Desde que tengo uso de razón, los que
poblamos esta bendita República vivimos en un estado de desasosiego y
crispación permanente: revoluciones,
golpes de estado, devaluaciones, corralones,
corralitos, terrorismo, bombas.
Vidas y haciendas se pulverizan en un solo día. Inmersos en este vertiginoso
torbellino que digita nuestros días, nos hemos acostumbrado a vivir en un país
donde nuestros derechos pueden ser conculcados sin que los ciudadanos tengan
algún reflejo de reacción, sin que les importe un rábano, como en la
fábula de la rana y el agua hirviendo, que en el caso de los argentinos
ya ha sido cocinada y está lista para servir a cualquier aventurero que se
apropie del poder.
Ahora bien, los gobernantes que nos han
tocado en suerte y que detentan ese poder, han dedicado sus esfuerzos a dividir
y enfrentar a sus gobernados, que aman esta tierra. ¿Acaso es esto normal,
cuando vemos que en otros países, lejos de pretender un poder hegemónico, los
gobiernos buscan solucionar los problemas de sus habitantes y satisfacer sus
necesidades básicas, buscando la armonía y el bienestar de todos?
¿Es normal que en un gobierno democrático
como es el de Argentina, elegido por el voto popular, se gobierne para una
parte de la población y se discrimine al resto, transformándolo en rehén de un
sistema autoritario, corrupto y mentiroso, que ha cooptado, comprado o
extorsionado a los poderes encargados de hacerle contrapeso?
A lo largo de la humanidad, la evolución de
los pueblos llevó a la desaparición progresiva de los castigos y espectáculos
públicos punitivos, crueles y sangrientos que caracterizaron a la antigüedad,
por considerarse que el castigo por la sangre no hacía más que generar la venganza
por la sangre. ¿Qué pensar pues de la agresión a los procesados, del festejo
anticipado de veredictos cuyo resultado está descontado, por ser los juicios
meros circos para solaz de una ralea vengativa mal llamada “derechohumanista"? ¿No se trata
acaso de actos punitivos que vuelven a poner en vigencia el valor de la VENGANZA, al igual que las prácticas de
la antigüedad, donde las familias eran las encargadas de juzgar con sangre las
muertes privadas de sus integrantes?

El tema del absurdo y su relación con la
vida, con nuestro lugar en el universo, con la política, el arte y la
literatura, siempre despertó en mí una gran curiosidad. En momentos como los
que estamos viviendo, la experiencia de mis 74 años de vida (de los cuales
cinco han transcurrido en un injusto encierro, semejante al que padeciera Josef K, el célebre protagonista de la
novela “El proceso” de Kafka, condenado a muerte sin que
hubiese un motivo de condena) me lleva a pensar que las vicisitudes actuales de
nuestra patria constituirían un argumento perfecto para una obra del absurdo
como “la Cantante Calva”, de Ionesco, gran maestro de esa disciplina
teatral.
En efecto, la época de nuestro país que nos
toca vivir nos coloca frente a sucesos carentes de lógica, en el que un
universo paralelo hace su aparición, ubicado entre la realidad y el relato.
Así, se condena por y para el relato, del cual son cómplices los tres poderes
de la Nación. La realidad de las leyes y códigos vigentes no coincide con
los dictados de los magistrados. La inflación no tiene cabida en el relato, a
pesar de que devora nuestros salarios. La justicia excarcela delincuentes, en
nombre de pautas progresistas recitadas por jueces que han envenenado a
generaciones de abogados con teorías garantistas o abolicionistas, pero niega
la excarcelación de presos políticos sin condena, en nombre de leyes y códigos
paralelos, con una finalidad lisa y llanamente política.
