A través de nuestros amigos de la
Prensa Popular tomamos conocimiento
de la imperdible investigación del periodista
rosarino David Rey.
Ingresamos en su blog y su
trabajo de investigación periodística nos muestra que la ideología del
terrorismo continúa su trabajo de infiltración y seguramente captación de las
mentes juveniles, al mejor estilo de Joseph
Goebbels y otras prácticas de neto corte antidemocrático.
Desde hace tiempo que nuestra
asociación viene denunciando la mala irrupción de la política en las escuelas,
por favor ver: LA UNIVERSIDAD DE CATAMARCA PROHIBIÓ EL
INGRESO DE MILITANTES DE LA CÁMPORA A LOS PREUNIVERSITARIOS, ¡AJO Y AGUA!, CON LOS CHICOS... NOOOOO!!!!!!, QUIEREN PONERLE EL NOMBRE "CHE
GUEVARA" A UNA ESCUELA PORTEÑA, ¡CON LOS CHICOS.... NOOOOO!, ¿SE PUEDE O DEBE ENSEÑAR LA HISTORIA
RECIENTE?, NOS
ESTÁN MINTIENDO Y AHORA, ¿MARADONA
ES CRISTINISTA?, ¿Y QUE? y A
MI PATRIA Y A SUS LICEOS MILITARES.
A continuación les dejamos la
nota del autor, acompañada de un vídeo muy explicativo y de corta duración,
allí está toda la prueba de lo investigado por David Rey.
Sinceramente,
Pacificación Nacional Definitiva
por una Nueva Década en Paz y para Siempre
LA MALA COSTUMBRE DE HOMENAJEAR ASESINOS EN ARGENTINA
1 JUNIO, 2013
El director de un colegio
secundario de Córdoba rechazó dar explicaciones sobre la colocación de una
placa que conmemora al terrorista del
ERP que entregó al Coronel Larrabure.
<<Necesito autorización para hablar de ese
tema>>
<<Para
seguir hablando con vos de este tema necesito autorización de mi supervisor>>,
fueron las palabras de Jorge Daniel
Agusto, director del IPEM 289 – “Dr. Ramón Pico”, colegio secundario
de la ciudad de Oliva, en la provincia de Córdoba. Quien subscribe simplemente
lo llamó para saber por qué ese establecimiento educativo rendía homenaje,
mediante placa, al terrorista del ERP
Mario Eugenio Pettigiani.
En efecto, la institución señalada,
desde el año 2008 conserva una placa en la pared para “recordar” a “Quico”. Y que dice: “Nuestros
sueños florecerán en tu nombre y en la memoria de tu generoso ejemplo”.
Una bazofia, pues. Sobre todo si tenemos en cuenta que el mentado Mario Eugenio Pettigiani, mientras que
realizaba el Servicio Militar, en el
año 1974, también formaba parte de
la organización guerrillera Ejército
Revolucionario del Pueblo. Sobre todo si pensamos que fue el que permitió
el ingreso del ERP, en Agosto de ese
año, a la Fábrica Militar de Villa María.
Sobre todo si por culpa suya fue posible otra de las tantas masacres
terroristas, con el consiguiente secuestro del Coronel Argentino del Valle Larrabure, quien se entregó “para que dejen de matar”. Y sobre todo
si sabemos que el simpático “Quico” le disparó a su compañero de guardia (su amigo), Daniel
Fernández, dos tiros en la cabeza y uno en el pecho, conminándolo a 28 años
de cuadriplejia.
No obstante, el señor Agusto ha sido amable conmigo
(fuerza es decirlo). Me atendió el teléfono y me dispensó su tiempo para que yo
pueda realizar mi trabajo. Pero todo su palabrerío se reduce a un balbuceo
escurridizo. Es francamente imposible
entrevistar a una persona que dice, por un lado, que la placa en conmemoración
a un homicida está puesta para “olvidar
el pasado” y por el otro dice que es para “mantenerlo presente”. Mucho más no se le puede preguntar. Es
imposible entrevistar a alguien que venera a un terrorista. Me hubiera gustado
preguntarle qué le diría a los familiares de Larrabure, Fernández
y otros tantos más… pero,
honestamente… ¿qué iba a ganar con ello?
