“...
parecería evidenciar la magnitud de los daños que una nación puede
autoinflingirle a sus mejores intereses cuando no acierta con la manera de
conectarse con el gigante emergente".
Andrés
Cisneros
Antes de que me acuse de
apocalíptico, como hicieron algunos amigos antes del asesinato del Fiscal
Nisman, le recuerdo que vivimos en un país cuyo gobierno permitió que la
corrupción produjera crímenes como los de Cromagnon, de Once y de los archivos
de Iron Mountain, en Barracas, mientras llena los cementerios de muertos
inexplicables; también yo podría decir la ya famosa frase: "No tengo pruebas, pero no tengo dudas". Ahora, entremos
en materia.
China ha virado hacia una economía
fuertemente capitalista, pero aplica pesados cerrojos a la libertad y, a pesar
de combatir recientemente la corrupción hacia adentro, no le hace ascos cuando
es para afuera. Tiene la población más grande del planeta, a la que necesita
alimentar y dar trabajo y, para ello, requiere de materias primas de todo tipo.
En función de ello, ya tiene grandes negocios en varios países del África
negra, Venezuela, Ecuador y, ahora, ha comenzado a interesarse en nuestro país,
proveedor de alimentos y energía. La Argentina de hoy provee básicamente soja,
pero también podría suministrar ingentes cantidades de gas, petróleo y
minerales estratégicos, es decir, productos primarios que son y serán
industrializados allí. Toda nuestra economía, en comparación con la china,
puede ser medida en pocas monedas.
Por otra parte, el Gobierno necesita
desesperadamente divisas y, para conseguirlas, está dispuesto a hacer todo,
comenzando por ceder territorio y renunciar a la soberanía, romper
definitivamente con los Estados Unidos y Europa, abrir indiscriminadamente su
mercado para los productos chinos, reprimarizar nuestra economía, contratar a
empresas chinas sin licitación y a cualquier precio o permitir que trabajadores
de esa nacionalidad se desempeñen aquí en condiciones reñidas con nuestras leyes.
Pero, como dice la vieja broma, los
chinos no son kamikazes, y disponen de uno de los servicios de informaciones
más eficientes. Por eso, saben que quien acepta esta descarada colonización y
firma por nuestro país los acuerdos de intercambio de monedas y de
financiamiento de grandes obras de infraestructura, además del que permitió
comenzar a construir, con cesión de soberanía, la base espacial
científico-militar en la Patagonia (que constituye una verdadera avanzada en el
posicionamiento de China en su silente guerra con los Estados Unidos), es una
Presidente que, constitucionalmente, debería entregar el poder en diciembre de
este mismo año y cuyo sucesor, seguramente, al menos los revisará y, en algún
caso, hasta los anulará en función de un nuevo alineamiento internacional; las
amistades que el kirchnerismo ha cultivado en estos años con los países peor
vistos desde Occidente -Irán, Rusia, China, Venezuela- están reñidas no
solamente con nuestras tradiciones y necesidades geopolíticas sino hasta con la
bandera que el Gobierno ha intentado transformar en su baluarte ético, los
derechos humanos, que son sistemáticamente violados en todos ellos.
La demostración más clara de ese
conocimiento que tiene Xi Jinping, Presidente de China, sobre nuestra realidad
es, precisamente, el cuentagotas con que está entregando los frutos monetarios
de esos acuerdos: de los swaps sólo ha entregado el 10% y, de las inversiones
necesarias para la construcción de las represas Kirchner y Cepernic, en Santa
Cruz, apenas US$ 285 millones, un vuelto comparado con los montos involucrados;
¿estarán destinados a pagar la expropiación de las estancias recientemente
adquiridas por Lázaro Báez para la familia imperial, que serán inundadas si, a
pesar de todo, las centrales hidroeléctricas proyectadas son construidas?
Por otra parte, la nueva alianza con
Rusia esconde un factor terrible para todo el hemisferio occidental, cual es el
compromiso asumido por Putin de construir en la Argentina una planta de
enriquecimiento de uranio cuyo producto tendría como destino final a Irán.
Detrás de este acuerdo, impulsado por el extinto Chávez, tal vez deban
rastrearse las razones verdaderas que llevaron a la firma del insólito memorándum,
ya declarado inconstitucional, ya que quizás encontremos esa crematística a la
que son tan adictos los Kirchner.
