"Enfrentar al ser humano a su propia desolación.
Sólo entonces se alzará pidiendo justicia o venganza. ...
Y no hay mejor piedra de amolar que la letra impresa".
Arturo Pérez-Reverte.
Sólo entonces se alzará pidiendo justicia o venganza. ...
Y no hay mejor piedra de amolar que la letra impresa".
Arturo Pérez-Reverte.
¡Qué lindo fue ver a la famiglia
unita sentada para la tragar la pitanza, no muy magra por cierto, que le era
ofrecida! Es verdad que faltaron algunos conspicuos miembros del gang, como
Máximo, Timba o Jaimito, por ejemplo, pero estaban los demás, rindiendo su
habitual homenaje a la Padrina.
El pobre Lancha Scioli parecía un
poquitín incómodo con los comensales, tal vez porque las inoportunas
inundaciones le habían impedido hacerse, en Italia, el service del brazo
artificial, pero el director de cámaras -un verdadero artista- paneaba encantado
por los rostros de Guita-rrita (lo vi algo demacrado), Animal, el Chino y
Sanatella, actores principales del futuro electoral y penal del kirchnerismo.
Algunos gobernadores tampoco parecían muy contentos: Fellner, a quien su socia
Milagro Sala le acababa de asesinar un comprovinciano en las narices, no sonrió
en ningún momento, como tampoco lo hizo Urtubey; pero allí estaba la Ministro
Debora Giorgi mostrando, en su muy agraciado rostro, la enorme satisfacción que
sentía cada vez que era mencionada por la noble viuda, como también hacían
Kiciloff, De Vido, Bossio y hasta algunos personajes de la industria y el
comercio presentes.
Evidentemente, la auto imposición
de una abstinencia verbal de doce días le trajo algunas complicaciones
intestinales a Cristina. Pero ese día, para reponerse y un poco enredada por la
emoción de volver a los micrófonos, nos tiró encima con nada menos que ochenta
minutos en cadena -¡la N° 32 del año!- a los que sumó otros tantos para recibir
el inconmensurable apoyo de los pibes para la liberación imaginaria que
poblaban los tres patios de la Casa Rosada.
Pero hablemos de la ensalada con
que agasajó esta semana la Reina a toda su corte. Comenzó incorporando hojas
verdes de números referidos a presupuestos de obras públicas, imposibles de
verificar tanto en su verdadero destino cuanto en la corrección de sus montos,
pero que, como es notorio, no han logrado impedir las gigantescas catástrofes
que asiduamente azotan a los más humildes argentinos. Indignada con la
atribución periodística de grandes contratos -¡$ 8.000 millones!- a su
empleado, Bóvedas Báez, pretendió desmentirla y enumeró a las empresas que
habían recibido contrataciones superiores pero, con una picardía notable, se
refirió sólo a aquéllas firmadas por el Estado nacional, olvidando los
suscriptos por los provinciales, que aquél también pagó.
Más tarde, no satisfecha aún con
el resultado de la preparación culinaria, le agregó el fuerte sabor de un
proyecto de ley tendiente a manear a la administración que la suceda para
evitar que pueda, a través de la ANSES, disponer de los paquetes accionarios
confiscados con las AFJP's de innumerables empresas. Más allá de lo tóxica que
puede resultar para la digestión la sanción del instrumento propuesto, como
probó la Bolsa el viernes, salpimentó todo con graciosos mohines y comentarios
acerca de la identidad de los dueños de esas empresas, dando así un toque muy
femenino a la receta.
Para quienes tenemos paladares
sensibles, a la ensalada presidencial le faltó una pizca al menos de
conmiseración por los inundados, aunque ese ingrediente nunca estuvo en la
cocina de los Kirchner, como bien saben las víctimas de Cromagnon, de Once, de
La Plata y de tantas tragedias nacionales, pero lo olvidó la autora por no
haber viajado por la Provincia de Buenos Aires, que se hunde después de ocho
años de desastrosa gestión sciolista. Referirse al muerto jujeño sólo para
sostener que éste pertenecía a las hordas de la Tupac Amaru fue sólo un desliz,
que los malditos radicales no le perdonaron al demostrar enseguida que todo era
mentira. También faltó, para mi gusto, alguna referencia a los grandes
problemas que el kirchnerismo dejará a su sucesor y al país entero, pero
Cristina no estaba allí, pese a su manifiesto enojo (¿notó qué ojos fríos tenía
mientras sonreía?), para dar malas noticias.
La Presidente parece convencida
-¿desea?- que el candidato del ¿Frente para la qué? perderá las elecciones; si
no es así, la única explicación posible para lo que están haciendo Axel
Kiciloff y Alejandro Vanoli todos los días pasa a ser que la Jefa odia al pobre
Lancha con toda su alma. Para evitar que las mechas de las bombas que
pretendían que explotaran a partir de diciembre resulten demasiado cortas y
manchen así el relato exitoso que quiere esgrimir el kirchnerismo para
enfrentar a su sucesor, no hacen más que echar leña al fuego imparable del
gasto y de la inflación.
Esta semana, el Gobierno emitió
un bono en pesos atado a la cotización del dólar oficial que vencerá en 2016;
como todo el mundo cree ya que la devaluación es inevitable, el éxito en la
colocación superó las expectativas. Siguió, además, despilfarrando reservas al
vender a las clases más acomodadas dólares "ahorro" y
"turista" en cantidades siderales. Aun así, no logró frenar la cotización
del dólar "blue" o libre, que alcanzó el viernes la cota de $ 15,55.
Claro que, con el déficit de las cuentas públicas volando -alcanzará este año
el 8% del PBI-, con la balanza comercial en crisis por la sobrevaluación del
dólar oficial y por los bruscos frenazos de China y Brasil, con la fenomenal
pérdida de reservas y con la emisión desmedida -ya nuestro billete de mayor
denominación equivale sólo a US$ 6,43-, resulta imposible hacerlo retroceder,
aunque se ponga en la calle a la AFIP, al Banco Central, a la Gendarmería y a
la Prefectura y a los canes uniformados.
Al respecto tengo una sugerencia
importante para quien ocupe, a partir del 10 de diciembre, el primer sillón de
la Argentina: señor, en su discurso y en la medida de lo posible, haga el
inventario real de la herencia que recibirá ese día. Infórmenos quiénes
integran sus equipos técnicos, cuál es la magnitud de los problemas a los que
se enfrentará, y cuánta ayuda social, política y parlamentaria necesitará para
hacerlo; trátenos como ciudadanos, y no como niños a los que hay que mentir;
cuéntenos cuáles son los indispensables acuerdos a los que habrá llegado con
las otras fuerzas políticas. Tal vez resulte una buena idea que relea el
discurso que pronunció Arturo Frondizi cuando le tocó asumir como antecesor
suyo.
Pero, principalmente,
comprométase en serio con la República y con la Constitución, para evitar que
la Argentina siga en esta senda de decadencia e insignificancia en la que ya
lleva demasiados años. Sin duda, Dios y la Patria se lo agradecerán.
Bs.As., 23 agosto de 15
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
E-mail: ega1avogadro@gmail.com
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