Ingresé al instituto
cívico militar Adolfo V. Hall Central a la edad de 12 años, siendo mi número de
antigüedad 14-13, es decir, ocupe el treceavo lugar de la nómina de más de 200
adolescentes de la promoción número catorce que ingresamos a ese prestigioso
centro de formación de oficiales de reserva del Ejército de Guatemala.
Dura fue la etapa de
formación, luego de abandonar casi niño el cariño de mis padres y el calor de
mi humilde pero muy digno hogar, pero me sometí al rigor de la vida militar con
inmenso júbilo e ilusión. Luego de varios inolvidables años que marcaron para
siempre mi vida mientras escuchaba con mucha atención las experiencias vividas
por nuestros instructores en la lucha en contra de la primera oleada
guerrillera que enfrento nuestro país en la zona nororiental, leía con
aprensión los impactantes reportajes de la revista LIFE y crónicas diversas sobre
las guerras de conquista que los marxistas estaban desarrollando en Malaya en
contra del Ejército británico, y Vietnam, Laos, y Camboya, luchando en contra
del Ejercito expedicionario norteamericano y sus aliados locales.
Para finales de los
60s parecía que todo el sudeste de Asia caería en manos de los marxistas. La
amenaza se acrecentó cuando en esa misma época, Ernesto Guevara de la Serna (El
Che), pronuncio en la Habana un fogoso discurso durante la reunión de los
marxistas más connotados del mundo en la entente denominada Conferencia
Tricontinental, en donde llamaba a crear “Dos,
tres, muchos Vietnam” en Latinoamérica y el mundo.
La cobarde y
sanguinaria emboscada de Sunzapote, departamento de Zacapa, en donde una
patrulla militar atacada por sorpresa fue aniquilada por los terroristas y los
cadáveres de nuestros soldados fueron mancillados y quemados; el asesinato
cobarde en contra del embajador de los Estados Unidos el recordado demócrata
John Gordon Mein cuando fue ametrallado por la espalda por un grupo terrorista
dirigido por Percy Jacobs (s) Canción, célula dentro de la cual se encontraba
Enrique Paz y Paz, padre de la ex Fiscal General de la republica Claudia Paz y
Paz Bailey, cuyos integrantes anteriormente habían asesinado a varios militares
norteamericanos héroes de Vietnam que se encontraban asignados al grupo militar
de la embajada estadounidense; más el secuestro y posterior asesinato a sangre
fría del embajador de la republica de Alemania el distinguido diplomático Conde
Karl Von Spreti, a cuyo funeral asistí a efectuar valla de honor siendo alumno
del Adolfo V. Hall y pude presenciar el dolor inconmensurable de sus familiares
venidos desde Europa; me decidieron a ingresar a la gloriosa Escuela
Politécnica para poder participar como Oficial del Ejército en la lucha en
contra del terrorismo ateo.
Guatemala,
luchando en soledad, derrota estratégicamente a las fuerzas terroristas.
Al final de la década
de los setentas nuestro país había sido sometido al más feroz embargo de armas,
equipos y municiones por la administración Carter, que dando un viraje a la
política internacional de los Estados Unidos cerraba los ojos al pasado
obviando sus guerras y el sacrificio de sus veteranos que eran vistos como un
mal necesario que debían ocultar ante los ojos de la izquierda mundial, a la
que pretendían aproximarse mediante una nueva bandera de lucha política, “los derechos humanos”, para restar
fuerza a la influencia de la desaparecida Unión Soviética en los países tercer
mundistas, sacrificando sin inmutarse, a quienes habían combatido a su lado la
guerra fría. Nuestro pequeño Ejército se vio de esa manera abandonado a su
suerte y solo pudo encontrar apoyo en nuestros tradicionales aliados Israel y
Taiwán. Se iniciaba con fuerza la segunda oleada guerrillera en contra del
Estado de Guatemala, esta vez, deberíamos enfrentar no a una, sino a cuatro
organizaciones terroristas entrenadas y armadas por Cuba, Vietnam, y Libia,
entre otras. Las formaciones guerrilleras aparecieron acompañadas por un vigoroso
movimiento de masas, mucho mejor equipadas y con una imprevista logística.
Como comandante de
pelotón y posteriormente de compañía recorrí operando todo el territorio de la
Patria. Las fatigas y desgaste al desplazarnos sin medios aéreos y apoyados por
una raquítica logística fueron acompañadas por el impacto de ver caer a nuestro
lado a compañeros y subalternos cuando nuestras escasas unidades se movían de
un lugar a otro de la geografía nacional, recomponiendo en base a nuestras
experiencias adquiridas, nuestra doctrina, estrategia y tácticas, sin tregua ni
descanso, mediante operaciones continuadas y extendidas para poder frenar la
ofensiva terrorista, envalentonada por la caída del gobierno nicaragüense.
