Entrevista a Oscar Platero
Militar, analista internacional,
escritor guatemalteco y Vicepresidente
de la Fundación contra el Terrorismo. Autor de La farsa del Genocidio en
Guatemala y Las batallas por Guatemala, la más importante historia de la
guerrilla y el accionar del terrorismo en su país.
La izquierda de Guatemala ha
tratado de manipular a las protestas ciudadanas en función de sus intereses
políticos
Ricardo Angoso: ¿Qué está pasando en Guatemala, qué momento
político vive el país?
Oscar Platero: Hay un momento,
digamos, de crisis que afecta tanto a la estabilidad política como social.
Luego tengo que destacar que hay una notable movilización ciudadana.
Inicialmente este movimiento de protesta ciudadana fue algo amorfo, espontáneo
y sin un carácter organizado, pero que contó con una gran participación de
todos los sectores sociales y políticos del país. Sin embargo, nosotros
observamos que en un momento dado los integrantes de las organizaciones de
izquierda, marxistas y socialistas, sectores que anteriormente estuvieron
ligados a la insurgencia en Guatemala, a la Unión Revolucionaria Nacional de
Guatemala (URNG), han intentado tomar el liderazgo de ese gran movimiento,
aprovechando la falta de dirección para asumir la conducción del mismo. Estos
sectores de la izquierda, que histórica y tradicionalmente han fracasado en
nuestro país, han visto en este movimiento ciudadano una gran oportunidad para
tener una mayor visibilidad y protagonismo. Aprovechan este movimiento y
coyuntura para tratar de desestabilizar el país. Han convocado unos paros y
unas marchas con la pretensión de paralizar la nación, atentando contra la
seguridad y estabilidad de la mayoría del pueblo guatemalteco.
R.A.: ¿Cómo está la cuestión militar en Guatemala, hay militares detenidos o
procesados?
O.P.: El caso del General Efraín
Ríos Montt se ha convertido en un caso emblemático para la izquierda
guatemalteca y me atrevería a decir que internacional, pues hemos detectado la
intromisión perversa e incluso abusiva de algunas organizaciones y gobiernos
foráneos. Se trata de una estrategia de la izquierda europea y norteamericana,
en coordinación con organizaciones norteamericanas, quienes se han coligado
hasta con el Embajador de los Estados Unidos en Guatemala, para tratar de cualquier
modo que el General Ríos Montt sea juzgado y condenado, incluso vulnerando
nuestro ordenamiento jurídico.
Se trata de pasar por alto
nuestra soberanía y dignidad como guatemaltecos, al hacer señalamientos con una
intencionalidad muy clara, tratando de que los tres poderes del Estado
(legislativo, ejecutivo y judicial) sean orientados hacia sus objetivos e
intereses políticos. Es una lucha contra nuestra autonomía que tiene un
carácter continental, pero que en el caso de Guatemala, dada la cercanía con
México y nuestra situación geoestratégica, juega un papel muy importante. Se
inició una lucha contra la corrupción, que todos en el país apoyamos, pero que
después fue manipulada por sectores internos y externos para intervenir en los
asuntos soberanos de Guatemala.
R.A.: ¿Cómo está afectando la crisis continental, e incluso global diría, a
Guatemala?
O.P.: Prácticamente Guatemala
está en la misma situación que el continente. La macroeconomía del país se ha
mantenido estable hasta ahora durante muchos años, pero sucesivos gobiernos han
abusado tanto de la deuda externa como interna y se han emitido bonos del
Tesoro en una forma que está poniendo en
un entorno muy difícil, en el corto plazo, a la economía guatemalteca.
Entre la corrupción y la baja recaudación fiscal nuestra economía podría
atravesar un momento muy adverso. Se ha desestimulado que los contribuyentes
cumplan con sus obligaciones fiscales y el Estado guatemalteco comienza a notar
estos efectos. Hay una desconfianza por parte de los contribuyentes hacia el
Estado y las instituciones, quizá debido a esa alta corrupción a la que me
refería antes. Resumiendo, creo que tenemos el peligro de entrar en una
recesión como la que sufren muchos de nuestros vecinos y, desde luego, no es
una buena noticia para el país.
R.A.: ¿Está presente, como ocurre en México, el narcotráfico en la vida de
Guatemala?
