26.05.12

Su amigo, Axel
Kicillof (otro “pollo” del
semillero de La Cámpora), ya no lo
secunda como subgerente en la empresa. Él también se fue a “hacer patria” por su lado. Gracias al kirchnerismo oficial y al
kirchnerismo oficioso (radicales, socialistas, pinosolanistas,
claudiolozanistas, etc.), es uno de los interventores de la empresa expropiada
(eufemismo de atracada) YPF.
El que lo acompaña en la intervención es, nada menos, el ministro De Vido (otro al que,
difícilmente, le ofrezca trabajo Bill
Gates) ¡Vaya paradoja! El responsable del desastre energético actual, quien
hace apenas seis meses atrás se burlaba de los que le anticipaban la crisis, es
el mismo al que el Gobierno y la oposición instala como la solución del
problema. Broma macabra, si las hay. (En otro país lo hubiesen puesto en órbita
de un puntapié en el coxis)
¡Cuánto nos irá costar el dúo Kicillof-De Vido? Sospecho que lo que le debemos a Repsol (US$10.000 millones) será “un vuelto” comparado con el cheque sin
fondos que nos dejarán para cubrir. Diga lo que diga la gente, la
administración privada es siempre mejor que la estatal.
Prueba de ello, es que el aumento espectacular del
patrimonio de los funcionarios se da en simultáneo con la quiebra de las
empresas públicas que tienen a cargo. Más, todo tiene un límite.
El despilfarro, el clientelismo, la mala gestión, la
irresponsabilidad y la corrupción marchan, mientras alcanza la plata y todavía
quedan individuos (víctimas que no trabajan ni en, ni para, el Estado) a
quienes, saquear. “El modelo” entra
en crisis terminal en el momento preciso en que lo producido por los que
trabajan ya no alcanza para alimentar la voracidad del Estado.
El Gobierno ya no tiene a mano al FMI, a los militares, al
imperialismo yanqui o a la oligarquía,
para cargarle la romana. Demonizar al Grupo
Clarín, no alcanza. Es evidente que
los periodistas y los dueños de los medios opositores no tienen ninguna
responsabilidad con entregarle a Hebe de
Bonafini y a Sergio Shoklender
mil millones de pesos. Menos aún, de las desastrosas políticas de subsidios.
Ahora bien, que nadie se engañe ni se haga el distraído,
pues el rotundo fracaso de este gobierno es también el rotundo fracaso de todos
los argentinos. Porque la gestión K
no disimula lo que es y, así y todo, fue plebiscitada dos veces (la última con
un 54% de los votos); y, también, porque la oposición, con rarísimas
excepciones, es más de lo mismo.
Son kirchneristas
con buenos modales, en todo caso; más, kirchneristas
al fin. Porque les votaron a favor leyes claves, y, porque, o callan
vergonzosamente o comparten en forma cómplice el envilecimiento de la “Justicia”; la que sufrimos, con el
pomposo título de “política de derechos
humanos”, se ha dedicado servil y casi exclusivamente a “la caza de brujas”. La venganza, el
odio, la revancha, el acorralamiento del adversario, en ajuste con el proceder
pusilánime de la oposición, es lo que compone la infraestructura del modelo kirchnerismo. Características estas, comunes y típicas (para usar
el neologismo de Horacio Vázquez-Rial)
de los regímenes atrasistas.
Mauricio Ortin
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