Simple: seguir insultando a esas familias que hoy no son recordadas en los
colegios ni en ningún otro lugar. Los rufianes que asesinaron a sus familiares,
homenajeados cual héroes y cuál víctimas. Yo no quiero participar de un insulto
superior a ése, por favor.
<<Pero
tienen la placa tapada con una tela>>, me dijo quien sacó
la foto aquí consignada. <<Yo tuve que destapar
para ver>>. También entrevistado por teléfono, el doctor Mariano Ludueña, me dice: <<En Oliva se sabe mucho de ese tema. Pero todo el
mundo habla de puertas para adentro>>. Nadie se anima. Eso
es lo que han conseguido con tanta hipocresía: que la gente tenga miedo de
contar la verdad. Y peor: que sientan vergüenza de “tener” la verdad. Pero, a
pesar de todo, ésta gente al menos no balbucea cuando encuentra en quién
confiar. En contraste con los que hoy no temen y que han aprendido a “tapar” la vergüenza… pero que no pueden
hilar una sola frase coherente, y que sencillamente no tienen en qué confiar
más que en una ilusión vaga y mentirosa.
Sería facilista de nuestra parte,
no obstante, “agarrárnoslas”
solamente con el director o la comisión directiva del IPEM 289 por semejante falta de respeto y consideración para con
las víctimas del terror. Claramente,
si el mismo director no puede responder a una pregunta por falta de “autorización”, queda al descubierto el
clima antidemocrático que rige la estructura institucional de nuestro país.
Pongámonos en el lugar del director, por ejemplo, y hagamos de cuenta que nos
oponemos a la “ucase” de rendir
homenaje a un terrorista; no debería resultarnos sorprendente la olímpica
patada en el trasero que recibiría por parte de sus “superiores”, como él mismo los ha ponderado en la entrevista. Es,
pues, la forma más compasiva que tenemos para comprender la situación.
Lo cierto es que hace tiempo ya
que está de moda ponerles nombres de terroristas o pro terroristas a
instituciones preferentemente relacionadas con el ámbito educativo. Lo celebran
– la película siempre es la misma – como a un “logro” más que se consigue en pos de seguir apedreando a un Goliat imponderable aunque ficticio.
Muchos hay que, sin embargo, tienen razones reales para celebrarlo, como es el
caso del hermano del aquí referido
Pettigiani, quien habría cobrado la
jugosa suma de 250 mil dólares, en concepto de indemnización, y que gracias
a lo mismo tiene la suerte de vivir holgadamente en Europa.
372 días pasó el Coronel Argentino del Valle Larrabure en una de
las “cárceles
del pueblo” (dos en realidad; muy poco tiempo en la primera –donde
habría recibido un buen trato–, y todo el resto en una celda de un metro y
medio por un metro, donde fue salvajemente torturado para finalmente ser
asesinado por sus captores). Desde allí
rogaba a su familia que no odiara a sus captores y que aprendieran a
perdonarlos; desde allí escribía poesías y resolvía problemas matemáticos para
matar tanto tiempo muerto; desde allí entonó las estrofas del himno nacional
argentino, como un último suspiro de lucha, antes de caer muerto por el
maltrato recibido. Señales de haber sido torturado con picana eléctrica
consignan los peritajes; los terroristas querían obtener información, querían
aprender de la ciencia de Larrabure
(fue subdirector de la Fábrica de Pólvora y Explosivos de la Fábrica Militar de
Villa María, Córdoba).
Y hoy los padres de los alumnos,
calladamente, tienen que soportar que sus hijos asistan a un colegio que
homenajea el nombre de la persona que hizo posible todo eso: Mario Eugenio Pettigiani. <<En Oliva se saben muchas cosas, pero la gente habla
de puertas para adentro>>. En Argentina hay dos clases de
personas: las que callan, y que esperan el advenimiento insobornable de la
Justicia; y los que parlotean fétidamente todos los días de su vida, y por la
sencilla razón de pretender “tapar”
la vergüenza de ser cómplices de la peor injusticia que tiene lugar en nuestro
país. Para unos, la Justicia es la esperanza que protegen “puertas adentro”; para otros, la horrible amenaza de la que –lo
saben– no podrán seguir escapando durante mucho tiempo más.
NOTA: Las negritas y no todas las imágenes pertenecen a la
nota original.
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