Si ha tenido la paciencia de seguir
mis notas, sabrá ya cuánto descreo de una transición pacífica mediante unas
elecciones que, a esta altura del año, debieran considerarse inminentes.
Recordará, seguramente, por qué estoy convencido que doña Cristina no entregará
el poder pero, a riesgo de ser reiterativo, las enumeraré rápidamente: nunca ha
respetado la Constitución, dispone de dinero (Ciccone y Casa de la Moneda), de
"tropa" (Vatayón Militante, Túpac Amaru, Hinchadas Unidas, etc.), de
"fierros" (han desaparecido arsenales enteros -¡hasta un misil!- y,
diariamente, ingresan armas más sofisticadas) y de drogas, para pagar la
transitoria lealtad de individuos capaces de generar un grave caos en las
calles; ahora, además, y los recientes movimientos de la Justicia así lo
acreditan, la Presidente se juega su libertad y la de sus hijos y, al menos
parcialmente, su fortuna y, sobre todo, no tiene nadie enfrente capaz de
encabezar una resistencia civil y las fuerzas armadas serían prescindentes.
Entonces, ¿por qué cumpliría hoy las
mandas constitucionales y entregaría la banda y el bastón a un sucesor que no
será, en ningún caso, "del palo"? Conoce al peronismo desde adentro,
y sabe que éste tiene un "día de la lealtad" porque los otros 364 son
de la traición, y siempre acude en ayuda del vencedor; si, finalmente, el
candidato del FpV fuera Scioli, éste no solamente se cobrará doce años de
ininterrumpidas humillaciones sino que todo el PJ -como ya lo ha hecho con
Menem y con Duhalde- se alinearía tras él y olvidaría la década en la que pagó
con obsecuencia los cargos y prebendas recibidos.
Cuando algún lector me ha preguntado
cómo imaginaba que actuaría el kirchnerismo si mis especulaciones fueran
ciertas, respondo que creo que generará una enorme conmoción social, antes de
las PASO, que le permitiera decretar el estado de sitio y suspender las
elecciones hasta nuevo aviso; en realidad, hasta que una nueva bonanza
económica permitiera que la ciudadanía, tan sensible a lo que marca su
bolsillo, su órgano más sensible, nuevamente viera al FpV con buenos ojos,
olvidando todas las calamidades que ha producido.
Es obvio que ese eventual viento de
cola no vendría, en ningún caso, desde los países que ya observan con horror
los desmanes de todo tipo que se están produciendo en la Argentina pero sí
podría llegar, ¡oh, casualidad!, desde China que, en ese caso, tendría un
horizonte más amigable y prolongado para sus intereses aquí y para sus
aspiraciones geopolíticas globales.
En resumen, si doña Cristina consiguiera
asegurar a Xi que ella o alguien indubitablemente fiel permanecería en la Casa
Rosada por un lapso prolongado, el mandatario seguramente abrirá las canillas
de ese financiamiento que nuestro Banco Central ya necesita como una
transfusión sanguínea; todas las cifras involucradas en los convenios firmados
son, como dije, sólo monedas para una economía como la china. Entonces, los
objetivos finales no pueden ser más coincidentes pero, dado lo escaso de los
tiempos restantes, será el régimen argentino quien deberá dar el primer paso y,
por eso, considero el affaire Nisman como sólo el inicio de lo que vendrá.
Queda, por supuesto, algunas
incógnitas: ¿cómo reaccionará el mundo occidental, en especial Estados Unidos,
frente a todas estas iniquidades que podrían desbalancear el equilibrio
mundial?, ¿puede permitirse que armemos a Irán o que China disponga de una base
militar en el continente americano?
Los acontecimientos se precipitan en
la Argentina, a velocidad de vértigo; a muchos de ellos, no les encuentro otra
explicación que las que leyó en esta nota. Rezo, todos los días, para que los
hechos y el tiempo vayan demostrando que todo cuanto digo está equivocado, que
el proceso electoral se cumpla en paz y con normalidad y que la Justicia cumpla
a rajatabla con el rol que la Constitución le asigna pero, lamentablemente, ya
sé que los Reyes Magos son los padres.
Bs.As., 8 Feb 15
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
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