MÁS VALE TARDE QUE NUNCA debería ser
el título de la nota de Francisco Olivera en La Nación. El Foro de San Pablo se encuentra vigente en la región desde 1990.
El Foro de Sao Paulo, nacido de la fusión
de las fuerzas de izquierda del continente tras la Guerra Fría, ha tenido mucha
influencia en todas las políticas populistas/neocomunistas que se instalaron en
la región. Han tenido influencia porque, de hecho, los gobiernos han ido cayendo
uno a uno en manos de partidos que estaban en manos del Foro de San Pablo. Primero
fue Chávez, en Venezuela, aunque antes había caído Cuba en manos comunistas, y
luego fueron cayendo uno todos los países, incluso Argentina, Brasil y Uruguay.
Sus objetivos principales era la destrucción de las instituciones,
especialmente la Fuerzas Armadas, para alzarse con el poder e instalar
gobiernos socialistas/neocomunistas en Latinoamérica.
El 19 y 20 de
agosto de 2014 se llevo a cabo en la Ciudad de Buenos Aires, el FORO DE BUENOS AIRES, por la Justicia, la
Concordia y la Libertad, organizado por la Asociación de Abogados por la
Justicia y la Concordia. Participaron personalidades Iberoamericanas en este
importante encuentro. En esas jornadas se plantearon todos los peligros a la
democracia que representaban el Foro de
San Pablo, Populismo, Neocomunismo y el
Socialismo del Siglo XXI, cuyos efectos se pueden apreciar hoy en la
desgracia venezolana.
Damos un gran
bienvenida a esa iniciativa del presidente Jair Bolsonaro y esperamos que el
próximo gobierno argentino comprenda la urgente necesidad de sancionar una ley
de Pacificación y Concordia Nacional,
que permita cerrar definitivamente las cicatrices de la guerra civil de los
años '70, recuperar nuestras Fuerzas Armadas del estado de destrucción en el
que se encuentran y entre todos asegurar un futuro basado en la libertad y
democracia.
Para quienes
ignoran o dudan del peligro del Foro de San Pablo, los invitamos a ver el
video: Las fases del neocomunismo o
socialismo del siglo XXI Los gobiernos del Foro de Sao Paulo.
ALIADOS CONTRA EL FORO DE SAN PABLO
Francisco
Olivera
Bolsonaro es
como Trump: difícil que rompa el silencio sin provocar. Su paso por la 54a
Cumbre del Mercosur, que se hizo esta semana en Santa Fe, fue protocolar solo
en público. En privado, delante de funcionarios argentinos que volvieron en
esta visita a constatar su respaldo a la reelección de Macri, deslizó una
pretensión que excede el bloque regional y sus acuerdos: hay que empezar a
pensar en un "anti-Foro de San
Pablo". La idea no cayó mal entre los asistentes. Al contrario: Mario
Abdo Benítez, presidente paraguayo, se ofreció a colaborar: "Podríamos hacerlo en Paraguay",
propuso.
Cambió el
viento. Siempre hay alguna convocatoria contracultural. En 2005, mientras
transcurría en el Hotel Provincial la IV Cumbre de las Américas con George W.
Bush, se hizo en el estadio mundialista de Mar del Plata. Se llamó III Cumbre
de los Pueblos y fue multitudinaria: la organizó Chávez con el apoyo de Néstor
Kirchner. "No a Bush y no al
ALCA" era la consigna. "Si
viene, yo paro", decía un volante de la CTA que mostraba la cara del
presidente norteamericano.
Ahora es solo
una postal de esos años. Y apenas un recuerdo para Evo Morales, presente
entonces como candidato a la presidencia de Bolivia y participante esta semana
como jefe de Estado en Santa Fe. "Se
lo vio sonriente: él quiere pertenecer al Mercosur", dijeron en el
macrismo. Si prosperan las propuestas de Bolsonaro, el líder boliviano deberá
hacer equilibrio. Su partido, el MAS, es miembro del Foro de San Pablo, que se
reunió por última vez en 2018 en La Habana. Esa cumbre paulista es desde hace
casi 30 años un think tank regional de la izquierda. Nació en 1990, un año
después de la caída del Muro de Berlín, impulsada por el PT, el partido de
Lula. En 2010 se hizo por única vez en Buenos Aires y tuvo a Cristina Kirchner
como oradora en la clausura. En 1996, en San Salvador, llegó a participar Raúl
Reyes, miembro de las FARC, que leyó un mensaje de su comandante en jefe,
Manuel Marulanda.
Bolsonaro está
dispuesto a encabezar ahora una reacción conservadora. En Santa Fe enumeró
algunas condiciones que deberían darse. Una de ellas parece de índole personal:
que se acepte la postulación de su hijo Eduardo como embajador en Estados
Unidos. No es sencillo, porque la tradición del Palacio de Itamaraty indica, al
contrario de lo que ocurre en la Argentina, que esos cargos no se reservan a
políticos, sino a diplomáticos de carrera.
