cumbre en la que todos los países participantes rechazaban las “medidas unilaterales coercitivas” de
Estados Unidos.
Sin embargo, Maduro no consiguió
un apoyo masivo para esa declaración, ni siquiera para una versión más aguada
de la misma que no mencionara a Estados Unidos por su nombre. En cambio, la
cumbre decidió no emitir una declaración final, y solo acordar algunos mandatos
concretos, como la creación de una Red
Panamericana de la Calidad de la Educación, según los funcionarios
panameños.
En segundo lugar, tras una declaración conjunta de 26 ex presidentes
latinoamericanos y españoles que criticaron a los gobiernos de la región por su
silencio cómplice ante el encarcelamiento de líderes de la oposición en
Venezuela, varios jefes de Estado tomaron cierta distancia de Maduro en
materia de derechos humanos.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff dijo en una entrevista
con Patricia Janiot de CNN en Español que “Nosotros no creemos que la oposición debe
ser encarcelada, a menos que haya cometido un delito”, en Venezuela.
Del mismo modo, el nuevo
presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez
participó junto a Obama en un Foro de la Sociedad Civil, que incluyó a
líderes de la oposición cubana y activistas de la sociedad civil venezolana. El
predecesor de Vásquez, José Mujica había sido mucho más cercano a Venezuela y
Cuba.
En tercer lugar, los presidentes del Caribe y Centroamérica,
la mayoría de cuyos países dependen en gran medida de los subsidios petroleros
de Venezuela, se reunieron separadamente con Obama durante el viaje del
presidente de Estados Unidos a Jamaica y Panamá, en las que solicitaron ayuda estadounidense para
resolver sus problemas energéticos.
Muchos países de la Cuenca del
Caribe temen que Venezuela recorte aún más sus subsidios petroleros de
Petrocaribe. La economía de Venezuela
caerá un siete por ciento este año, lo que equivaldría a la crisis económica
más dramática en América Latina, según las proyecciones del Fondo Monetario
Internacional.
Muchos diplomáticos coinciden en
que el temor a un desplome económico y político en Venezuela fue una de las
principales motivaciones que llevaron a Cuba a negociar una normalización de
las relaciones con Estados Unidos.
Finalmente, los líderes de Brasil, Argentina, Chile y varios otros
países latinoamericanos están políticamente debilitados por problemas internos,
incluyendo escándalos de corrupción, y no tienen mucha fuerza para iniciar
batallas políticas contra Estados Unidos.
“Por primera vez en los últimos años, Washington está llevando a cabo
una diplomacia inteligente, que comenzó con el anuncio de una normalización de
las relaciones con Cuba”, dice José
Miguel Vivanco, del grupo de derechos humanos Human Rights Watch. “Eso
ayudó a desarmar el clima antiestadounidense que habíamos visto en cumbres
anteriores”.
Mi opinión: Hay un cambio de los vientos económicos en América Latina,
que se está traduciendo -de manera lenta, pero segura- en un cambio de los
vientos políticos.
Antes de la cumbre, muchos
pensaban que Maduro se robaría el show obteniendo un respaldo masivo para una
declaración final que rechazaría las sanciones de Estado Unidos a los siete
funcionarios venezolanos. Pero Maduro no
lo logró.
En cambio, el apretón de manos entre Obama y Castro en la noche de apertura de la
cumbre -aunque signado por la frialdad y la desconfianza- fue el centro de atención de todos.
Puede ser el símbolo de un nuevo pragmatismo en las relaciones interamericanas,
forzado por la nueva realidad económica mundial.
NOTA: Las
imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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