Por Silvia Ibarzabal
La autora es
vicepresidente de AFAVITA (Asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas
del Terrorismo en Argentina). Su padre, el Cnel. Jorge Ibarzábal, fue
secuestrado y asesinado en noviembre de 1974 por el ERP
A nadie escapa que la
política revanchista del Gobierno, ha colocado al país al borde de una nueva
división social que probablemente, como en el caso de unitarios y federales,
nunca se resolverá.
Esta es una de las
pesadas e injustas herencias que se ha elegido dejarle a la sociedad, con una clara
idea de venganza, que nada tiene que ver con un acto de Justicia.
Si ésta fuera
aplicada con la coherencia y la moral que los tristes episodios de los años 70
ameritan, los familiares de miles de argentinos asesinados por el terrorismo,
también deberían tener su tribuna y ser escuchados.
Resulta
significativamente irritante, que ante el gran cumulo de evidencias existentes
sobre el accionar subversivo, el Gobierno no admita la participación de
organizaciones tales como ERP, Montoneros FAR, FAP y otras en los años 70.
Es evidente que para
todos aquellos identificados con el rencor, el crimen, y el odio, la guerra
continúa. Por eso rechazan toda idea de finalización del conflicto y, en
cambio, alientan y movilizan su perpetuación, envenenando a las nuevas
generaciones con falsificaciones históricas y mistificaciones jurídicas.
A más de 40 años de
aquella violencia política, nos han vuelto a enfrentar. Nos han excluido del "relato".
Lo planteo porque lo
he vivido. A mi padre lo asesinaron el 19 de noviembre de 1974, en pleno
gobierno constitucional. Jorge Roberto Ibarzábal era un oficial del Ejército
Argentino, que mientras se desempeñaba como jefe del Grupo de Artillería
Blindado 1, tras un ataque por la organización guerrillera Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) fue secuestrado y, luego de 10 meses de
cautiverio, fue asesinado.
Él no tuvo derechos
humanos, como tampoco los tuvo mi familia. Estaba en condiciones infrahumanas:
drogado y amordazado en un cubículo de minúsculas proporciones, pesaba 35
kilos. Mario Roberto Santucho fue el autor ideológico; Enrique Gorriarán Merlo
condujo el operativo; y lo asesinó una persona que hoy es homenajeada en el "Parque de la Memoria".
En las próximas
elecciones, los argentinos elegiremos entre el odio que divide y la "concordia" que une.
En ese sentido, vale
la pena recordar lo expresado por el Presidente de la República Oriental del
Uruguay, José Pepe Mujica: "Hay que
salir de la trampa del dolor. Las heridas abiertas de una guerra, sólo las
puede suturar la alta política".
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