Nuestra fuerza regular era igualada por la de las cuatro organizaciones y
superada antes de 1982, diez veces, por la fuerza irregular del oponente, que
ante el vacío de presencia del Estado en el Altiplano, obligaba a las
poblaciones a involucrarse con ellos o ser aniquiladas. Más de 300 masacres cometidas
por los terroristas bajo los conceptos y parámetros definidos por la Comisión
de Esclarecimiento Histórico de la ONU –CEH-, han sido documentadas a la fecha
fehacientemente (y el numero sigue creciendo) en los 3 tomos (de siete) de mi
libro “Las Batallas por Guatemala”
publicados a la fecha y en “La Farsa del
genocidio en Guatemala”.
Tener que trasladar a
cuestas por falta de helicópteros desde lo profundo de la selva o la montaña
los cuerpos desmembrados de nuestros heridos y los cadáveres mutilados con saña
por psicópatas como el Terrorista Juan Tuyuc, conocido en el EGP como Capitán
Peter, hermano de Rosalina Tuyuc, hoy “defensora
de los derechos humanos”, terrorista que al frente de un grupo de
degenerados gozaba arrancando el rostro o el cuero cabelludo a nuestros
soldados que heridos de gravedad eran capturados en combate al negarse a
rendirse, fue la constante en la región en donde operaba este desquiciado. Sin
embargo la finalidad de amedrentarnos no surtió efecto, jamás durante el
Enfrentamiento Armado Interno un soldado guatemalteco se rindió en combate,
pues con fe cristiana y amor a la Patria, nuestros oficiales, especialistas,
sargentos mayores, galonistas profesionales, nuestros leales y abnegados
soldados, los valientes patrulleros civiles, y comisionados militares;
sufrieron con estoicismo el rigor de enfrentar con fe en la causa durante meses
y luego largos años, a los chilenos, brasileños, cubanos, mexicanos,
salvadoreños, españoles, irlandeses, y otros internacionalistas que asesoraban a
las organizaciones terroristas.
Combatiendo siempre
en desventaja debido a la topografía sumamente quebrada y el desconocimiento
del terreno a donde debíamos incursionar hasta llegar a las profundidades de la
selva o la sierra (montaña alta) en donde se encontraban al acecho grupos de facciosos
protegidos por trampas construidas en fosos con estacas de bambú y extensos
campos minados. Algunas veces uniformados, y otras de civil, acompañados
frecuentemente por milicias de apoyo para multiplicar su fuerza, nos esperaban
atrincherados para golpear por sorpresa y retirarse luego de cruentos combates.
Sin embargo logramos derrotar estratégicamente al enemigo del Estado y de la
sociedad, que muy a nuestro pesar, en las grandes ciudades escasamente
comprendió la dimensión de la amenaza que en 1982 estuvo a un paso de tomar el
poder y acabar con nuestro sistema de vida. Aunque en la actualidad, se
desprecie por quienes no lo vivieron, nuestro esfuerzo y sacrificio realizado.
Estas vivencias que paulatinamente absorbieron mi juventud, sumado a tres heridas
recibidas, dos de ellas de gravedad, propiciaron al vivir en carne propia el
drama de la guerra, el anhelo por poder vivir en un auténtico clima de paz
entre los guatemaltecos.
Traición
a la paz, “El dialogo y la negociación
como forma de lucha y venganza política”.
En el mes de
noviembre de 1992, fuerzas especiales del Ejército tomaron por asalto las
instalaciones del campamento denominado “Monimbo”
en donde se refugiaba en las inmediaciones a la frontera con México la
Dirección Nacional –DN- del autodenominado Ejército Guerrillero de los Pobres
–EGP-. (Revista Crónica, Enero de 1993). La sorpresa fue total y luego de un
corto combate, en su precipitada fuga hacia territorio mexicano, los cabecillas
de esta facción terrorista dejaron abandonado gran cantidad de armamento,
talleres de reparación de armas, equipo quirúrgico, y lo más importante,
preciosa información y documentos sobre la identidad de sus componentes, planes
operativos, y estratégicos, que pusieron nuevamente en claro la conjura internacional
que enfrentábamos.
