Algunos miembros de la oposición |
“El
más terrible de todos los sentimientos
es el sentimiento de tener la esperanza muerta”
Federico García Lorca
es el sentimiento de tener la esperanza muerta”
Federico García Lorca
Lo peor de esta
década no ha sido el kirchnerismo -
banda intrínsecamente rufianesca de la cual solo se podía esperar el atropello más vil y la mentira más abyecta-
sino aquellos que a lo largo de estos
años por debilidad, avaricia y
réditos espurios solo mantuvieron el nombre de oposición pero se convirtieron
en cómplices.
El argumento que han
dado siempre -la defensa de la democracia- de tan pueril pasa a la categoría de
estúpido porque tuvieron veinticinco años para crear una democracia moderna y
enseñar al pueblo que la democracia es mucho más que votar y hacer algaradas
chapuceras, pero prefirieron quedarse en un simulacro tonto creyendo que con solo
declamarlo la democracia curaba, educaba y daba de comer.
Ese, y no otro, fue
su cometido desde 1983. Se sentaban en sus butacas creyendo -desde la tosquedad
de sus cerebros- que eso era para siempre. Que la vida se daría en repetidos
almanaques donde en caracteres mágicos estaban las elecciones, efemérides y
algún que otro juego electoral que no alterara lo que suponían eterno.
No fueron capaces de
ver que el agua les llegaría al cuello, que una banda sin principios ni moral iba a jugar un juego donde ellos eran
jueces, jugadores y barrabravas, todo al mismo tiempo, y que esa palabra que
siempre denostaron, mercado, les regalaría a los vándalos miles de millones de
dólares a partir de un yuyo.
Pero, en el drama que
empezaba en 2003 a ustedes también los facinerosos les habían adjudicado un
papel, iban a ser los “ellos” de la división irreconciliable que instauraron
para dividir a los argentinos, y por ser los “ellos” durante once años han sido -agachando la cabeza-
funcionales al odio y a la violencia que emanaba de unos individuos que necesitaban hacerse perdonar un pasado de usureros
inventando una fábula de heroísmo que nunca existió.
Solo han sido ustedes
inquilinos de butacas parlamentarias desde las que han engañado
sistemáticamente al pueblo pretendiendo ser una oposición que nunca fue,
reclamando sin convicción la pervivencia una República de la que sabían que los
dueños del poder, desde el primer día, habían decidido subastar en su provecho.
A todo eso se
prestaron porque sabían que, si algo no les convenía perder era esa
infinitesimal porción de albedrío con la que se engañaban y engañaban; esa que
les hacía creer que eran alguien cuando ni siquiera tenían permitido ser parte
de los salteadores. Eran -lo son aún- simplemente las sombras que en la noche
posterior a la batalla despojan a los muertos de sus pobres pertenencias.
Ustedes,
en su odio o en su miedo, contribuyeron a desguazar la Constitución Nacional
para permitir la venganza más siniestra que ha conocido la Argentina porque
en aras de ser “simpáticos” más que
republicanos colaboraron con entusiasmo para que la verdad y la justicia quedaran
de lado aun sabiendo que esto llevaría a la República a una espiral creciente
de inmoralidad.
Es así que, gracias a
sus actitudes, el gobierno ha logrado que no nos escandalicemos ante un timador
que juega de vicepresidente o nos importen poco los enjuagues inmobiliarios -en
la exacta relación que la palabra enjuague tiene con el verbo lavar- de la
familia presidencial. Pero quédense contentos, bien pueden arrogarse el mérito
de haber colaborado para que en la justicia argentina la conjunción de la prevaricación
y la mentira fuera una política de estado, quizás
la única política de estado que un gobierno corrupto fue capaz de implementar
en once años.
Son tantos los
ejemplos de agachadas y dobleces que nos han dejado, “opositores”, que sería imposible en pocas líneas hacer un
inventario de ellos. Claro que aún en estos menesteres han mostrado virtudes
pérfidas, sus actitudes furtivas con pretensiones de discreción
democrática los ha mantenido activos y
han sabido contarle a ese pobre pueblo con el que se llenan la boca -literalmente,
pues comen de él- un cuento guarango de democracia nutritiva, curandera y
sabihonda que en nada envidia, excepto en
los beneficios obtenidos, al verso rantifuso que nos endilgan casi a diario por
la cadena nacional.
Dentro de unos días,
cuando llegue el 1° de marzo van a pasar -una vez más y agachados por
costumbre- bajos las horcas caudinas del ninguneo y el desprecio que reflejan
con meridiana claridad lo que en verdad ustedes han sido para quienes se
hicieron con el poder hace once años, unos pobres tipos que ni siquiera
tuvieron identidad de enemigos, solo el “ellos”
referencial que los habilitaba -a veces, solo a veces y en cosas sin
importancia- a una caridad de mendigos.
Quizás
sería bueno que no asistieran el 1° de marzo al inicio de las sesiones
legislativas del kirchnerismo. Sería un gesto de increíble dignidad
-increíble por ser ustedes lo que han sido- dejar en soledad a los falsarios que destrozaron la República. Pero no, es seguro que ya tienen para contarnos
un cuento que justifique el porqué de seguir siendo funcionales a un gobierno que hizo de la ruindad una política
de estado.
Jose
Luis Milia
NOTA: Las
imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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