El gran contraste de la política de estado de la República Oriental del Uruguay implementada
por e presidente José “Pepe” Mugica”
se enfrenta contra le realidad de una política opuesta en su vecina orilla del
Río de la Plata… mientras en Uruguay buscan cicatrizar definitivamente las
heridas de su guerra interna, en la República
Argentina se busca lacerar esas heridas y dividir a la sociedad en una
atmósfera de odio.
Ya publicamos notas sobre este tema “El ejemplo uruguayo… para imitar” el pasado sábado 19 de mayo de
2012.
Y volvemos a insistir el Protocolo II, adherido por nuestro país, es la solución política y
democrática a este problema.
Miércoles 30 de mayo de 2012 | Publicado en edición
impresa
Editorial II
Uruguay, en busca de la concordia
El comandante en
jefe del Ejército rindió homenaje a soldados asesinados por la organización Tupamaros en los 70.
El comandante en
jefe del ejército uruguayo, Pedro
Aguerre, rindió homenaje a los soldados
Saúl Correa Díaz, Osiris Núñez Silva, Gaudencio Núñez Santiago y Ramón Ferreira
Escobar, que fueron asesinados por la organización
Tupamaros el 18 de mayo de 1972.
El acto se realizó ante el monumento que recuerda a los
conscriptos muertos, inaugurado en 2004 por el entonces intendente de Montevideo, Mariano Arana, integrante del Frente
Amplio, partido que hoy gobierna el Uruguay bajo la presidencia de José Mujica, quien fue integrante de la organización guerrillera Tupamaros y
que sufriera una dura prisión durante el gobierno militar.
El general Aguerre
expresó que su discurso tenía como objetivo el espíritu de "colaborar con la reconciliación de todos los uruguayos",
buscando superar las heridas del cruento enfrentamiento que existió en ese
país, a semejanza de lo ocurrido en otras naciones latinoamericanas, como la
Argentina.
Lo rescatable y
noble del hecho es que el acto encabezado por el jefe del ejército contó con la aprobación del propio presidente Mujica
y del actual ministro de Defensa
uruguayo, Eleuterio Fernández
Huidobro, también integrante en aquellos años de plomo del triunvirato de
la conducción de la organización
Tupamaros.
El año pasado, Fernández
Huidobro, siendo senador, al igual que su par Jorge Saravia, hoy precandidato a presidente por el Partido
Nacional, hicieron pública su oposición a que se derogara la ley de caducidad
en el Parlamento, ya que había sido ratificada por dos referéndums constitucionales
votados por la amplia mayoría del pueblo uruguayo.
Ese ejemplo tiene similitud en nuestro país con las
propuestas de la Asociación de Abogados
por la Justicia y Concordia, que celebró en la última Feria del Libro una mesa redonda de la que participaron militares
retirados, ex guerrilleros y familiares de las víctimas, tanto del accionar
guerrillero como de la represión militar, y a las que nos hemos referido en
estas columnas el 13 de este mes.
A su vez, la actitud del gobierno de Mujica contrasta con la voluntad asumida a partir de
2003 por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, empeñados en reabrir
heridas, generar odios, divisiones y rencores, y promover venganzas basadas en
un relato parcial y asimétrico de lo ocurrido en la trágica década del 70, en
la que se enfrentaron argentinos, con sus consecuencias de dolor, sangre y
muerte.
Es deber de un gobernante promover
la reconciliación nacional ante un hecho traumático del pasado, así como buscar
el bien común y la concordia, tal como lo intenta el gobierno uruguayo, tan
distante de lo que ocurre en nuestro país
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