El carácter
internacionalista de nuestros oponentes develaba la intención de denominar al
campamento principal de los terroristas con el nombre del barrio perteneciente
a la ciudad de Masaya, ciudad nicaragüense, donde Camilo Ortega Saavedra, el
hermano menor de los cabecillas de la corriente “Tercerista” del Frente Sandinista de Liberación Nacional –FSLN-
Daniel y Humberto Ortega Saavedra, había dirigido en el mes de Febrero de 1978
la insurrección de un fuerte grupo de combatientes sandinistas que acompañados
por las milicias locales se habían hecho temporalmente del control de esa
ciudad. No fue por casualidad, que esa insurrección fuera dirigida también, por
los curas marxistas de apellidos Vásquez y Pacheco, y estos a su vez, por el
cura español Gaspar García Laviana (Comandante Martin), ni tampoco, que ambos,
Ortega y García Laviana, fueran los “responsables”,
o sea, quienes dirigían en ese país a los curas españoles Javier Gurriaran,
Luis Gurriaran (Comandante Julio), y al cura guatemalteco Ricardo Falla Sánchez
(Comandante Marcos), quienes dirigían desde Nicaragua el aparato de propaganda
internacional del EGP denominado para los incautos, “Iglesia guatemalteca en el Exilio”- IGE-.
Ambos, Ortega y
García Laviana, murieron en combate, por lo que años más tarde en homenaje a
sus “responsables” y compañeros
internacionalistas, Ricardo Falla, miembro e ideólogo de la Dirección Nacional
del EGP quien se encontraba en el campamento Monimbo y logro huir cuando fue
tomado por el Ejército, lo bautizo de esa manera. Siguiendo esa línea, la
región en donde se ubicaba, fue denominada “Indochina”
para congraciarse con los vietnamitas que entrenaron al EGP; y el frente
guerrillero al que pertenecía, llevaba el nombre “Comandante Ernesto Guevara” para satisfacer a los cubanos. Se
incautó en el campamento, el pasaporte de Ricardo Falla y pruebas irrefutables
de su responsabilidad al retener en gran parte, en contra su voluntad, a
grandes cantidades de campesinos indígenas en su mayoría, responsabilidad
compartida con Luis Gurriaran al aglutinarlos en dos grandes grupos denominados
como objeto de propaganda “Comunidades de
Población en Resistencia” –CPR- , de “La
selva” bajo el control de Ricardo Falla, y “de la Sierra”, bajo el control de Luis Gurriaran.
A la vez, se pudo
constatar la manipulación demagógica y perversa realizada por Ricardo Falla al “fabricar” entrevistas y supuestas
cifras, obtenidas mediante “testimonios”
surgidos de sus propias fuerzas y bases de apoyo, para la elaboración por parte
de la estructura de propaganda del EGP, del libro destinado a sus cooperantes
internacionales y a los jóvenes guatemaltecos, denominado “Masacres en la selva”. Para quienes deseen profundizar en el tema,
mis libros publicados a la fecha poseen vasta documentación sobre lo descrito
anteriormente, y manifiesto en aras de la verdad histórica, que en forma
repetitiva he invitado en mis columnas y entrevistas en los medios de
comunicación nacionales e internacionales a Ricardo Falla para sostener un debate
en los medios televisivos, en directo para que no pueda ser editado, y a
someterse a un peritaje grafológico, si se atreviera a desmentir lo expuesto.
Es muy importante dar a conocer que de su puño y letra quedaron expuestos los
planes de venganza y lucha política orientada a la destrucción paulatina del
Ejército de Guatemala, para posteriormente hacerse del poder mediante acciones
de agitación y guerra psicológica.
Utilizar las
negociaciones de paz como una estrategia orientada a fortalecer las organizaciones
de masas luego del retorno “organizado”
de sus bases de apoyo refugiadas en México, (facilitado por Álvaro Colom y su
hermana Yolanda Colom (s) Comandante Lucia, en contubernio y bajo la dirección
de Gustavo Adolfo Meoño Brenner (s) Comandante Manolo, quien hoy manipula
antojadizamente el denominado archivo de la desparecida Policía Nacional y
proporciona “las pruebas”, mediante
las que se está persiguiendo penalmente a los militares guatemaltecos que lo
derrotaron a él y sus huestes), a las que sumarian los grupos de CPR actuando
como grupos de presión operando en las regiones en donde se encontraban los
frentes guerrilleros, con el acompañamiento de la Iglesia Católica para lograr
hacerse con el “poder local”, y
realizar acciones psicológicas y de propaganda mediante prensa afín o propia,
con el apoyo de grupos de “derechos
humanos”, para utilizar los “Acuerdos
de Paz” como instrumento de agitación político social, y penetrar, para
luego manipular, las instituciones del sistema de justicia nacional (CC, MP,
CSJ), fue la senda trazada para la venganza que estamos presenciando.
