Salta, 16 de Agosto
de 2013
Discurso leído por la
Profesora Gabriela Ortín
Mi General, los que
hoy, conscientes de no ser merecedores del honor de homenajearlo, aquí estamos,
sin embargo, haciendo el intento. Sepa usted disculparnos, pero no tenemos
excusas, ni vergüenza, ni siquiera para justificar el que, este acto, se lleve a
cabo en esta fecha y no en la que corresponde. Empero, así y todo, recordarlo
fue, es y será importante. Fundamentalmente, porque estos jóvenes que son la
esperanza de la patria necesitan de un norte seguro para fijar el rumbo. Y,
entre tanto oscurantismo desorientador su ejemplo de vida es la mejor brújula
para ser mejores. ¡Jóvenes! ¡He aquí un modelo a imitar! ¡Aprovechad la
oportunidad! ¡Conoced a nuestro General e identificaos con él! ¡Jugad con
vuestro espíritu y colocaos en su lugar! ¡Abandonad por unos segundos el aquí y
el ahora y fundid el cuerpo con el alma universal de Don José de San Martín!
¡Qué el sea vuestro entrenador espiritual! Este grato, simple y recomendable
ejercicio estético y moral dejará huellas indelebles en sus existencias; porque
la vecindad con las bellas y nobles almas es la mejor manera de embellecer y
ennoblecer las propias. El gran e inagotable tesoro sanmartiniano legado a los
argentinos y a los latinoamericanos no es mensurable en especies o en moneda.
Simplemente, no tiene precio. Los paradigmas de virtud encarnados antes que
representar un valor, son un criterio para valorar las cosas.
En los tiempos que
vivimos es para los argentinos una necesidad urgente dialogar con los padres de
la patria. Son tan grandes ellos y, a su lado, tan insignificantes nosotros,
que superarnos constituye una obligación cardinal. Así, tal vez, comencemos a
merecer el honor de homenajear al General Don José de San Martín.
En ustedes, alumnos,
depositamos ese anhelo.
¡¡Viva
el General Don José de San Martín!!
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