domingo, 23 de agosto de 2015

Capitán de Navío de la Armada Argentina FERNANDO SOLA TORINO


Su muerte fue una secreta
victoria. Nadie se asombre
de que me dé envidia y pena
el destino de aquel hombre.
Jorge Luis Borges, “Milonga del soldado”

Aunque durante un año y medio compartimos Río Santiago, no lo conocí hasta que, cincuenta años después en una mañana más que fría de Marcos Paz, coincidimos en la visita semanal a los cautivos de la guerra contra la subversión.

Hay un  grupo compuesto por pocos hombres -no sé el número pero sé que son pocos- que semana a semana, casi sin permitirse faltar un día, recorren los penales federales llevando alegría y consuelo a aquellos de sus camaradas que padecen la venganza de los mercaderes del odio y de la muerte; no los une, creo, ningún juramento mercedario para lo que hacen, solo van y eso es suficiente. Nosotros, los otros, los que vamos cuando podemos o cuando no llueve o hace calor y creemos que con eso cumplimos nuestro camino hacia el perdón, hemos mirado con respeto no exento de envidia a ese grupo, empeñados cada uno de ellos en ser cada día más, un Pedro Nolasco. Fernando pertenecía a ese grupo.

Nunca lo oí quejarse de aquellos -militares, pero también civiles- que rehuían por miedo, flojera o comodidad la visita a los que habiendo jugado su vida para que hoy viva en libertad, ese pueblo de borregos que somos los había condenado al olvido. ¡Qué va!, Fernando era doblemente caballero, por salteño y por marino y acceder a la bajeza, aunque fuera por pura y legítima bronca, no era su esencia.

Murió de repente y yo, lejos de Marcos Paz sin poder despedirme. Solo me queda la seguridad que en cualquier lunes caminará conmigo el largo camino que va de la puerta al penal y podré decirle aquellos versos de despedida de los soldados españoles:

Cuando la pena nos alcanza
por el camarada perdido,
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.

En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto la vida,
ya le has llevado a la luz.

¡Descansa en paz, Fernando!

José Luis Milia

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