
Nos hemos acostumbrado a tolerar cualquier noticia y los
anticuerpos naturales nos han provisto de una coraza protectora, ya no nos hace
mella ningún tipo de latrocinio, ya no nos inquieta ningún delito, descubrir un
acto de corrupción completa nuestra información cotidiana, sin ella iniciamos
"vacíos" cada jornada.
Hasta nos llega a sorprender algún acto heroico, alguna actitud honesta, algún
gesto de solidaridad.
ESAS SÍ QUE SON NOTICIAS INESPERADAS!!!

El último eslabón de esta vergonzosa cadena lo dio la lógica desaparición de la historia de The
Old Fund en la Inspección General de Justicia. Seguramente el Inspector General habrá recibido, en el
bunker de La Cámpora, las notas de
agradecimiento por parte del rockero nacional y todos contentos. Nadie se ruboriza.
Es decir que el mundo se enterará que una de las
funciones soberanas de una Nación como es la impresión de su moneda, estará en
manos de una empresa sin historia clara, sospechada de múltiples irregularidades,
de la cual nadie sabe ni cómo está compuesta, ni quienes son sus accionistas,
sus directores, sólo sospechando sus intenciones. Y más inexplicable es el
hecho de que pese a todos los intentos de saber a quien entregamos esa
importantísima función, seguimos en la supina ignorancia.
Sólo sabemos que se trata de una banda de
amigos que dibujó una entelequia societaria que oculta perversas transacciones.
El ocultamiento es su modus operandi.
Sin embargo el Estado Nacional entrega parte de su soberanía
a esta "Empresa". Y ante el
absoluto silencio y negativa a clarificar su plexo societario, le mantiene un
contrato viciado de nulidad absoluta.
Nuestra moneda está en sus manos.
La única buena noticia es que hemos llegado al fondo,
sería imposible descender más...
por JUAN MANUEL OTERO
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