domingo, 27 de mayo de 2012

El modelo atrasista de la Argentina



26.05.12
Apostaría doble contra sencillo que cuando el señor Mariano Recalde abandone la presidencia de Aerolíneas Argentinas no va a ser requerido por ninguna empresa internacional, aérea o no, para ofrecerle trabajo. Sacando a los argentinos y a los kamikazes de cualquier nacionalidad, ¿quién le confiaría a este incompetente la administración de un quiosco de golosinas? Sin embargo, ahí está él, “haciendo patria” en Aerolíneas, ganando su sueldo de cincuenta mil pesos y gerenciando la pérdida diaria de diez millones de pesos de los contribuyentes.

Su amigo, Axel Kicillof (otro “pollo” del semillero de La Cámpora), ya no lo secunda como subgerente en la empresa. Él también se fue a “hacer patria” por su lado. Gracias al kirchnerismo oficial y al kirchnerismo oficioso (radicales, socialistas, pinosolanistas, claudiolozanistas, etc.), es uno de los interventores de la empresa expropiada (eufemismo de atracada) YPF.

El que lo acompaña en la intervención es, nada menos, el ministro De Vido (otro al que, difícilmente, le ofrezca trabajo Bill Gates) ¡Vaya paradoja! El responsable del desastre energético actual, quien hace apenas seis meses atrás se burlaba de los que le anticipaban la crisis, es el mismo al que el Gobierno y la oposición instala como la solución del problema. Broma macabra, si las hay. (En otro país lo hubiesen puesto en órbita de un puntapié en el coxis)

¡Cuánto nos irá costar el dúo Kicillof-De Vido? Sospecho que lo que le debemos a Repsol (US$10.000 millones) será “un vuelto” comparado con el cheque sin fondos que nos dejarán para cubrir. Diga lo que diga la gente, la administración privada es siempre mejor que la estatal.

Prueba de ello, es que el aumento espectacular del patrimonio de los funcionarios se da en simultáneo con la quiebra de las empresas públicas que tienen a cargo. Más, todo tiene un límite.

El despilfarro, el clientelismo, la mala gestión, la irresponsabilidad y la corrupción marchan, mientras alcanza la plata y todavía quedan individuos (víctimas que no trabajan ni en, ni para, el Estado) a quienes, saquear. “El modelo” entra en crisis terminal en el momento preciso en que lo producido por los que trabajan ya no alcanza para alimentar la voracidad del Estado.

El Gobierno ya no tiene a mano al FMI, a los militares, al imperialismo yanqui o a la oligarquía, para cargarle la romana. Demonizar al Grupo Clarín, no alcanza. Es evidente que los periodistas y los dueños de los medios opositores no tienen ninguna responsabilidad con entregarle a Hebe de Bonafini y a Sergio Shoklender mil millones de pesos. Menos aún, de las desastrosas políticas de subsidios.

Ahora bien, que nadie se engañe ni se haga el distraído, pues el rotundo fracaso de este gobierno es también el rotundo fracaso de todos los argentinos. Porque la gestión K no disimula lo que es y, así y todo, fue plebiscitada dos veces (la última con un 54% de los votos); y, también, porque la oposición, con rarísimas excepciones, es más de lo mismo.

Son kirchneristas con buenos modales, en todo caso; más, kirchneristas al fin. Porque les votaron a favor leyes claves, y, porque, o callan vergonzosamente o comparten en forma cómplice el envilecimiento de la “Justicia”; la que sufrimos, con el pomposo título de “política de derechos humanos”, se ha dedicado servil y casi exclusivamente a “la caza de brujas”. La venganza, el odio, la revancha, el acorralamiento del adversario, en ajuste con el proceder pusilánime de la oposición, es lo que compone la infraestructura del modelo kirchnerismo. Características estas, comunes y típicas (para usar el neologismo de Horacio Vázquez-Rial) de los regímenes atrasistas.


Mauricio  Ortin

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