14 de Junio de 2012
Alerta | OBITUARIO
Alfredo Díaz está a la izq., bajo el árbol, Juan Perón le está hablando a él.
Alfredo Sebastián Díaz, quien fue edecán por Ejército de Juan Domingo Perón y a quien los
militares golpistas de 1976 le negaron el ascenso a causa de su cercanía con el
fallecido Presidente, fue enterrado en el cementerio de Chacarita. Sin embargo
no hubo peronistas en el adiós. Lo despidieron un coronel de Ejército; el
presidente de la Promoción 80; y el escritor
y periodista Juan Bautista Yofre. Aqui su mensaje:
Estimada Malena y familia:
Me han solicitado pronunciar unas palabras de despedida
al coronel Alfredo Sebastián Díaz, en nombre de los que lo apreciaron en
distintos momentos de su vida. Lo hago con pesar porque las despedidas son
siempre dolorosas. Pero también lo hago con especial orgullo porque despido a
un gran argentino, que sufrió como muchos nuestras desavenencias, aquellas que
conducen muchas veces a la falta de reconocimientos personales.
No basta con decir que el coronel Alfredo Sebastián Díaz era un gran soldado. Era, por sobre
todas las cosas, una gran persona. Sensible a los cambios de su época. Honrado,
una virtud que escasea en estos tiempos. Portaba la modestia de los grandes,
siendo un hombre reconocido por su capacidad intelectual y, por sobre todas las
cosas, valiente.
Digo que fue un hombre valiente porque nunca renegó de
sus ideales, sus convicciones. Todos los que estamos aquí conocemos que, como
buen oficial del Arma de Artillería del Ejército Argentino, Díaz estaba calificado para llegar al
más alto grado de su profesión. Sin embargo no fue general. Y no lo fue –eso lo
sabemos—porque los que calificaban lo dejaron al margen por haber sido Edecán
Militar de Juan Domingo Perón. Hasta
eso llegaron las pasiones desatadas en la Argentina de la década del setenta.
Y, Alfredo, pagó el precio por
cumplir con su misión. Lo hizo en silencio, sin reproches y sin golpear las
puertas de los despachos para dar explicaciones.
El coronel Díaz
fue un testigo calificado de la última
etapa de vida de Perón. De ese Perón que vino a unir a los argentinos. Vio de
cerca la gran defraudación que sintió el líder
Justicialista, por la acción de un
grupo minoritario de simuladores que lo traicionó sembrando la muerte y dolor
entre compatriotas. No dejo de imaginar que su cercanía al viejo Teniente General hizo que pagara un segundo
precio: el de no ser valorado en estos días en que se acreditan a personajes
que carecen de las virtudes necesarias. Incluso de quienes traicionaron a sus
propios camaradas.
Tuve con el coronel
Alfredo Díaz tres momentos difíciles de olvidar. El primero, un largo
diálogo que mantuve con él en Washington, en 1980, donde yo vivía, cuando tome
distancia de la Argentina de la época. Recuerdo sus palabras, su dolorida visión del futuro, su
mirada poco esperanzadora. No es momento de repetir lo que me dijo, pero debo
decir que tenía razón.
La segunda ocasión fue cuando presente mi libro “El Escarmiento”, donde él figura en la
tapa, junto con otros dos camaradas, escuchando a su Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, en la Quinta de Olivos
en enero de 1974. En ocasión de esa presentación, tuve la alegría de brindarle
un caluroso homenaje ante una numerosa audiencia, entre la que se encontraba un
ex presidente justicialista de la Nación. Y, aquí estoy, estimado Alfredo, para agradecerle sus
enseñanzas volcadas en ese libro.
El tercer momento se concreto hace justo un mes. Fue
cuando pude visitarlo y sin palabras, con solo un apretón de manos,
transmitirle mi afecto. Como lo hubieran hecho todos los que están aquí
presentes.
Hasta siempre coronel
Alfredo Díaz. Siempre estarás entre nosotros. Como dijo una vez un viejo
general en otro país: “Los viejos soldados nunca mueren; solo se
desvanecen”.
Juan Bautista Yofre
Puedo decir, que mi abuelo entonces con el grado de Mayor del ejercito, fue edecan de un presidente constitucional. Caido este, sufrio prision de 8 meses en un barco de guerra anclado en alta mar. No cobro sus sueldos y mi abuela y su hijo menor, mi padre, pocas veces pudieron visitarlo, transportados en un Remolcador del cual pasaban a la otra nave, en una canasta de cuerdas (tengo fotos). La persecucion no termino ahi, luego fue destinado a los peores lugares y al cabo retirado con el mismo grado. Por fin durante el gobierno de Peron (quien en aquella primera època de la narraciòn, habia sido contrario), una ley lo ascendiò a Tte Coronel. Me permito brevemente citarla, porque me parece que son historias parecidas
ResponderBorrar