De mis épocas universitarias recuerdo
siempre una lectura que me estremeció y que sería una referencia permanente en
mi pensamiento. Se trata de la obra de Samuel
Beckett, "Fin de la
partida" que plantea la ausencia de Dios, un Dios que frente al
comportamiento del género humano decide abandonarlo a su suerte. El hombre sabe
que Dios no está; su ausencia ha producido todos sus efectos. EL MUNDO SE HA CONVERTIDO EN UN SOTANO SIN
MAS ILUMINACION QUE DOS TRAGALUCES ABIERTOS “A LO GRIS” Y LA HUMANIDAD SE HA TRANSFORMADO EN CUATRO PERSONAJES. UN
CRIADO ESTOLIDO, UN AMO CIEGO Y PARALITICO, CUYA VIDA SE REPARTE, ENTRE
DORMIR , TOMAR SU MEDICAMENTO, ESCRIBIR UNA NOVELA INACABABLE E ININTELIGILE Y
GIRAR EN TORNO A LAS PAREDES TANTEANDOLAS, EL PADRE Y LA MADRE ENCERRADOS EN
DOS BARRICAS, SIMBOLOS DEL ARRINCONAMIENTO Y LA INUTILIDAD DE LA VEJEZ”. ¿Será este el panorama que ofrecen a
la humanidad los exploradores de un mundo desdivinizado?
En esta ordalía de juicios
absurdos a los que nos somete el poder político y la justicia
ideologizada y sojuzgada, me surge una visión apocalíptica de nuestra pobre
República Argentina, modelada en la ausencia de Dios y de Justicia. Esta
tiranía berreta, donde la justicia se subordina a los caprichos de una ralea de
ex terroristas trepadores, oportunistas y prevaricadores de baja y alta gama,
esta patria librada a su suerte aparece, en esta visión onírica, casi dantesca,
como aquel sótano de Beckett, en
el que una única ventana hacia el exterior deja ver la cara de una enlutada, pintarrajeada
y verborrágica y ,mujer de pie junto a
un atril, rodeada de una claque de autómatas idiotizados que aplaude y repite
como un mantra “Vamos por todo, hay que
profundizar el modelo con producción e inclusión social”, mientras en los
subsuelos, inmersos en una penumbra que sólo interrumpe brevemente alguno que
otro tragaluz munido de gruesos barrotes, hombres, mujeres, niños y ancianos
famélicos y en harapos, claman por sus derechos. Están los ancianos, implorando
devolución por sus dineros escamoteados. Están los presos políticos, encerrados
en cárceles nauseabundas, exigiendo verdadera justicia sobre los
ataúdes de sus muertos por abandono. Están las madres, implorando justicia por
sus hijos asesinados a manos de criminales protegidos por esa falsa justicia.
Están los niños, hambrientos y harapientos, reclamando trabajo, pan, educación
y justicia.”
He aquí pues la visión fantasmagórica,
absurda y grotesca de una patria sin justicia, con inclusión
para pocos. De una patria donde los perdedores juzgan a los vencedores, donde
la gente decente va presa y los delincuentes son excarcelados, donde los tributos
a la producción y al trabajo, pagados por trabajadores y chacareros, sirven
para mantener a una clase política corrupta, dispendiosa, que muestran
groseramente lo que roba y que hará lo imposible para permanecer en el
poder para no tener que rendir cuentas de los atropellos cometidos ante
verdaderos tribunales republicanos.
Para un preso político, el tiempo tiene un
valor distinto que para el común de la gente; dispone de sobrado espacio para
la reflexión, las dudas y las tribulaciones que pueblan el transcurso de una
vida. A pesar de las frustraciones, a pesar de la indignación, a pesar de la
agresión, hay algo que no pueden ni podrán quitarme jamás: mis ideas, mis
pensamientos, el amor de la familia, y como estandarte básico y fundamental
para sobrevivir a tamaña injusticia, la ESPERANZA.
La Argentina vive y vivirá momentos
difíciles. Es mi esperanza que a medida que las caretas caigan y las mentiras
salgan a la luz, el pueblo argentino despierte, abra los ojos y vuelva a
tomarse de la mano para dejar de lado los errores del pasado y buscar el
bienestar de todos, en libertad y concordia.
PROMETEO
Como introductor del fuego e inventor del sacrificio, Prometeo es considerado el dios Titán , protector de la civilización
humana.
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