“Quien no conoce su historia está
sentenciado a repetirla”
Columna de Óscar Platero
La noticia que se conoció en los
medios de comunicación el día de ayer y se hizo inmediatamente viral en las
redes sociales, relatando la captura de algunas de las máximas autoridades de
la SAT, incluido el Superintendente Omar Franco, y quien le entregara éste
delicadísimo cargo luego de ser destituido por supuestamente “no lograr las metas de recaudación”,
–Carlos Muñoz-, conmocionó a la sociedad guatemalteca.
Para los analistas independientes
conocedores del tema, los empleados de las SAT, y quienes viven de intermediar
–gestores aduaneros, tramitadores, abogados y bufetes ligados a éstas
operaciones delictivas, asesores tributarios,
etc.-; nada de lo que estaba sucediendo al interior de la institución,
así como el modus operandi de las mafias incrustadas en ella, era desconocido.
Sabedores de que la cobertura de dichas estructuras criminales “viene de arriba”, como se dice entre
bastidores, callan y tratan -la mayoría- de congraciarse con los mandamases de
turno.
La cantidad de recursos del
Estado, que se derivan hacia las bolsas sin fondo de los más altos funcionarios
en funciones, son astronómicos. Por
ello, en próximas columnas presentaré algunas proyecciones derivadas de datos
concretos y documentos que obtuve, conocí a perfección y analicé, luego de un
año de profundas investigaciones que dirigí hace 10 años a la cabeza de un muy
eficiente equipo de analistas, conformado por
personal de la Coordinación de Seguridad Aduanera, la cual honrosamente
dirigí durante ese periodo.
Cuando fue del conocimiento de
los más altos funcionarios de la SAT de la época: Carolina Roca de Obiols, Emilio Francisco de Asís Pacheco Pilón,
Carlos Muñoz –procesado el día de ayer-, etc., que la investigación apuntaba
hacia las más altas autoridades institucionales, inmediatamente se urdió un
plan para separarme del cargo y de paso descalificarme, para restar
credibilidad a la investigación y a las denuncias que realice ante el PDH [1] de
aquella época, cuando recibí al igual que mi personal subalterno, amenazas de
muerte para acallarnos, fuimos perseguidos de todas las formas posibles, y se
publicaron artículos y notas de prensa mediante la utilización de reporteros
faferos [2] que
recibían “extraños sobres” en el
despacho de la superintendente, y en la Intendencia de Aduanas, para funcionar
como su “Caja de Resonancia”; publicando “sus notables esfuerzos para elevar la recaudación y cumplir con las
metas trazadas”. Metas que como debe
saber el lector, es la misma superintendencia la que se las “autoimpone”, por supuesto, luego de
apartar de las mismas, su parte de lo evadido y la correspondiente “Cuota para arriba”.
Un expediente de más de 3000
folios, conteniendo cientos de documentos cuya veracidad era irrefutable, fue archivado por orden del Fiscal General
del Ministerio Público de aquel entonces, Juan Luis Florido. La orden era:
Proteger las instancias cercanas a la Presidencia de la República, y sus
familiares y allegados, quienes mediante la “Secretaria
de Obras Sociales de la Presidencia” -SOSEP- habían organizado una de las
operaciones de “defraudación y evasión
fiscal”, más grandes de la historia del país -“hasta entonces”-.
Si mal no recuerdo, 1178
contenedores que fueron introducidos al
país en forma anómala, formaban el cuerpo principal de la investigación, fruto
de la cual, se intentó estigmatizarme;
pero como siempre sucede históricamente, “La mentira tarda, mientras la verdad no llega”, y ahora es la
historia quien da la razón a quien esto escribe y al eficiente y esforzado
equipo de trabajo que repito “honrosamente
dirigí”. Por supuesto los señalados
en aquel entonces, saben que copia de los documentos que sirvieron de soporte
para mis denuncias -en el MP [3],
la PDH, y los medios de comunicación-, están debidamente resguardadas -por supuesto no en mi residencia-, en apoyo
de mis palabras y de los intereses del País.
Los investigadores actuales,
deberían de enfocar sus pesquisas, hacia la Intendencia de Aduanas, los Departamentos
de Valoración, y de Operaciones de ésa Intendencia, el departamento de
Contribuyentes Espéciales -y sus “devoluciones
de créditos fiscales”-, y el
Departamento Jurídico -que “negocia”
reparos fiscales con grupos evasores-. De igual manera y con suma minuciosidad,
a la Coordinación Regional Central de Aduanas, de la cual dependen todas las
Almacenadoras y Zonas Francas ubicadas en el perímetro de la ciudad capital, en
cuyas delegaciones de la SAT, muchas veces “Matan”
o manipulan las Declaraciones Aduaneras que abalan mercadería que supuestamente
va en tránsito hacia otros países, o los famosos “FLY”. Y, por supuesto, el Departamento de Informática,
sin cuya manipulación, -efectuada
algunas veces desde el exterior de la institución-, no pudieran efectuarse
éstos delitos. Además, investigar rápidamente -antes de que desaparezcan
documentos y archivos electrónicos-, el resto de Aduanas fronterizas ubicadas
en la geografía nacional. Grandes
sorpresas los esperan en las direcciones señaladas, pues nada es casual, todo
forma parte de un esquema de grandes proporciones.
Por el bien de nuestro País,
espero que ésta oportunidad se convierta en un parte aguas histórico, la Patria
y nuestra sociedad lo merecen.
FUENTE:
Diario Correo Informativo N° 267 “Por una Guatemala mejor” y http://lanoticiaenguatemala.com/la-superintendencia-de-administracion-tributaria-sat-y-las-mafias/
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