Hoy, la conjura se
fortalece mediante una alianza espuria entre grupos de “derechos humanos”, con algunos grupos de malos empresarios que se
han enriquecido cooptando durante sucesivos gobiernos la cúpula de la Súper
Intendencia de Administración Tributaria –SAT- y mediante esta conjura,
originada desde dos direcciones, mediante el equipo ideológico incrustado por
Claudia Paz y Paz en el Ministerio Publico, y bajo la presión de la Comisión
Contra la Impunidad en Guatemala –CICIG- y la aquiescencia de la Fiscal General
Thelma Aldana, se dan las capturas de nuestros compañeros militares, que
nuevamente han polarizado a la sociedad guatemalteca, y pareciera ser una
cortina de humo según diferentes analistas, para desistir de la supuesta
investigación de los grupos tradicionales denominados por la población como “La línea 2”, los que permanecerían en
la impunidad ante las caricaturescas capturas de pequeños comerciantes,
utilizados como chivos expiatorios para calmar el malestar social originado por
la oprobiosa corrupción gubernamental; y estos poderes facticos nuevamente
estarían a punto de llevar a su alfil, Lesbia Carolina Roca de Obiols, a
dirigir la SAT para recuperar el poder perdido recientemente.
Es imperativo según
diversos sectores, convocar a un gran dialogo nacional con la participación de
los líderes de los grupos y organizaciones sociales nacionalistas, para que
sumen fuerzas con los amplios sectores que representan a los militares de todos
los tiempos, a los patrulleros civiles, ex comisionados militares, soldados y
especialistas y sus familiares, minusválidos, y victimas del enfrentamiento
armado interno, y, a los verdaderos combatientes de la insurgencia que fueron nuestros
oponentes y seguramente repudian la posibilidad de un nuevo enfrentamiento al
conocer en carne propia las secuelas y el drama que este generó a la familia
guatemalteca; para que, acompañando y apoyando al nuevo gobierno, se sienten
las bases para la auténtica y definitiva reconciliación nacional. Es inviable
nuestra nación, si no existe distención, como consecuencia de la falta de un
dialogo nacional en el que participen los verdaderos interlocutores de las
fuerzas vivas del país, y no, quienes por sus intereses económicos se arrogan
esta representatividad. Debemos sumar los esfuerzos de los mejores
guatemaltecos, respetando nuestras diferentes formas de pensamiento en la
búsqueda de puntos de convergencia, que nos permitan continuar la lucha contra
la corrupción y las estructuras de crimen organizado, verdaderos enemigos
actuales de nuestra polarizada sociedad. Los verdaderos líderes sociales,
¡tienen la palabra!
¡Por una Guatemala
unida y con visión de futuro!
Oscar
Platero Trabanino.
Post
Escriptum.
Es necesario
denunciar a la comunidad nacional e internacional que mediante fuentes dignas
de todo crédito, pude enterarme de la supuesta intención del Fiscal Orlando
Salvador López (sujeto a un proceso penal que no avanza por alguna sospechosa
razón y en contra de toda lógica legal, continua en funciones) y algunos de sus
acólitos de la Fiscalía de “Derechos
Humanos”, de fabricar un caso como acostumbran, mediante testigos falsos y
sindicaciones espurias, para acallar la verdad difundida por mi persona
mediante mis libros sobre el Enfrentamiento Armado Interno publicados a la
fecha, y mis columnas de opinión como periodista de medios nacionales e
internacionales, además de representar a nuestro país en el prestigioso foro
académico y de prensa “Foro de Buenos
Aires”, que aglutina a más de 15 países de Europa y Latinoamérica en su
seno, ámbito hasta donde he llevado mis denuncias sobre la manipulación de la
ley que se está efectuando, y el retorcimiento perverso de la supuesta carga de
la prueba, que se hace para judicializar procesos espurios con respecto a los
militares guatemaltecos. Solicitar órdenes de captura en mi contra, de
familiares cercanos y compañeros militares que me acompañan en esta cruzada, es
supuestamente la intención; por lo que lo responsabilizo a él y sus
subalternos, de la posible utilización parcializada e intencionada de la ley
mediante los fines y métodos aviesos que hoy denuncio.
Guatemala, de la
Asunción, 27 de Enero de 2016.
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