por Enrique G.
Avogadro
Será
por eso que del todo no me fui[1]
"Quienes
quieran analizar la política o la historia
en términos ideológicos, sólo estarán contemplando
el espectáculo de un teatro de títeres". Carlos Manfroni
en términos ideológicos, sólo estarán contemplando
el espectáculo de un teatro de títeres". Carlos Manfroni
Que ya no hay
ideologías en la política argentina no es una novedad, pero donde más se nota
es en la violencia política. Con toda mi profunda repugnancia por el accionar
de los terroristas de los 70's, que tantas víctimas cobró, no dejo de reconocer
que actuaban convencidos de ser el "hombre
nuevo" popularizado por el Che Guevara, acompañado por muchos curas
extraviados, y se sentían mesiánicamente destinados a conducir la revolución
socialista. Pretendían replicar en la Argentina el genocidio comunista (el
propio Santucho dijo que, al triunfar, fusilarían a un millón de argentinos) y
contaban con el apoyo militar y financiero de países como Cuba, Libia, Argelia,
Líbano, etc.
Si bien quienes
vivimos aquella trágica época recordamos claramente qué sucedió entonces, ya
convivimos al menos con dos generaciones que lo ignoran o están confundidas,
engañadas por la exitosa acción psicológica que permitió que la historia fuera
tergiversada completamente, calificando a aquellos asesinos como "jóvenes idealistas".
Hoy, cuarenta años
después, esa demencial violencia que resurge de la mano de los militantes
kirchneristas -algunos de ellos ex integrantes de organizaciones como
Montoneros, Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Movimiento Todos por la
Patria (MTP)- y busca la
desestabilización o caída del actual gobierno, tiene como único objetivo
impedir que la Justicia envíe a la cárcel a Cristina Elizabet Fernández y al
resto de los integrantes (funcionarios y empresarios) de la asociación ilícita
que encabezó, como antes lo fue el asesinato de Alberto Nisman. Mañana Jorge
Lanata, que mostrará en su programa cuentas bancarias extranjeras, con sus
saldos, procedencia del dinero y titulares, seguramente incrementará la
inquietud que los embarga.
Todo comenzó, el 10
de diciembre, cuando la viuda de Kirchner se negó a entregar los atributos del mando
a su sucesor, y continuó con la resistencia en organismos y cargos por parte de
ñoquis sembrados como virus malignos en toda la administración pública (¿qué es
de la vida de Milani y Berni?). Siguió la masiva distribución del manual de
procedimiento para la concreción de micro acciones destinadas a promover el
descontento social, y una feroz actividad en las redes. Así, lograron instalar
la sensación de desempleo masivo, que nunca existió, o una hambruna
generalizada, pese a que todos los planes sociales han aumentado, incluyendo la
distribución de alimentos.
Aunque no les sería
posible ahora reunir una tropa ideologizada para la subversión, no es menos
cierto que hay mucha mano de obra disponible para asumir ese rol. Me refiero,
naturalmente, a elementos de la Policía bonaerense, a pseudo organizaciones
sociales -como Barrios de Pie, Quebracho, Miles TTT, Tupac Amaru, Hijos,
Corriente Clasista y Combativa, etc.- para invadir violentamente el espacio
público y alterar el orden y, en especial, a otro tipo de personas, vinculadas
al narcotráfico, como los "ni-ni",
dispuestos a todo por algunas dosis de paco, o los barrabravas, que se venden
al mejor postor. Si a esa inestable mezcla explosiva le sumamos la actitud de
los sacerdotes de "Curas en Opción por
los Pobres", declaradamente kirchneristas y prohijados por el Papa
Francisco, tendremos delante un escenario por demás inquietante.
Me preocupa la
actitud del Presidente y su entorno, que minimizan este rebrote de violencia y
se resisten a enfrentar, con todo el peso de la ley, hechos que van escalando
en gravedad y que, de no ser cortados de cuajo, seguramente acarrearán
consecuencias terribles. No fue menor que el automóvil en el que se trasladaba
Mauricio Macri fuera apedreado ni que se optara por modificar locaciones de
actos para evitar confrontaciones callejeras; tampoco lo fueron las reiteradas
amenazas implícitas en las invasiones al despacho de María Eugenia Vidal o a la
casa de alguno de sus ministros, cometidos en el marco de la resistencia de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires a la limpieza que la Gobernadora está
encarando en sus filas.
Parte de lo que
sucede en la Justicia fue desnudado por el Juez Alfredo López, de Mar del
Plata, que denunció que la Fiscal Laura Mazzaferri se había negado a recibir la
denuncia que formulara la propia Policía y entorpecía la investigación de la
agresión al Presidente y, sin pelos en la lengua, instó a éste a promover
juicio político a todos los integrantes de la nefasta organización
autodenominada "Justicia
Legítima", a la cual pertenece la funcionaria en cuestión, creada por
la Procuradora General, Alejandra ¡Giles! Carbó, para servir al innoble
propósito kirchnerista de colonizar al Poder Judicial; el magistrado fue
clarísimo cuando explicó que, mientras esa organización subsista, resultará
imposible gobernar.
Es demostrativo de
una cobardía visceral o de una complicidad dolosa que ningún fiscal del país
haya denunciado -el Título VIII del Código Penal reprime los delitos contra el
orden público- a siniestros personajes como Luis D'Elía, Fernando Esteche, Hebe
de Bonafini, Roberto Perdía, Gabriela Cerruti, Guillermo Moreno, Cristóbal
López y sus medios, etc., que desembozadamente han dicho que buscan, incluso
recurriendo a la violencia, la renuncia o la destitución de Macri, a quien han
llegado a comparar con Hitler. En este tema, como sucede con la corrupción, la
impunidad está reñida con la gobernabilidad.
No voy a explayarme
sobre el tema de las tarifas, puesto que ya he fijado mi posición en otras
notas, pero sí voy a insistir en que, más allá de las repercusiones financieras
que el fallo de la Corte Suprema produce, el impacto más grave ha sido sobre la
posibilidad del arribo de inversiones extranjeras, que el país requiere más que
un vaso de agua para un perdido en el desierto.
Considero que la
culpa de lo sucedido corresponde al Gobierno, que torpemente se negó a informar
oportunamente a la sociedad la magnitud de la crisis heredada, responsabilidad
luego amplificada por el magnífico aparato comunicacional del kirchnerismo, que
logró instalar la idea de un inexistente tarifazo salvaje. Si el Ministro
Aranguren hubiera convocado antes a los ocho ex secretarios de Energía, que
tienen diversas filiaciones políticas pero llevan años proponiendo unánimes
soluciones al problema fabricado por don Néstor y doña Cristina, casi con
seguridad se hubiera conducido mejor el proceso.
Espero que los
jóvenes que hoy están a cargo de la administración nacional dejen de usar como
libro de cabecera el "Diario de la
guerra del cerdo", del inolvidable Adolfo Bioy Casares, y por lo menos
escuchen a quienes, por edad y experiencia política, podrían haberles evitado
sufrir esta derrota que nos afecta y que pagaremos todos, en especial los más
pobres.
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
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