sábado, 11 de octubre de 2014

QUIÉNES LA PATRIA Y QUIÈNES LOS BUITRES

Por Mauricio Ortín
                 
¿Qué es o quiénes son la patria? ¿El territorio en el que nacimos y/ o en el que elegimos vivir? ¿Los que lo habitan y aquello espiritual que los cohesiona? ¿La sociedad y el sistema que permiten el pleno ejercicio de la libertad individual?

En nombre de la patria se han llevado a cabo las más gloriosas gestas libertarias y, también, los más repugnantes crímenes contra la humanidad. Hay patrias y patrias tanto como patriotas y patriotas ¿La Alemania de Hitler era la patria? ¿Hasta qué punto debe considerarse “patriota” al valiente soldado alemán que peleaba por la causa nazi? ¿La Cuba de Fidel Castro es la patria de los cubanos? En tales situaciones, ser “traidor” a la patria ¿es ser traidor a la patria o ser patriota? Más que con el entendimiento la patria parece identificada  con el sentimiento de pertenencia que nos confiere  identidad. Ahora bien, el valor de dicho concepto o sentimiento de ninguna manera puede ser indiferente a la cuestión moral. Un Estado que, en nombre de la patria, esclaviza, roba o asesina a propios y extraños no representa a  una patria que merezca defenderse y más bien debe llamarse coautor o cómplice al “patriota” que lo lleva a cabo.


En su último largo discurso en la Casa Rosada, Cristina Kirchner planteó al país que la disyuntiva crucial de la hora es “Patria o Buitres”. Que existe un enemigo que busca “tumbarla” porque ella es la última valla a salvar para luego arrasar con el país. Denunció, en esa dirección, que los EEUU podrían asesinarla y que estos junto con  los sojeros, Clarín, los holdouts  y otros han conformado una sociedad ilícita para arrebatarnos todo lo que el kirchnerismo ha hecho por los argentinos. Que vienen por todo. Que vienen por ella. Que vienen por la Argentina. En suma suma… que vienen por la patria. Ahora bien, frente a esta lectura de los últimos acontecimientos, otra absolutamente distinta es posible y, se diría, cantada. Es, precisamente, la que proviene  de aplicar el sentido común al revisar los hechos desde el momento en que el Estado argentino en el año 2001 decidió (con la ovación de la Asamblea Legislativa) suspender el pago de la deuda pública,  siguiendo por el arreglo leonino que se le impuso  al 93% de los acreedores de pagarles sólo el 30% de lo adeudado. La oferta era eso o nada. Una parte parte del 7% que no aceptó la estafa inició la correspondiente demanda en Nueva York, que el Estado argentino propuso en el contrato como sede judicial para dirimir los posibles conflictos de no pago. En el desarrollo del juicio el gobierno argentino evidenció una desaprensión total por su resultado al comportarse de manera infantil, torpe, caprichosa y hasta grosera con el proceso judicial que lo tenía como acusado. La presidente de la Nación, públicamente, un día decía que no pagaría ni un dólar a los “fondos buitre”, al día siguiente que acataría el fallo del juez Griesa y después que sólo pagaría  lo que se les pagó a los que entraron en el canje. En el ínterin y en el colmo del descaro, ella y sus ministros insultaron a la justicia de los EEUU acusándola de colonial por inmiscuirse en cuestiones de soberanía nacional al pretender obligar al Estado argentino a acatar el fallo del juez “municipal” y “senil” de Nueva York, que el propio kirchnerismo eligió para que fallara en caso de conflicto con los acreedores.

El depredador más temible que los argentinos, que producen riqueza con su trabajo, han conocido en toda su historia no han sido, ni de lejos, los “fondos buitre” o los acreedores que no entraron en el canje de deuda. Ellos no son los “buitres de la patria”, ni tampoco la patria esa que quieren oponer a los “fondos buitre” es tampoco (estoy convencido) la del general José de San Martín o del Dr. René Favaloro. La patria es decente o no es patria.

La consigna “patria o buitres” puede ser válida; está claro que, siempre y cuando, se identifique perfectamente: ¡quiénes la patria y quiénes los buitres!

NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

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