Rodrigo Valdez |
Rodrigo Valdez es el
ministro de hacienda de Chile. Repantigado en la catrera en el cuarto del piso
12 del Atton Las Condes de Santiago, lo veo en la tele. Acabo de llegar.
El viaje ha sido
sorprendente. El Chile de hace 25 años
no tiene nada que ver con este del futuro.
El periodista indaga
sobre la estrategia del gobierno para enfrentar la crisis de la caída del
precio del cobre.
El ministro responde
con tranquilidad. Promete a los chilenos que velará por el orden de las cuentas
fiscales. Explica que no será necesario echar mano al fondo anticíclico y
manifiesta su confianza en la capacidad emprendedora de los chilenos. Resalta
el hecho histórico de que en cada crisis del cobre Chile impulsó con más fuerza
el surgimiento de actividades alternativas que desarrollaron su economía.
El periodista insiste
con la posibilidad de tomar deuda a tasas muy convenientes para cubrir el bache
sin “ajustar” pero Valdez le
recomienda descartar recetas que tanto daño le hacen a “nuestro vecino trasandino que lleva tantos años de quebrantos”. (Qué
vergüenza ser el mal ejemplo del vecindario)
El ministro se dirige
al periodista y a todos los chilenos mirando a la cámara y les dice que confía
en ellos y en sus fuerzas para sobreponerse a todo. Les pide que confíen en la libertad de mercado y en la iniciativa
privada y les promete austeridad y prudencia por parte del gobierno en el manejo
de las cuentas públicas…
“Trabajen
tranquilos porque este gobierno tiene bien claro que estas reglas son las que
hacen grande a Chile y por lo tanto, son y serán una política inalterable“.
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Me asomo a la
ventana, lo que se ve puede explicarse más fácil después de haber escuchado al
ministro.
El Santiago de hoy es
increíble para los ojos de un argentino tan acostumbrado a la frustración de
años de decadencia.
Desde el paso “De Los Libertadores” hasta el cuarto
del hotel que vengo con el maxilar inferior caído y paralizado. Aparte de esta
ciudad acojonante, vengo garroteado por 150 km que son ejemplo de cómo sobreponerse
a la adversidad.
Trabajo,
trabajo y trabajo de hormigas humanas en cultivos en
terrazas, olivares, paltos, viñedos, cerezales, frutas, quintas, flores
autopistas, túneles que horadan los cerros… Y todo sobre un desierto y una
cordillera que vive temblando. Todo sobre un cinturón de fuego y una falla de
placas que cada tanto corcovea y te rompe todo!!
“No hagas de tu
camino un basural” te recomiendan los carteles y a
juzgar por la limpieza y el orden, en Chile han entendido que no solo se trata
de limpiar, sino que también es muy importante no ensuciar.
“Si vas a Chile
atendé las señales de tránsito y no se te ocurra coimear a un carabinero”
es la recomendación de rigor que te hacen en Mendoza, mientras tiran la bolsa
de basura por la ventana.
Intriga saber cómo es
que un ministro de hacienda de un gobierno SOCIALISTA usa un discurso tan
liberal.
Taxistas, empleados
del hotel, despachantes de bencina, guía de turismo, mozo de restorán... Todos
coincidieron en que el ministro dijo y dice siempre lo que la gente quiere oír…
Dice pero obligado
por la opinión pública… ¿no es genial?
Hay fastidio con el
gobierno de Bachelet. Mucho fastidio que le ha bajado su imagen positiva al
20%, pero te lo manifiestan solo si preguntas.
Un chofer me dio una
respuesta maravillosa: “Es que ese es el
discurso políticamente correcto y el ministro es un político”… ¿Qué otra
cosa puede decir?
¡Que
maravilloso integrar una sociedad donde ese sea el discurso políticamente
correcto!!!
Una
sociedad donde los ciudadanos no pasen la vida succionando la teta de un estado
estafador!
Siguiendo con mis
reportajes continué la investigación para saber porque ese discurso
económicamente liberal es el correcto. ¿Cómo se llega a esta realidad desde el
Chile marxista de los 70?
Recorriendo
librerías pude observar que casi no existe bibliografía demonizando esos años
como en la Argentina.
