Un día ya lejano, el
gobierno de entonces decretó el "dogma nacional" de que en los setenta hubo un sólo demonio, y
fulminó maldición eterna para cualquier mortal que osara contradecirlo. -¿Y por
qué?,- Porque lo digo yo, y se acabó!.
El actual Secretario
de Derechos Humanos Señor Claudio Avruj en declaraciones muy recientes expresó:
"No hay ninguna posibilidad de
regreso a esa teoría porque para el Gobierno está perfectamente claro que el
que violenta los derechos humanos es siempre el Estado, que es el encargado de
protegerlos". Creemos que esta afirmación parece alinearse con el
dogma inventado hace décadas por exguerrilleros
y simpatizantes, y no parece resistir un análisis imparcial y honesto.
¿Es que para el
flamante Secretario, el Sindicalista Rucci, el Periodista Mor Roig, los Profesores Genta y Saccheri, y
todos los empresarios, diplomáticos, docentes, agentes del órden, conscriptos,
niños como Paula Lambruschini o David Kraiserbuld, y público general (como los
fallecidos por la bomba en la masacre del comedor policial), no tenían derechos
humanos? ¿Quiénes sino los autodenominados "Ejércitos"
del terrorismo argentino (ERP y MONTONEROS fundamentalmente), provocaron tanto
dolor a las personas y familias y volvieron a encender el espiral de la violencia
en pleno gobierno Constitucional del General Perón? ¿Para el Señor Secretario
éstos vendrían a ser los "ángeles"
a los que deben estar agradecidas todas las generaciones de argentinos, y "demonios" sólo los que se
opusieron a sus propósitos (que por lo menos 1.000.000 de muertos hubieran
costado según estimación del Comandante del ERP Mario Santucho en carta a su
hermano Asdrúbal)?.
¿No son asimismo
crímenes de lesa humanidad los que ejecuta, filma y difunde el extremismo
islámico, por el hecho de que no configuran un "terrorismo de estado"?.
Creemos que no
contribuye de ninguna manera a la
reconciliación nacional la repetición de un "relato" más que sesgado, y la instrumentación de la
justicia al servicio del odio, la venganza, y el lucro de algunos -que
obviamente no quieren de ninguna manera que se cierren sin desconocer las
verdades y el horror-, las heridas que aún separan a los argentinos.
Santiago Floresa
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