domingo, 27 de mayo de 2012

OLOR A OZONO



por el Lic. Jorge P. Mones Ruiz

En su nota “Candombe en Angola” publicado en la Edición Nro. 3214 del medio informático NOTIAR del jueves 24 de mayo del corriente, el destacado periodista y amigo Humberto Bonanata (a quien pido disculpas por utilizar su frase como título de este artículo) alerta dramáticamente sobre la crítica, cuando no tensa, situación por la que atraviesa la Argentina.


Advierte sobre posibles e inminentes escenarios no deseados (“…Ese “olor a ozono” que percibían los españoles en 1935, un año antes del horrendo enfrentamiento fratricida... ¿Olor a ozono?, ciertamente es el olor a tierra mojada que comentan en el campo cuando el clima precede una tempestad. Así vivimos los argentinos frente a la República otra vez perdida…”). Y reproduce un sabio comentario que le hiciera un ex diputado radical: “…ya no los salvarán los milicos como en 1955 y 1976…


No puedo estar más que totalmente de acuerdo con esta última aseveración. Las Fuerzas Armadas de la Nación hace tiempo que dejaron de ser “un Partido Militar” con un rol "preservativo" (¿se entiende?) de democracias con muletas, convocadas siempre por alguno de los partidos tradicionales y otras expresiones de la sociedad argentina. Hoy, los cuarteles no tienen más puertas para ser golpeadas ni orejas verde olivas para ser calentadas. ¡Con más de 1100 presos políticos (militares, gendarmes, prefectos, policías, penitenciarios y civiles), de los cuales 160 murieron en cautiverio!, ¿cuántos “milicos” estarán dispuestos a ser cómplices de la corrupción del régimen y eventual represión para luego ir presos por “cumplir órdenes”? Supongo que no están entre sus intenciones desempeñar o asumir nuevamente roles "preservativos".

Avizoro, con angustia y pena, sólo una misión para “los milicos”: levantar cadáveres al final de la "jornada". Macabra logística, que le dicen. Así las cosas, la sociedad enfrentará una situación inédita en la historia de nuestro país. Ya no hay más Cincinatos” (en el año 439 a.C. la libertad de Roma estaba en peligro y amenazada, y los senadores pensaron que sólo un dictador podía salvarla. Eligieron y convocaron entonces a Lucio Quincio Cincinato - viejo y retirado general dedicado a labrar la tierra -, y él restauró la República)


Y esa “tempestad”, que predice Bonanata, viene asomando sobre una nación que ya no es república. ¿O acaso alguna de sus instituciones existe o funciona como tal? Entonces es previsible el colapso que viene perfilándose como corolario de esta anarquía encubierta, o no tanto.

Termina el articulista, “…Que un viento de fronda cívico nos despeje el olor a ozono y que nunca más corra sangre entre argentinos…”concepto que también comparto plenamente, pero temo que sólo sea una mera expresión de deseo.


Es que “los jóvenes idealistas y progresistas” destaparon la caja de Pandora.

Fuerzas siniestras (en ambos sentidos de la palabra) ya no están en la selva  tucumana ni en la clandestinidad urbana…están en el Poder y no se irán por decretos o solicitadas. Tampoco por medio de los votos. Viejos y nuevos “mocosos estúpidos e imberbes” (diría el General Perón) se apropian de las arcas del Estado, de nuestros bienes y ahorros, robándonos además nuestras ilusiones y comprometiendo el ser nacional. La caterva “institucionalizada” en el poder resistirá y enfrentará a una ciudadanía agobiada por el autoritarismo totalitario e indignada por la falta de justicia y el imperio de la corrupción, pero que solamente (y esto es lamentable) se movilizará cuando comience a hacer metástasis su “víscera más sensible: el bolsillo”. Y en ese proceso parece que avanzamos.

¡Pero qué mal que estamos! Pensar que Lope de Vega, en su obra teatral Fuenteovejuna, legitima el levantamiento del pueblo contra el abuso de poder del Comendador Fernán Gómez de Guzmán y la falta de Justicia. Los Reyes Católicos entendieron y justificaron la causa y el efecto de la rebelión.  

Nosotros, en cambio, quizás respondamos como en Fuenteovejuna“todos a una”, pero por otras razones: los aumentos de precios de la yerba, el pan, el colectivo, la luz, el gas, los medicamentos, el asadito, el "blue", etc. Y quizás entonces “comendadores” y “comendadoras” tendrán que rendir cuentas de sus latrocinios.

Vale, pareciera, la sentencia de Bill Clinton: “Es la economía, estúpido”.

Solemos decir que podemos perder o que hemos perdido el “tren de la historia”.

Pero la Historia es “Maestra de la Vida” (Marco Tulio Cicerón) y “Madre de la Verdad” (Cervantes), y por ello es que, como toda buena maestra y buena madre, siempre brinda segundas oportunidades. Pero el problema no es que los argentinos hayamos perdido el tren de la historia, pudiendo abordar el siguiente (otra oportunidad). El problema es que aún no sabemos, siquiera, dónde está situada la Estación del Ferrocarril para abordarlo.

Así nos fue… y así nos va... ¿cómo nos irá?

Lic. Jorge P. Mones Ruiz

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