YA
PASÓ EL TIEMPO DE REÍRSE DE LOS DELIRIOS DE NICOLÁS MADURO
Si bien la paranoia
del presidente venezolano puede ser una enfermedad, lo que observamos en el
país que dirige es una dictadura de las más vulgares
Por Antón Toursinov[1]
Las personas con
distintos trastornos mentales, vulgarmente llamados “locura”, suelen dar risa o, en los peores casos, pena y lástima.
Muchos de ellos son inofensivos, mejor aún si son recluidos en los hospitales
psiquiátricos (manicomios) donde son atendidos, mantenidos y alejados de la
sociedad, por si acaso, porque nadie puede predecir qué tienen estas personas
en la mente y en qué momento su estado pacífico se convertirá en un peligro,
tanto para sus familias como para las demás personas.
Con sus constantes ataques a los opositores, basándose en supuestas “conspiraciones” Maduro ha consolidado una dictadura en Venezuela (Flickr) |
El hecho de que
enfermos mentales puedan llegar a gobernar un país entero, dirigir un Estado,
suena descabellado. Pero sucede. No cabe la menor duda de que los grandes
asesinos y genocidas en la historia -Hitler,
Stalin, Pol Pot, entre otros-, han probado el peligro de los locos en el
poder.
Y aunque un dicho
reza que “el hombre sabio aprende de los
errores de los demás”, tal parece que la masa, la misma que toma decisiones en las democracias, prefiere jugar a la
ruleta rusa que aprender de los errores de la Historia.
Los casos más
fantasmagóricos donde los locos han llegado al poder son bastantes en la
actualidad. Pero los más dramáticos,
quizá, son los ejemplos de Rusia y de Venezuela.
Si Putin y sus
delirios parecen estar lejanos y no preocuparnos en este continente americano, el mal del ilegítimo presidente venezolano
Nicolás Maduro está a la vista de todos nosotros a diario, a cada hora de cada
día.
Haciendo un
paréntesis antes de que los amantes de las democracias y los groupies de este
pitoniso -quien suele hablar con los pajaritos y contar los penes multiplicados-
se indignen por lo de “ilegítimo”,
recordemos que Nico llegó a la presidencia de la Venezuela sufrida con 50,61%
de los votos contra el 49,12% de otro candidato, Henrique Capriles. Es decir,
la “victoria” de Maduro por 1,49%
cabe dentro del margen del error estadístico, lo que permite asegurar su
ilegitimidad.
Regresando a los
trastornos mentales, es evidente que este hombrecillo de procedencia indefinida
-Nicolás Maduro-, sufre de uno de los más peligrosos para la sociedad: la paranoia. La página web médica de
mayor autoridad, MedlinePlus,
describe la paranoia como “una afección de salud mental en la cual una
persona tiene un patrón de desconfianza y recelos de los demás en forma
prolongada”, cuyas síntomas son (y juzguen ustedes mismos si es, o no, una
imagen fiel de Nico): preocupación porque los demás tienen motivos ocultos;
expectativa de que serán explotados (usados) por otros; incapacidad para
trabajar junto con otros; aislamiento social; desapego y hostilidad.
No existe ni puede
existir ninguna explicación lógica sobre las acciones diarias de este “estadista” latinoamericano, el más
espurio de las últimas décadas
Lo
más aberrante no es este trastorno en sí, sino el sujeto que está gobernando
una nación a la que ya ha llevado a un callejón sin salida.
Por supuesto que podemos hablar de tomos enteros de los delitos que ha cometido
el susodicho y por los que en algún momento deberá ser procesado, mejor en la
Corte Penal Internacional; sin embargo, considerando que el delincuente es un
loco, surge la duda sobre su plena responsabilidad debido a que su condición
mental le impide el buen uso del razonamiento. Dicho de otra manera: lo que lo guía son sus instintos y sus
bajas pasiones.
En efecto, no existe
ni puede existir ninguna explicación lógica sobre las acciones diarias de este “estadista” latinoamericano, el más
espurio de las últimas décadas. Cómo explicar que el país que hace apenas 15
años era el mayor productor de energía eléctrica de Sudamérica ahora no es
capaz de producir la electricidad.
O nadie sabe explicar
-de manera racional- cómo en el Siglo XXI puede ser posible que la gente no
pueda limpiarse, ni siquiera con los periódicos que también son escasos. O que
los ciudadanos del país que otrora exportaba alimentos a la mayoría de los
países del continente, ahora pasen gran parte de su tiempo en las colas por los
alimentos racionados o, en caso de tener recursos, viajan a Aruba a hacer “el super”.
El
delirio de persecución es típico entre los paranoicos, según la sintomática que
mencionamos arriba. Y no le importa a Nico que todo el
mundo civilizado ya se burle de sus “desarticulados
planes de desestabilización”, “golpes
de Estado” y otras memeces. Eso sí, el enemigo, como es típico en los
pacientes con paranoia, debe parecer real y hecho de carne y hueso. En este
caso son los EE.UU., “los fascistas”,
etc.; en fin, nada nuevo.
Lo
que podemos observar en Venezuela en la actualidad es una dictadura de las más
viles y vulgares. El Estado de Derecho fue gravemente
herido aun durante la época del “padre”
de Nico, “el pajarito” golpista Hugo
Chávez, y rematado por Maduro con la ilegal detención de Leopoldo López, Daniel
Ceballos y Antonio Ledezma por orden directa, no de un juez, como se hace en un
país civilizado, sino del propio Maduro. Y,
al fin, el Estado de Derecho recibió el tiro de gracia junto con el asesinato
de los jóvenes durante las últimas manifestaciones contra las barbaridades del
loco en el poder.
El
tiempo de reírse de las estupideces de Maduro ya pasó.
Ahora urge aislar al enfermo de la sociedad y de la gente civilizada, hasta por
el bien del propio Maduro, aunque ya parece ser demasiado tarde.
A
Maduro y a Chávez les tomó 16 años destruir por completo no solo la economía,
sino la sociedad venezolana y lo que queda de ellas; tomará muchos decenios
recuperarlas.
FUENTE:
Fundación contra el Terrorismo Guatemala y http://es.panampost.com/anton-toursinov/2015/02/27/ya-paso-el-tiempo-de-reirse-delos-delirios-de-maduro/
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
[1] Antón Toursinov es doctor en Filología, coordinador de los
posgrados en Lingüística en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Se
dedica al análisis del discurso y al estudio de la argumentación y manipulación
en el discurso político.
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