Mientras que cada día
que pasa se esfuman cada vez más las posibilidades de que unas negociaciones
entre el gobierno de Damasco y el sinfín
de grupos que componen la oposición siria tengan éxito, la crisis también está
poniendo a prueba las relaciones entre Rusia y Occidente. Cada vez está más
claro que la convergencia en los intereses estratégicos entre ambas partes es
nula, inexistente por decirlo de una forma más clara y rotunda.
Mientras que Rusia
trata de apuntalar a toda costa al gobierno de Damasco por varias razones,
entre las que destacan que le vende armamento, que es su único y más fiel
aliado en esta parte del mundo donde mantiene una tensión muy alta con Turquía,
que tiene la única base militar con salida al Mediterráneo en suelo sirio,
Tartus, y, finalmente, porque se están tejiendo nuevas alianzas en esta zona
del mundo que aíslan aún más a Moscú de la escena de Oriente Medio.
Recientemente,
Chipre, Israel y Grecia han llegado a importantes acuerdos para explotar los
recursos naturales marítimos, más concretamente el gas natural, y enviarlo a
través de un gasoducto vía Grecia hacia Europa. Estos acuerdos energéticos
tienen también su dimensión en materia seguridad y coordinación de sus
respectivas políticas energéticas. Grecia, aliado histórico de Rusia y el país
más propalestino antaño de la Unión Europea (UE), hacía valer más su
pragmatismo y realismo que la defensa a ultranza de la tradicional política
exterior helena con respecto al largo conflicto de Oriente Medio. También,
indirectamente, Atenas se alejaba de la órbita rusa, para disgusto de Moscú.
TURQUÍA,
ALIADO FUNDAMENTAL Y FRÁGIL DE OCCIDENTE EN LA REGIÓN
Turquía, que también
quiere participar de este juego político y económico de aprovechar con sus
vecinos los ricos recursos marítimos, seguramente no se quedará al margen de
estos procesos en marcha. Es más que seguro que en los próximo meses, Ankara
moverá ficha en Chipre en el sentido de intentar resolver el largo contencioso
que ya ha cumplido cuarenta años largos y tratará de recomponer sus relaciones
con estos países en aras de no quedar aislada, toda vez que sus relaciones con
Siria han rozado en varias ocasiones las posibilidad de guerra y con Rusia han
estado al borde de la ruptura tras varios incidentes aéreos -avión militar ruso
derribado por los turcos por medio- .
Luego está el asunto
de la inmigración, que requiere la ayuda y la cooperación de Ankara. El
territorio turco es la vía por la que han llegado los cientos de miles de
inmigrantes sirios, afganos, africanos y de todas las nacionalidades que han
llegado en los últimos meses a Europa. La UE, en vista de la magnitud y de la
masiva presencia de inmigrantes sirios en Turquía, aprobó recientemente una
ayuda millonaria para atender a estas víctimas del conflicto sirio y paliar las
consecuencias de esta oleada migratoria en un país desbordado por esta
auténtica avalancha humana.
Turquía, eterno
candidato para adherirse en un futuro incierto a la UE y miembro de la OTAN,
sigue siendo un aliado fundamental de Occidente en esta parte del mundo y un
socio a veces impredecible. Por ejemplo, la reciente decisión del ejecutivo de
turco de reanudar las actividades militares contra el Partido de los
Trabajadores del Kurdistán (PKK) es un grave error que viene a mostrar a las
claras el triunfo de la línea dura frente al diálogo que predominó en los
últimos años con los kurdos alzados en armas. Se calcula que en este conflicto
pueden haber muerto entre ambas desde comienzo de las hostilidades, allá por
los años ochenta, más de 50.000 civiles y militares, aunque la peor parte, como
suele suceder casi siempre, se la han llevado los civiles kurdos que viven en
aldeas aisladas y acosadas por el ejército turco.
SE
RECRUDECE EL CONFLICTO CON LOS KURDOS
Este lamentable giro
vuelve a demostrar la falta de pragmatismo ante lo que sucede en la región por
parte de los máximos responsables turcos, que temen más un Estado kurdo -que a
la larga acabará siendo una realidad por mucho que se empeñen en ahogar en
sangre esta parte del mundo- que al Estado Islámico contra el que ahora luchan
juntos Occidente, Irán, Rusia y la misma Siria. Turquía tiene todavía numerosos
desafíos en clave interna, como modernizar su sistema político e integrar a las
minorías, para que su proyección exterior pueda ser realmente efectiva en los
próximos años.
Rusia, que
supuestamente se había unido militarmente a la cruzada occidental contra el
Estado Islámico, ha mostrado más voluntad en debilitar por la vía de los
bombardeos selectivos a la oposición siria que lucha contra el régimen de
al-Asad que en atacar a los fundamentalistas que han desafiado al mundo y
Occidente con varias acciones terroristas audaces y unas puestas en escenas
dantescas y salvajes, por decirlo de una forma eufemística. La barbarie de este
grupo, degollando a occidentales, quemando a un piloto jordano o tirando a dos
jóvenes adolescentes gays desde una terraza para luego ser rematados a pedradas
por una turba, no tiene parangón en la historia de Oriente Medio; muestran una
crueldad brutal que avergüenza la especie
humana.
Así las cosas, y sin
que la violencia cese en Siria, Estados Unidos ha solicitado a Rusia que
interceda ante el agónico pero no muerto régimen sirio para que abra corredores
humanitarios para asistir a los millones de víctimas del conflicto, permita la
ayuda internacional a las ciudades asediadas por las fuerzas de Damasco y para
que se apreste negociar sin condiciones con la atomizada oposición. Por ahora,
las peticiones han caído en saco roto, y Rusia sigue sin mover ficha en la
escena, atacando las posiciones de los enemigos del al-Asad y desoyendo los
llamados occidentales. La guerra civil
siria, tras haber causado 300.000 muertos, 10 millones de desplazados internos
y externos y devastar por décadas a esta nación, está muy lejos de terminar. Y
sin el necesario consenso entre occidentales y Rusia un probable acuerdo está
todavía más lejos. La espadas siguen en alto, la paz sigue siendo tan solo un
tenue sueño de millones de mujeres y hombres inocentes que sufren a diario las
consecuencias de una guerra injusta.
Ricardo
Angoso
Periodista español
@ricardoangoso
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