El furibundo ataque de la Presidenta terminó de inclinar la balanza.
Sólo así el gobernador conseguirá ser un actor de peso de cara a 2015.
La estrategia de la conciliación terminó. El gobernador Daniel Scioli decidió ponerle fin a su paciencia y por estas horas
analiza avanzar con lo que sería la jugada más arriesgada de su carrera
política: romper lanzas con la Casa
Rosada.
La abierta agresión de Cristina Kirchner este jueves habría acelerado los tiempos en La Plata,
y cerca del ex motonauta ya paladean el impacto que tendrá la decisión. Si bien
no jugaría este año, Scioli
comenzaría a plantear paulatinamente sus diferencias con el gobierno nacional y
no se preocuparía demasiado por ocultar la filtración de hombres propios en las
listas de su amigo Francisco De Narváez.
Si bien la estrategia era no sacar los pies del plato
hasta 2015 -tal como se atrevió a confesar una vez-, el furibundo ataque de la Presidenta en Lomas de Zamora terminó
de inclinar la balanza en sentido contrario. El gobernador cree que la humillación presidencial está degradando
demasiado su imagen; permanecer sumergido en esa lógica podría sepultarlo en la
alta consideración que le tiene la opinión pública.
Según pudo saber NOVA, la presión de propios y ajenos
habría terminado de surtir efecto en Villa
La Ñata: Scioli deberá ser un
jugador de peso en el año electoral, sólo así podrá quedar bien posicionado
para la carrera presidencial de 2015. Si hay que explicitar las diferencias
irreconciliables con Cristina,
analizan en su entorno, así será.
Sorpresivamente, la Presidenta pasó un límite este jueves. Habló de dirigentes “intocados” que “la toman por idiota” y que buscan “quedar bien con todos”. Los acusó de “no defenderla” y hasta le pidió a los presentes que “se cuiden” de ellos. “Nada más fácil que decir palabras de
ocasión y quedar bien con todos”, dijo, en una obvia alusión a Scioli, sin olvidar sus “protecciones mediáticas”.
Fue demasiado. El gobernador
escuchó impávido y se retiró en silencio. La escena recordó al pedido de Néstor Kirchner sobre las “manos
atadas” para combatir la inseguridad. Primero los sciolistas se entusiasmaron –nada más legítimo que el hecho de que
sea la propia Cristina quien marque
las diferencias con él-; pero después la preocupación ganó terreno en los
golden boys. Más temprano, Scioli
sólo había pedido un “punto de encuentro
entre el fanatismo y el odio”.
Con paros docentes y ahogo financiero, el gobernador siente que no da para más.
De concretarse su ruptura con la Nación, el tablero electoral se modificaría
radicalmente. Como sea, el escenario se torna imprevisible.
NOTA: Las imágenes y negritas no
corresponden a la nota original.
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