Eduardo, un
abogado de 35 años, es diputado por el estado de San Pablo. Llegó a la cámara
en 2015 con 1.814.443 sufragios que lo convirtieron en el legislador más votado
en la historia de Brasil. Tiene una buena relación con los hijos de Trump y con
Jared Kushner, el influyente yerno del líder republicano, y les cae bien a los
macristas. En mayo, invitado al Consejo Argentino para las Relaciones
Internacionales a dar lo que en el mundo académico se conoce como clase
magistral -método docente unidireccional sin preguntas de los asistentes-, dijo
que este era un país al que le tenía afecto y en el que, de joven, había
llegado a ganarse la vida como guía turístico y coordinador de viajes de
egresados a Bariloche. Su exposición arrancó con una foto de Karl Marx y una
enumeración: Cristina Kirchner, Lula, Chávez, Evo Morales, Mujica y Rafael
Correa. "El marxismo no es una
ideología. Es un movimiento que va cambiando de nombres: a veces es socialismo,
otras progresismo, otras bolivarismo, y siempre el discurso se va
acomodando", dijo.
El gobierno
argentino está dispuesto a respaldar esa designación, que debe ser aprobada por
el Parlamento. "Es un hombre
latinoamericanista y con una visión clara de las relaciones de nuestra región
con Estados Unidos. Puede sumarnos a todos", lo definió esta semana el
canciller Jorge Faurie. Esta devolución de gestos -la Casa Rosada le agradece a
Bolsonaro su rol en el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur- exhibe a
la vez el eje global a que la Argentina busca pertenecer. El decreto que
permite incluir a Hezbollah entre las organizaciones terroristas que el
Gobierno acaba de publicar fue un pedido de la Casa Blanca que hasta llegó a
generar dudas en la Cancillería: Faurie habría preferido seguir con la lista
aprobada en el Consejo de Seguridad de la ONU. En realidad, el más convencido
de la iniciativa, que estaba prevista inicialmente en un proyecto de ley del
diputado Luis Petri y después se apuró en un decreto, era el propio Macri. John
Bolton, consejero de Seguridad Nacional norteamericano, lo celebró ayer en su
cuenta de Twitter, al señalar que Estados Unidos "aplaude" la decisión argentina de declarar a Hezbollah,
que responde a Irán, organización terrorista. "Continuaremos con los esfuerzos conjuntos para cortar las
finanzas de Hezbollah y la capacidad de Irán de planear ataques terroristas. Es
hora de apagar las luces en el llamado 'Partido de Dios'", afirma el
mensaje.
Macri confía
en que esa medida y el congelamiento que la UIF les aplicó a los activos de la
organización contribuyan a evitar más muertes. Así lo dijo anteayer, durante la
presentación del libro Justicia perseguirás, sobre los 25 años del atentado
contra la AMIA, en el Museo de la Casa Rosada, donde recibió el aplauso de un
público conformado por parientes de las víctimas y empresarios como Eduardo
Elsztain (IRSA) y Adrián Werthein, presidente del Congreso Judío
Latinoamericano. "A mí no me asusta
la grieta: estamos en el camino correcto", dijo Werthein luego de
compendiar los enfrentamientos ideológicos argentinos de la historia.
El rumbo
elegido incluye un horizonte económico que Macri juzga como única alternativa
de viabilidad para el país. Ahí coincide más con Paulo Guedes, ministro de
Economía brasileño, que con Bolsonaro. Guedes presentó esta semana su proyecto
de reforma previsional como el camino que deberá seguir la Argentina. "La proximidad de Macri y Bolsonaro
encaja muy bien con esta visión de modernización de las economías. Si alguno de
los dos no siguiera no sería posible esta reforma", dijo en una
entrevista con El Cronista. Horas después fue el presidente brasileño el que se
lo dijo a los funcionarios argentinos: "Ustedes
no pueden volver atrás".
El fondo del
asunto trasciende en realidad las relaciones personales: es una cruzada
ideológica que, como Trump, Bolsonaro predica hasta en Twitter. El mes pasado
hablaba de Cuba y escribió en su cuenta: "Sin
el Foro de San Pablo, el país comunista habría entrado en colapso hace mucho
tiempo. 'El socialismo dura hasta que se termina el dinero de los demás'.
Margaret Thatcher". Inoportuna al gusto argentino, la cita pretendió
describir lo que ha ocurrido en la región. Hace 15 años, con los términos de
intercambio más favorables en décadas, a ningún candidato le habría molestado
que lo llamaran, como Pichetto a Kicillof, marxista. "Soy peronista y keynesiano", se defendió el involucrado.
En política no
hay dogmas: es el contexto lo que determina qué es elogio o insulto. Habrá que
admitirle al compañero de fórmula de Macri una destreza: sus adjetivos
describen climas de época.
Por: Francisco
Olivera
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