O.P.: Así es. Lamentablemente
nuestra cercanía con los carteles mexicanos trajo el trasiego de la droga por
nuestro territorio hacia los Estados Unidos. Muchos carteles mexicanos han
sustituido a los carteles colombianos en este tráfico hacia nuestros vecinos
del Norte. Este proceso se aceleró mucho durante el periodo presidencial del
presidente Alvaro Uribe, que tuvo notables éxitos en la lucha contra el terrorismo
y el narcotráfico, como todo el mundo sabe. Guatemala, por su posición
geoestratégica, juega un papel crucial para el reabastecimiento de las naves
que vuelan hacia los Estados Unidos y también hacia México. Entonces, ese papel
que tenemos por nuestra geografía hizo que crecieran en nuestro país pequeños
carteles que se denominan baby carteles en la jerga guatemalteca. Y han sido
desarticuladas algunas de sus cabezas y después extraditadas hacia los Estados
Unidos, pero, sin embargo, esa no es la solución, ya que estas estructuras se
recomponen inmediatamente y siguen actuando en esta actividad ilícita.
R.A.: ¿Usted cree que las Fuerzas Armadas de Guatemala tras firmar los
Acuerdos de Paz de 1996 ocuparon el espacio clave que deberían tener en la
sociedad?
O.P.: No, definitivamente no.
Hubo un plan, una estrategia para debilitar al ejército guatemalteco. Recordemos
que la de Guatemala fue, junto con el caso colombiano que todavía dura, una
larga guerra (1960-1996) que luchamos solos, casi sin el apoyo de nadie, y en
donde logramos derrotar y vencer al enemigo terrorista en el campo militar. Sin
embargo, la estrategia política del postconflicto ha repercutido en el
descabezamiento de las principales figuras emblemáticas del ejército, entre las
que se encontraban aquellas que tuvieron notable éxito en el campo de batalla
en contra de las organizaciones terroristas. Lógicamente, como consecuencia de
este proceso, se produjo un debilitamiento de la estructura militar y se
crearon unos vacíos de poder en determinadas áreas geográficas que fueron
ocupadas por estructuras del crimen organizado.
R.A.: ¿Qué consejos les daría a los colombianos que ahora pasan por un
proceso de paz parecido al que vivieron ustedes?
O.P.: Yo creo que aquí debemos
analizar dos situaciones. Primero creo que el mando político de este proceso,
que dirige el presidente de la República, debe ser muy cauto y mesurado, en
cuanto a los privilegios y concesiones que se le hagan a estos terroristas, que
es lo que realmente son. Además, lo que han hecho las FARC antes de iniciar el
diálogo ha sido fortalecerse y llevar a cabo acciones definitivas contra
unidades militares. Se han llevado a cabo acciones terroristas muy contundentes
que, en mi opinión, no han creado el marco idóneo para dialogar con las FARC.
En segundo lugar, creo que los mandos militares colombianos deben de tener un
rol más importante en este proceso y representar los intereses de la
institución que ha vencido a los terroristas. Solamente así se logrará una paz
que todos los colombianos ansían y anhelan, como los guatemaltecos también lo
querían en su momento. Pero esa paz no debe ser una claudicación, ni una
rendición del Estado ante unas fuerzas terroristas que no muestran una gran
voluntad pacificadora.
R.A.: ¿Cree que el proceso de paz en Colombia se está llevando de una forma
limpia y justa?
O.P.: La intervención de algunos
actores externos creo que tiene una influencia nociva para el proceso, pues se
trata de agentes foráneos claramente en la órbita de las FARC. Se está
induciendo un proceso que trata de emboscar y derrotar al ejército colombiano,
dejarlo fuera de juego en este proceso. Es inconcebible que el Foro de Sao
Paulo, a través de Cuba y Venezuela, esté asistiendo a las FARC en este camino.
Luego negociar en la boca del lobo de todos estos movimientos, me refiero a
Cuba, tampoco me parece lo más sensato, ya que está en juego el futuro del país
y, en definitiva, de las Fuerzas Armadas de Colombia.
R.A.: ¿No cree, no obstante, que hay dos tendencias en la izquierda
continental? ¿Se observa este fenómeno también en Guatemala?
O.P.: Hay una ofensiva en todo el
continente contra las Fuerzas Armadas, eso está claro sea el carácter de cada
una de estas izquierdas. Por ejemplo, en Argentina hay más de un millar de
procesados, pero en otras partes, como Perú, Uruguay, Chile y la misma
Guatemala, hay también militares detenidos y perseguidos, como si tratara de
una franquicia continental por parte de la izquierda para perseguir
políticamente a aquellos que les derrotaron en el campo de batalla y acabaron
con la amenaza terrorista en el continente. En definitiva, nos encontramos con
una guerra cuarta generación.
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