No se repudia a
Pinochet. Los trabajadores, la gente común no reaccionan con rechazo, por el
contrario.
Llaman la atención la
presencia e integración a la ciudad de los militares. Barrios, academias,
clubes, colegios que los contienen, abiertos a la vida pública.
En la puerta de una
academia hay un gran cartel sobre la avenida que dice: “En esta academia militar está
basado el porvenir del ejército y sobre éste ejército, la grandeza de Chile”.
Cuando pregunté si
existieron juicios o hay militares presos por los años 70 me miraron con
estupor.
Leí en la
presentación de un libro (no recuerdo nombre ni autor) que Pinochet fue un
vivillo oportunista no menos bruto que ninguno de todos los generales que
gobernaron en Latinoamérica pero tuvo la visión y la virtud de saber elegir la
receta económica y persistir en ella para sentar las bases y hacer de Chile un
país económicamente viable y exitoso.
El autor destacaba
que la receta provenía de “Chicago” y
había posibilitado que todo el poder económico, la “aristocracia intelectual” y el pueblo habían apoyado.
De allí proviene la
corrección del discurso actual en Chile. Su proceso militar no hizo populismo
ni robó.
Por eso el ejército
es una institución con prestigio a la que ningún trasnochado le baja los
cuadros y ninguna señora le da vueltas en la plaza.
Hay mucho menos
pereza intelectual que en la Argentina, donde nadie piensa y dice desde otro
lugar que no sea el estatismo socialista.
En Chile hay dos
ideas. Nadie dice que murieron las ideologías. Hay izquierdas y derechas que se
alternan pero todos son chilenos y saben que viven de exportar, exportar y
exportar.
El 80% de la gente
que deambula por la calle tiene rasgos indígenas, actitud humilde, habla en voz
baja y tono amable pero es común ver en la calle un mozo de restorán que
atiende a turista en alemán e inglés.
Lean, dice un cartel
en el centro a dos cuadras de la moneda. “Lean, hay que leer porque ayuda a pensar y
pensando es como se llega a conocer la verdad… LEAN!”
Cuando volvíamos, no
sé si la cordillera temblaba o qué, pero caían piedras por la ladera y
obstruían el paso. Nos demoró algo pero pasamos. Al día siguiente leo en el
diario y veo en el noticiero de la que nos salvamos!!!
Un forista bien
argento pone como comentario en el artículo de los derrumbes: Dícese de cordillera de los Andes, tapial
del fondo para que no se vean la sarta de hueones que están del otro lado.
Típica argentinidad
al palo. Me hizo recordar a esa tarde que estaba sentado en el shoping
esperando a mi mujer. Me entretenía mirando a la gente en los recreos de
lectura. Miraba con vergüenza como se destaca la actitud de mis compatriotas
que pululaban por doquier haciendo compras. De lejos ya sabes cuál es
argentino, los delata la actitud.
Esos HUEONES, como los llamó el forista, nos están pasando por arriba.
Calladitos los hueones producen para
exportar y consumen la mejor calidad a menos de la mitad de precio.
Son tan hueones que los vivos que escriben en
los foros de Argentina cruzan la cordillera para comprarles el Iphone para la
Yoli y el Bryan.
Los muy hueones tienen un parque automotor que
te caes de traste… y no arman nada en Punta Arenas!!. La Ford es americana y la
Toyota de Japón porque no lo tienen a “De
Mendikurren” con la sanata de la sustitución.
La frutilla del
postre me la dio un tachero: “Acá en
Chile no hay gratuidad porque no vivimos de ilusiones. Nada es gratis señor
mío!! No hay gratuidad en la educación, la jubilación es por AFJP, las obras
sociales son privadas…. ¿¿¿¿¿???????? Y así debe ser. Este gobierno va por la gratuidad en la
educación pero va por mal camino, lo vamos a enderezar”
La frase del viaje
fue: “Nada
es gratis” Tan cierta es, tan
alevosamente cierta es que hasta en la Argentina,
el país de los vivos, nos estamos dando cuenta de que “la gratuidad” nos está saliendo muy cara.
#Cambiemos, hasta
Mick Jagger nos lo pide.
Juan
Martín Perkins
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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